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 —No, no. No saques la botella de Vodka.—advirtió Arizona mirando a Koke.

Era de noche, se encontraban en la playa, ya que así estarían más cómodos que en la habitación del hotel.

—Y una mierda. Sabes que me gusta ver el mundo arder.

—¿De verdad quieres que tu hijo se quede sin padre?

—Correré el riesgo.—Resurreción sonrió inocentemente antes de dejar la botella en el centro de la toalla, ya que tenían varias grandes en la arena.—¿Quién quiere empezar?

—¿Pero qué tienes tú con el verdad o reto?—preguntó la pequeña de los Kroos mirando al madrileño.

—Me gusta ver el mundo arder.

—No hace falta ni que me lo jures, hijo.—respondió Saúl, su compañero de equipo.

—Yo no quiero saber nada de lo que va a pasar aquí, señores.—comentó Nacho.

—Ignacio, tú también.—añadió Leire.

—Pues a suertes, a ver... Llorente, tú.—comenzó a decir el capitán del Atlético.

—¿Y yo por qué? Si no me he metido con nadie.—protestó Marcos.

—Porque sí, porque me da la gana y porque puedo.—el rubio refunfuñó antes de indicarle con la cabeza que hablase.—¿Verdad o reto?

—Venga, va. Reto. Así se animan los muermos que hay aquí.

—Tus muertos.—intervino Asensio, con una sonrisa inocente.

—Yo no me fiaría de Koke para poner los retos, sinceramente.—comentó Pau abrazando sus piernas.

—La verdad que yo tampoco.—corroboró Arizona.

—Callarse. Ya tengo un reto. Y no es uno cualquiera, es el reto.—en ese momento, Marcos sintió el verdadero terror en su cuerpo.

—Me estoy arrepintiendo.—murmuró el chico, logrando la risa de Koke.

—¿Hay algún escrupuloso por aquí?—preguntó el chico.

—No. Deja de enrollarte.—pidió Leire.

—Bebe vodka, y luego pásaselo a la persona que más te atraiga de los que estamos aquí.

—¿Qué?

—De boca en boca.

—Tío, no.

—No hay huevos.

—Koke...

—¡No hay cojones!—intervino Arizona, estaba deseando ver aquello.

—No empieces tú también.—advirtió Llorente, logrando la risa de la malagueña.

—Te faltan tío.

—Dame la botella de Vodka.—Koke hizo lo que el chico pidió, y tras darle un trago, se puso de pie.

Se movió hasta llegar a Leire, la chica levantó su cabeza y abrió su boca, al segundo, Marcos acercó su rostro al de ella, tanto que sus narices se rozaban, y dejó caer el líquido.

—Hasta aquí se ha notado la tensión sexual.—murmuró Nacho al ver aquella escena.—¡Siguiente!

—Verás tú la noche como va a acabar...

—¡Moratita de mi corazón!—el anterior nombrado levantó su vista al escuchar su apellido.—¿Verdad o reto?

—Verdad, no me la juego contigo.

4 Besos ||Javi Puado||Where stories live. Discover now