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 —Buenos días.—dijo Arizona entrando en la cocina.

—Madrugando nunca son buenos.—protestó Leire.

—¿Estás nerviosa?—le preguntó Kera. Arizona negó con su cabeza mientras se servía una taza de café.

—Si fuera el club de mis amores sí, pero como no lo es pues... Sólo se salvan cuatro de los que están ahí.

—Bueno, no se puede tener todo en esta vida, hija.—comentó la alemana.

—¿Pues sabes lo que quiero yo? Irme de fiesta con Pedri y con Eric.—comentó la pequeña de los Puado.

—Avisa a tu hermano, así por lo menos esta mujer se alegra las vistas.

—Me caéis mal.—la malagueña dejó su taza de café en la encimera y fue hacia el baño de su habitación. Se duchó y se vistió con unos pantalones grises de chándal y una camiseta blanca básica, acompañado de unas Converse. Se recogió el pelo en una coleta y se cepilló los dientes antes de salir del baño.

Se puso un poco de perfume y abandonó el cuarto, no sin coger antes sus cosas.

—¿Ya te vas?—preguntó Kera.

—Sí, no quiero llegar tarde el primer día.

—Pero si todavía faltan cuarenta y cinco minutos para que empiece el entrenamiento.

—Le prometí a Laporta que estaría allí antes de que llegasen los jugadores. Además, me viene bien aprenderme el camino. A mi no se me puede sacar de Gran vía, ni de la Alameda Principal de Málaga, que me pierdo.—se despidió de sus amigas y salió del apartamento. Se subió en el ascensor y pulsó el botón del 0. Una vez que estuvo en la calle, escuchó el claxon de un coche.—¿Pero qué haces?

—Te dije que te recogería. Sube.

—¿Tú eres consciente de lo que se puede liar si te ven dejándome en la ciudad deportiva?

—¿Ves que me importe?

—A la vista está que no. No me voy a subir en tu coche.

—O subes tú, o te subo yo. Elige.—la morena resopló, y caminó hacia el coche de Puado. Se sentó en el asiento del copiloto y se abrochó el cinturón.

—A esto se le llama secuestro, ¿lo sabes?

—Has entrado por voluntad propia, guapa.—el chico arrancó el coche

—Me has coaccionado.

—No te quejes tanto.

—Pon música al menos.—pidió la morena.—Quiero empezar bien el día.

—¿No te es suficiente con verme la cara?—Arizona alzó una ceja y rió.

—Menudo ego tienes.

La música empezó a inundar el coche, ya que Javi había conectado su móvil.

—No...—dijo la morena al escuchar los primeros acordes de Tu jardín con enanitos.

—¿Qué pasa?

—No me esperaba para nada que te gustase esta canción.

—¿Estás de broma? Es un himno.—el chico le dio volumen a la canción.

—Es mi canción favorita, para que lo sepas.

Pasaron unos segundos en silencio, hasta que ambos comenzaron a cantar el estribillo. Se miraron entre ellos, y Arizona sonrió.

Y hoy le pido a tu ángel de la guarda que comparta. Que me de valor y arrojo en la batalla, pa' ganarla.—empezó Arizona.

Y es que yo no quiero pasar por tu vida como las modas, no se asuste señorita, nadie le ha hablado de boda.

4 Besos ||Javi Puado||Where stories live. Discover now