—Lo que menos quiero es pelearme con él por culpa de otro. Sabéis lo que siento por Javi, me ha costado muchísimo volver a confiar en alguien después de lo que me pasó, y que con él fuese todo tan... Fluido desde el principio me hace ver que es el indicado.—respondió la malagueña apoyando sus pies en el asiento que tenía delante.

—Mira, yo si te soy sincera...—dijo Leire antes de meter una gominola en su boca.—Como mi hermano y tú discutáis por culpa de otro que ni pincha ni corta en vuestra vida porque no tenéis relación, te juro que le parto las piernas al chaval.—amenazó la chica.

—Espero no tener que frenarte nunca para eso.

Mientras tanto, los chicos estaban ya en el túnel de vestuario a la espera para salir al campo.

—Oye, tío.—Puado se giró al notar una mano en su hombro.—Quería pedirte disculpas.

—¿Por qué?—el ojiazul frunció el ceño ante las palabras de Puig.

—Por lo que pasó con Arizona ayer.

—¿Pero de qué estás hablando?

—¿No te lo ha contado?

—Mira, no me vengas con rodeos.

—Creo que debería decírtelo ella.

—Puig, no es que me caigas precisamente bien. O lo cuentas ya o te callas, pero no vengas a calentar el ambiente para luego no decir nada.

—Nos liamos en el entrenamiento.—todo se quedó en silencio con esa confesión. Los jugadores de ambos equipos estaban pendientes a la reacción del chico.

—Que mi novia y tú... ¿Qué?

—Eso... Surgió y punto. Lo siento.—Puado dejó ver una sonrisa irónica antes de lanzarse al chico para golpearle.

—¡No, no! ¡Para!—Eric y Pedri lo sujetaron antes de que pudiera hacer algo.

—¡Lo mato!

—¡Puado, ya!—se lo llevaron lejos del chico, que tenía una media sonrisa plantada en su rostro.

—Eh, mírame.—pidió Eric.—Es mentira.

—¿Cómo sabes tú eso?

—Arizona siempre está con nosotros en los entrenamientos.

—Os pudo pillar en un despiste.

—Javi, no. Koeman ya nos ignora porque nos pasamos la mitad del entrenamiento hablando con ella. Si no nos crees pregúntale a ella cuando termine el partido.—dijo Pedri.

—No, no.—Puado se soltó del agarre de sus dos amigos.—No quiero saber nada del tema.

—Javi...

—He dicho que no.

(•     •     •     •     •)

—¿Pero qué hace?

—Hija, yo lo veo bien.

—Que le ha lesionado.

—Bueno... De problemas está el mundo lleno.

—Leire, no. Se ha pasado.—Arizona vio la sanción que recibió su novio, tarjeta amarilla.—Al menos no es expulsión.

—Y da gracias. Ha sido bastante fuerte la entrada que le ha hecho a Riqui.—añadió Kera.

Media hora después, el partido terminó.

—¿Me esperáis fuera? Quiero hablar con Javi.

—Claro, pero no tardes, hace un frío que pela.

La malagueña fue saltando algunas filas de asientos hasta que estuvo a ras del césped.

—¿Se puede saber en qué has pensado para hacer eso?—dijo al tener a su novio cerca.

—No estoy de humor, Arizona.

—¿Arizona? ¿Qué te pasa? Llevas desde que empezamos a salir sin llamarme así.

—Te lo digo en serio. Déjame.

—Javi, dímelo.

—¿Te liaste con él?—aquella pregunta pilló a la chica de sorpresa.

—¿Qué? Claro que no. ¿De dónde te has sacado eso?

—No sé, pregúntale a Riqui. Estaba bastante convencido cuando me lo ha dicho.

—¿Por eso le has lesionado? ¿Pero qué te pasa?

—¿Qué querías que hiciera?

—Hablar conmigo antes, imbécil, por ejemplo. Somos pareja, nos lo contamos todos y si te han dicho que yo he hecho algo, antes de hacer nada vienes a hablar conmigo, aunque ni siquiera tendrías que haberte creído eso.

—Puado, ¿vienes?—Keidi Baré, compañero de Javi, intervino en la conversación.

—Mañana hablamos.—dijo el chico mirando a su novia.

—Ya, el problema es que yo a lo mejor mañana no voy a querer hablar.

4 Besos ||Javi Puado||Where stories live. Discover now