Llevando una mano a mi estómago intentando calmarme, las náuseas me estaban invadiendo y ya sentía el sudor bajar por mi frente. Respiré profundo.

–Hey ojitos, tranqulizate–dijeron a mi lado–No tienes que preocuparte–me miró con una sonrisa.

–¿No? ¡Me matarán en seguida!–contesté exaltada, ignorando las diferentes sensaciones que ella causaba en mí.

–No, no lo harán porque yo te voy a dar esto–extendió su brazo.

Entonces me percaté de la espada enfundada en la vaina que sostenía con una de sus manos. Mis ojos no se apartaron del arma hasta que comencé a negar con la cabeza.

–¡No usaré eso!. ¡No quiero matar a nadie!.

Ella sólo rodó los ojos y masajeó su frente un poco.

–Mira–comezó a hablar con un suspiro–No tienes que matar a nadie si no quieres, puedes herirlos si así te parece mejor.

Eso no era para nada mejor que lo otro.

–No iré–alejé su brazo que hasta el momento continuaba extendido–Me quedaré aquí y esperaré a que vuelvan–crucé mis brazos.

Camila se quedó un silencio un tiempo, luciendo pensativa. Logré ver una pequeña sonrisa formarse en la comisura de sus labios y asintió con la cabeza.

–Está bien, no hay problema–se encogió de hombros–Supongo que podrías hacerle compañía a los nativos de la isla, tal vez te inviten a cenar–dijo para luego alejarse, caminando hacia la tripulación que estaba reunida esperando.

–¿Nativos, cena?. ¿De qué estás hablando?–pregunté sin entender.

Ella se detuvo, giró su cuerpo y sonrió divertida.

–Los nativos de esta isla tienen paladares muy peculiares–me miró de pies a cabeza–Seguro que alguien como tú les caería de maravilla en sus mesas.

Tenía que estar bromeando. Primero aparecía en un barco lleno de locos y ahora estaba atrapada en una isla llena de caníbales y mercenarios franceses. Tenía que ser una broma como todo en este maldito lugar.

Ante mi falta de respuesta volvió su visita al frente y continuó caminando, dejando claro que iba a permitir que me quedara aquí sola. Sin más remedio y con mis piernas temblando corrí hasta ella.

–Espera...–puse mi mano en uno de sus hombros para que se detuviera–Iré–dije cortando el contacto entre ambas.

–¿Qué dijiste?–preguntó con una sonrisa de medio lado.

–Sólo dame la maldita espada–contesté entre dientes.

Camila rio acercándose. Tomó una de mis manos dejando el arma en ella pero no se alejó. Mi cuerpo tembló ligeramente cuando sentí su suave piel, lo que hizo que me apartara rápidamente. Contrario a lo que realmente quería hacer porque tenía ganas de sentir a la castaña lo más cerca posible y tenerla sólo para mí, así como cuando estábamos en su camarote. Ella me miró unos segundos para luego girarse y dirigirse a donde iba originalmente, al numeroso grupo. Caminé detrás de ella y guardé cierta distancia entre las dos.

Una vez que llegamos con la tripulación no tomó mucho tiempo para que comenzaramos a adentrarnos en las profundidades de la isla. Todos iban en completo silencio, concentrados en el camino. Las caras de muchos reflejaban expresiones serias a excepción de las de Dinah, Shawn y Camila que se veían bastante relajados. Ellos tres caminaban como si estuvieran dando un tranquilo paseo por el parque lo cual me sorprendió porque yo tenía mucho miedo de encontrarnos con esos caníbales que mencionó la castaña. Aún así suponía que ya debían de estar acostumbrados a este tipo de cosas.

Sueños de agua (Camren)Where stories live. Discover now