Epílogo

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Ha pasado el tiempo. La vida ha sido muy generosa conmigo, me ha dado más de lo que merezco, pero sin duda alguna mi mejor regalo ha sido Donovan y el que está en camino, pongo mi mano en mí pancita de 33 semanas y no puedo evitar sonreír.

Me levanto de la cama con dificultad y veo a mí apuesto esposo dormir, podía quedarme viéndolo todo el tiempo, pero tengo dos perros que alimentar.

Salgo a la cocina y le doy de comer a mis increíbles mascotas, quienes me hacen la vida más divertida en todo momento.

El año pasado había perdido a mí Pudin, por una enfermedad respiratoria, lo cuál me había dejado realmente muy triste, era mi compañero, pero entendía que era momento de irse. Lo recuerdo y lloro, pero trato de alegrarme por la vida llena y buena que llevó, veo en la repisa donde tenemos nuestras fotos de la boda y tomo el cuadro donde aparece mi Pudín, lo beso y vuelvo a la cama.

Vuelvo a dormir, pero tiempo después Donovan me levanta con el desayuno en la cama, desde que estoy embarazada se encarga de eso y de la mayoría de las cosas, sabe que puedo hacerlas pero aún así no me deja. Su excusa, que llevo a nuestro bebé en mi vientre y tiene que cuidarme.

Lo beso y comenzamos a desayunar, como siempre soy la que termina comiendo más, ahora como por dos y realmente no me enfada tanto, el embarazo me sentaba muy bien.

El día transcurre tranquilo como los demás, veo televisión mientras Donovan se va a trabajar, y trato de caminar en el jardín con los perros, ya que es bueno para la posición del bebé.

Escucho llegar a Donovan y camino hacia la puerta, pero al momento siento una punzada en mí vientre, es una contracción y él lo nota.

Corre hacía a mí y toma el bolso que teníamos preparado para la ocasión, me sube al auto con cuidado y nos vamos al hospital.

Me ponen una bata y después de dos horas al tener la dilatación correcta comienza el parto, todo el proceso estuve tomada de la mano de mi esposo y escuchando cada una de sus palabras de consuelo, mismas que me daban fuerza, en ese momento él estaba cumpliendo uno de nuestros votos.

Sin duda había sido el dolor más fuerte que había tenido en mí vida, pero nada importa al ver a mí bebé en los brazos del doctor, quién se lo entrega a Donovan para que me lo lleve.

- Es una niña- exclamó el doctor.

Donovan me la da y no podemos evitar llorar, era tan linda y pequeña, no podía sentirme más dichosa por todo lo que tenía, nuestra familia ya era más grande, y mi hija, era la prueba más grande del amor que nos teníamos.

- ¿Cuál es su nombre?- pregunta la enfermera.

- Su nombre es Isabella.- exclamé.

Donovan me besa y nos quedamos contemplando a nuestra bella hija mientras duerme.

"He escrito mi historia de amor a lo largo de estas páginas, pero sin duda, la mejor parte está por escribirse"...

Escribiendo El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora