CAPITULO 63

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(Martes 16 de enero del 2018)

Él estaba viendo a James Lancaster caminar junto a Scarlett White. Quería espiarlos por unos segundos. ¿Por qué? Bueno, hace unos minutos estuvo espiando a un grupo de chicas que caminaban por las calles. Sin embargo, estaba interesada en una, que era la más guapa entre ellas.

Luego de verlas por un rato, vio a la pareja más reciente. La bellísima Scarlett con un idiota que según decían, estaría concursando con un relato de no sé qué y que unos pocos lo habían leído hasta ahora. Los rumores de eso ya corrían poco a poco. No le interesaba esa basura del relato.

Lo que le interesaba, era seguir estudiando el comportamiento de los demás. Dejó al grupo de chicas y pasó a verlos a los dos.

Vio que ambos entraron en una librería. Él sonrió y decidió entrar, dos minutos después de ellos.

***

—Scarlett, ya he dicho que no es necesario—decía James mientras ella tiraba de su mano hacia la librería.

—Ya te lo dije, chico. Amé los libros que me regalaste, así que yo también quiero hacer lo mismo.

Pasaron al interior de la librería y luego ella le hizo un ademán con la cabeza.

—Elige tres o cuatro y veré si me alcanzan. Reuní lo que pude para poder comprarte a ti.

—Mejor usa ese dinero para tus propios libros yo tengo muchos y tú...

—Eso no importa—volvió a mover la cabeza para que vaya a escoger los libros—. Insisto, chico. Por favor...

—Está bien—James resopló y pasó escrutando los libreros viendo alguno que le guste o le llamara la atención.

Estuvo por unos minutos buscando y decidiéndose. Había algunos que ya tenía en casa. Tomó tres y los títulos eran: El bazar de los malos sueños, Rayuela (había uno en edición de tapa dura, pero eligió uno barato) y por último tomó El Psicoanalista.

Scarlett hizo los cálculos del costo de cada libro y le sobraba unos pocos dólares. Por lo menos iría por unos helados con él o comer otra cosa.

Ella fue a pagar los libros y James la esperaría fuera, pero antes de salir, chocó con alguien. Era un chico con una panza moderada, pero que aún parecía un tanto gorda. James miró los ojos de ese chico.

—Discul...—se interrumpió— ¿James? ¿Eres tú?

—Sí... Hola, Anderson.

Él no parecía haber cambiado en lo absoluto desde la última vez que se vieron. James era más alto que él. Su viejo amigo, Anderson Jobs aún tenía las mejillas un tanto infladas, el cabello del mismo modo y esa risita tonta que vio por unos años.

—¡No esperaba verte aquí, amigo! —exclamó él, tomando su mano para estrecharla—. ¿Cómo te ha estado yendo en estos años?

Lancaster miró con recelo el cómo estrechaba su mano. Ya no confiaba en él después de que se quedó con Amelia Banks y después solo lo usara para ayudarlo con esto y aquello. Lo único para lo que Anderson servía, era para rogar ayuda a todo mundo.

Pero debía soportar unos segundos más para luego irse con Scarlett. Así que opto por ser lo más sosegado.

—Pues me ha ido bien.

—Estupendo. Oye... ¿no has vuelto a hablar con Mark y Annie?

Frunció el ceño. ¿Por qué los mencionaba? Hacía años que no los veía y él también sabía que se pelearon por cierta razón que nunca llegaron a descubrir, pero ¿en serio esperaba volver a hablarles? Era una idea absurda y aún más si venía de Anderson.

—No, ya no. Creo que olvidas que no quieren verse.

—Cierto, cierto. Se me había olvidado—soltó una risita, sintió que lo incomodó— ¿Y qué haces aquí?

A James le pareció una pregunta de lo más tonta y quiso responderle diciendo: Fíjate que quiero comprar un televisor. Decían que en una librería las tienen de oferta.

—Mi novia me está comprando libros—respondió James.

—¡Guau! ¿Y dónde está la infortunada? Digo... la afortunada —bromeó Anderson y soltó unas risas. A James no le hizo gracia, era una mala broma pero tuvo que seguirle la corriente.

—Pues... mira, ahí viene.

Scarlett llevaba en una bolsa plástica los tres libros y se acercó a James, entrelazando su mano con la de él.

—Vaya...—dijo Anderson, mirando a Scarlett de pies a cabeza.

—Hola...—masculló Scarlett ante el gordito de Anderson y se volvió hacia James— ¿Amigo tuyo?

—Sí—respondió James y luego miró a Anderson, enseñando una sonrisa falsa—. Un gusto volver a verte, amigo.

—Igualmente, James.

Scarlett salió junto con James y antes de que ella dijese quien era el chico, James le recordó lo que le había pasado hace unos años. La explicación le fue suficiente para que Anderson le cayera mal.

Siguieron caminando por la acera y James no evitó pensar en algo.

¿Qué estaba haciendo Anderson ahí exactamente?

James sabía que él no era lector. Y la verdad...

Es que no se equivocaba.

***

Darren Madison se pasó la tarde con las tareas. Hazel le había insistido que las haga, porque las calificaciones eran muy bajas y él debía hacer mejoras para el mes siguiente.

Al llegar la noche sus pensamientos volvieron a lo que estuvo hablando con Simons y cada aspecto de la vida de él, lo hizo meditar aún más.

¿Qué habría pasado si Lancaster no hubiese ganado esa noche? Pues todo seguiría su curso y de paso, lo que se mencionó en la apuesta que tuvo con él, debía cumplirse.

Pero con ese giro imprevisto de los acontecimientos, lo cual lo había considerado una desgracia, ahora lo consideraba como algo positivo. A pesar de que había pasado poco tiempo, Darren iba notando los errores que iba cometiendo.

Pero fue con la historia de Arthur Simons que hubo un punto de quiebre, algo que hizo ver las posibles circunstancias de lo abrumador que hubiese sido su futuro si seguía siendo la misma persona. En parte, Simons era como Darren, pero una versión más problemática. Y darse cuenta del lado negativo de las cosas, lo ayudó mucho más.

Tomó decisiones nuevas y diferentes, que le proporcionarían una actitud más madura.

Era una idea muy buena y la iría poniendo en práctica poco a poco.

Después de tanto meditar, fue a su cama a dormir, desde mañana comprobaría si en verdad llegaría a funcionar lo que tenía pensado.

***

Él volvió a reírse con malicia. No pudo evitarlo, era de lo más cómico recordar cómo logró separar a Mark y a Annie, los que se consideraban mejores amigos y que nunca se separarían.

Lo recordaba bien.

Soltó rumores falsos entre ellos para que discutieran entre sí. Eso lo ayudó a comprobar que tan bueno era para mentir. Y usar unas mentiras, meticulosamente calculadas a la perfección, hizo que rompieran, que puedan quebrantar con su amistad para siempre.

Carcajeó con fuerza. Él, supo que al haber logrado con éxito eso, sabía que podía hacerlo más seguido con los demás.

Y en verdad, fue cierto, porque las personas que cayeron en sus manipulaciones y amenazas, perdieron contra él.

Pasados CorrompidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora