Capítulo 14

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Sí, sabes que ya llevo un rato mirándote…muéstrame el camino que yo voy…

Tengo que morder mi labio para no romper a reír mientras grabo la situación con el móvil de Dante, el mío se quedó sin batería hace rato, pero no podía desperdiciar esta oportunidad.

Despacito… deja que diga cosas al oído… despacitooo…firmar las paredes de tu laberinto

Lucas tiene la autentica pinta de un ebrio en su peor momento. Vamos en su auto, pero maneja Dante, mientras él va en el asiento trasero, cantando de una forma tan desafinada y confusa, que hace doler los oídos.

Déjame sobrepasar tus zonas de peligro…despacitooo…

Y luego de eso, cayó dormido. Corté la grabación y no pude evitar verla con Dante, pero cuando noto la tensión en sus hombros, lo corto. Entiendo la responsabilidad que tiene en sus hombros, está manejando el auto de un ebrio y que estaremos en grandes problemas si a la policía se les ocurriera detenernos.

Las cuadras desconocidas van quedando atrás a medida que avanzamos y luego de unos minutos, ya nos encontramos frente a la casa de Lucas.

-¿Lo dejamos durmiendo en el auto?- Dante piensa unos segundos en mi propuesta, pero luego niega.

-Solo llama a su puerta, que yo me encargo de él- bajamos del auto y corro a tocar la puerta. A los segundos, las luces se encienden y Elena aparece cubierta con una bata. Retuerzo mis manos con nerviosismo, buscando la manera delicada de decirle que su hijo está completamente ebrio, mientras Dante lucha por sacarlo del auto.

-Hola, Romi ¿Ocurrió algo?- pregunta con una nota de preocupación cuando se percata del forcejeo del rubio.

-Oh, pues…verá, Lucas…bueno, él…tomó algo más de lo debido y le afectó bastante, pero ahora solo está dormido, no se preocupe- la miro expectante, esperando alguna reacción desesperada, pero me sorprende ver que abre la puerta y se hace un lado mientras niega con la cabeza.

-Este chico, no tiene remedio, pero al menos me alegra saber que está en buenas manos, sus otros amigos lo hubiesen dejado a su suerte, al menos ustedes se tomaron la molestia de traerlo a casa- asiento, porque no se que otra cosa hacer o decir y luego corro a ayudar a Dante. Pasamos los brazos del castaño por nuestros hombros y lo empezamos a llevar hacia el interior de la casa. Elena nos ofrece dejarlo en el sofá, pero Dante dice que no hay problema en llevarlo a su habitación y ella nos marca en camino, escaleras arriba.

Cuando estamos a la mitad, Lucas empieza a removerse incomodo y despierta, pero sigue tan perdido como cuando se durmió.

-Mmm- intenta zafarse de nuestro agarre, pero no lo consigue -¿Quiénes…? oh, chicos, son ustedes…- arrastra cada palabra y no puedo evitar dibujar una sonrisa al recordar el concierto gratuito que nos brindó en su auto –Dan… que sedoso que tienes ese cabello, rubio- pasa su dedos por el cabello de Dante, y este mueve la cabeza con brusquedad

-Eh, amigo, eso sonó raro… e incomodo, recuerda qué a mí me gustas las mujeres- Dante habla con tono burlón, pero Lucas parece tomar sus palabras muy en serio.

-También a mí, colega, no te preocupes, a mi me gusta…oh, Romu, eres tu- dice, cuando gira su cara y me descubre a su lado. No alcanzo a reaccionar, que planta un ruidoso beso en mis mejilla, haciendo que mi rostro se encienda –Estás muy guapa…, guapa- suelta una risa estrepitosa, como si hubiese dicho el mejor de los chistes y Dante rueda los ojos.

-Estás jodido, amigo-

Ya en la planta alta, Elena nos abre una puerta que deja al descubierto la que, supongo, es la habitación deLucas. Hay una cama en el centro, un armario, una mesa de noche, un escritorio y desorden, nada fuera de lo esperando.

Tu pasado, mi tormento|✔Where stories live. Discover now