Capítulo 04

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La situación era tan terrible que instantánea se hizo la desesperación; llego el punto donde por más que corría no sentía que sus piernas le respondieran debido al inmenso miedo que le respiraba en la nuca, justo en ese momento, recordó cuantas veces había renegado de la vida y de la monotonía que la embargaba. Pero lo que más la afligió fue aquel lamentable incidente, cuando su tenso hermano menor, preguntó sobre su bienestar, a lo que ella de mala gana evadió sus aparentes muestras de afecto.

Había querido disculparse una vez volviera a casa, pero, sus expectativas quisieron demostrar lo contrario.

Sus pies resquebrajados, lastimados por las piedras y cortados con las ramas de entre el camino, el pánico comenzó a tomar el control de cada centímetro de su cuerpo. Era tedioso la recurrencia del sitio, ya que sin darse cuenta había rodeado el mismo en incontables ocasiones, mentalmente se cuestión así misma «¿En dónde se encontrará la salida de este bosque? »

Sin embargo, con dificultad recobraba el aliento, hasta que de entre los árboles ojos rojos asomaban acechándola como cuando el león acosa a su presa, de un momento a otro, el fuerte olor a sangre que emanaba de ella llamó la atención de infinidad de cuervos que comenzaban a salir tan demoníacos que parecían salidos de su peores pesadillas.

«¿Por qué me pasa esto a mi?, ¿Qué hice para merecer esto?» se dijo a si misma.

Por otro lado y desde otra estancia- no muy lejana -cierto pelinegro salió con lámpara en mano encarando a la misma oscuridad que rodeaba entorno al bosque.
Hasta que por unos breves momentos se percató del hecho de que unos insignificantes y pestilentes cuervos negros revoloteaban de una rama en otra, con la intención de estar persiguiendo algo en específico.

"Esos cuervos son..." mencionó entre pensamientos, pareciendo ya conocerlos de otro lugar.

Volviendo con la pelirrosa, aquellos cuervos parecían no querer desistir de los intentos de ahuyentarlos.

—¡Ah, NO!, ¡ALÉJENSE! —vocifero con el aire restante que le quedaba en su pulmones.

Fue entonces que desbordó del despeñadero, cerró con fuerza sus párpados creyendo que sería su fin, sin embargo cierto azabache soltó la lámpara que mantenía en mano y corrió en su auxilio tomándola con fuerza de su mano. Fue tan repentina la acción que la pelirrosa no temió a abrir los ojos con sorpresa y toparse con aquel príncipe.

"Él... ¿Cómo es posible?"

Momentos después, la rama que evitó la caída de ambos comenzó a desprenderse de la rocas, lo que dio comienzo empiezo a la ruptura de esta a tal punto de que sucediera lo inevitable.

—Realmente eres una mujer molesta —mencionó antes de caer a la profunda oscuridad que con lentitud los atrapaba.

"Si nos caemos desde esta altura, ¡definitivamente podríamos...!" Dijo entre pensamientos la pelirrosa y entrecerrados los ojos. Cuando de manera casi sorprendente el azabache la estrecho en su cuerpo, escondiendo su cabeza rosada en su pecho y cayendo abruptamente al suelo.
La pelirrosa abrió sus ojos percatándose del hecho de que se encontraba encima del azabache mal herido.

Dulces Mordidas | Adaptación SasuSakuWhere stories live. Discover now