32_ ¿Quién anda ahí?

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Después de varias horas de viaje, las dos chicas consiguieron cruzar el desierto.

-¡Agua!- Gritó Clarke bajando del caballo y acercándose cojeando hacia la orilla del río.

Lexa también se acercó y se agachó poniendo sus manos en forma de cuenco para beber.  Suspiró de alivio cuando el líquido fresco acarició sus secos labios para luego refrescar su interior al tragar.

Observó como la rubia se remangaba el pantalón y poco a poco se iba metiendo en las profundidades del río.
Clarke apretó los dientes cuando el agua cubrió su herida. La tenía infectada y una gran ráfaga de dolor recorrió sus huesos.

-Clarke no puedes andar- Dijo Lexa alarmada al ver como la menor poco a poco se iba adentrando cada vez más.

Pero la rubia hizo oídos sordos y siguió con su camino. Necesitaba refrescarse. Había pasado mucho calor y el agua poco a poco estaba aliviando el dolor de su pierna.

-¡Clarke!- Gritó Lexa al ver que se iba hundiendo en el agua.

Cuando la rubia desapareció en la profundidades, rápidamente Lexa salto al agua e ignorando el dolor de su mano y su hombro, nadó lo más rápido que pudo hacia ella.

-¡Clarke Clarke!- Lexa agarró del brazo a la menor sacándola del agua.

-¡¿Clarke estás bien?!- Preguntó llena de preocupación la castaña.

La rubia abrió los ojos y la miró extrañada. -Pues claro que estoy bien. Solo quería bucear un poco.

Lexa suspiró aliviada.

Clarke al ver lo preocupada que estaba, soltó una carcajada burlona haciendo que Lexa también sonriera y le pegará un pequeño golpecito a la rubia.

-Enserio creías que iba a...

-¡Cállate!- Interrumpió Lexa al ver que Clarke no paraba de reír.

-Se nadar desde que tengo memoria.- Dijo Clarke mirando a Lexa pícaramente. -Y soy campeona juvenil de surf desde hace tres años.- Sonrió victoriosa.

Lexa levantó una ceja cruzándose de hombros y con un gesto divertido analizó con la mirada a la rubia. -Cuantamelo cuando se te quite esa cojera.- Ahora fue la castaña la que sonrió burlona.

Clarke puso cara de sorpresa y fingió estar enfada hasta que una malvada sonrisa apareció en su rostro y con las manos comenzó a salpicar a la castaña con la mala suerte de resbalar con una de las piedras que estaba pisando bajo el agua. La rubia se inclinó hacia delante pero fue frenada por los brazos de Lexa que la sujetaron. Las dos chicas se quedaron pegadas. Sus cuerpos cada vez estaban más juntos y aunque estaban prácticamente con el agua hasta los hombros, sintieron una ráfaga de calor recorrer cada uno de sus nervios.
En un leve segundo, sus miradas se cruzaron quedando totalmente conectadas. Esta vez sin diferencias, no había una desafiante, no había una nerviosa. Las dos eran iguales y por esos segundos, las dos expresaban felicidad. Azul y verde. Verde y azul. Haciendo que el tiempo se parara por unos instantes en los que sus preocupaciones se esfumaron, en los que solo existían esos ojos mirándose con intensidad.

Clarke relajó su rostro al quedarse hipnotizada bajo aquel intenso verde sobre ella.

Al ver el rostro embobado de la menor, Lexa dibujó media sonrisa y acarició los mechones mojados de la rubia.

Clarke también sonrió y con timidez, agarró a la castaña de la cadera por debajo del agua atrayéndola más hacia ella.
Se inclinaron y probaron sus labios con un suave beso. Se separaron, se miraron, dibujaron una leve sonrisa y volvieron a juntar sus bocas sin la necesidad de palabras.

Un gran estruendo de un trueno acompañado por un rayo apareció en el cielo haciendo que las dos chicas volvieran a la realidad.

-Se acerca tormenta- Dijo Lexa mirando al cielo. -Debemos encontrar un refugio, está anocheciendo.

Clarke asintió y se mordió el labio al ver como Lexa nadaba hasta la orilla.
¿Por qué se iba sin más? Cada vez que tenian un momento así, un momento en el que lo único que existían eran sus miradas, algo las interrumpió y luego todo seguía como si nada. Como si nunca hubiera pasado.

Suspiró y salió del agua.

Después de un rato paseando encontraron una cueva donde resguardarse. Había anochecido y los truenos se habían incrementando, no tardaría mucho en empezar a llover.

Clarke se sentó en una roca y estiró la pierna mordiéndose la lengua para no gritar de dolor.
Lexa encendía una hoguera y se sobresaltó al oír estornudar a la rubia.

-¿Estas bien?- Pregunto cuando la llamas aparecieron sobre la leña.

Clarke se encogió y sorbió por la nariz. -Supongo que me he resfriado al salir del agua.

Lexa observó preocupada como la rubia tiritaba. Se quedó unos instantes mirándola con intensidad. Era tan adorable.
Se levantó y se acercó sentándose a su lado.
La remango el pantalón y observó su herida, después puso su mano en la frente de la menor.

-Tienes la herida infectada...- Acarició la frente de la rubia, haciendo que está cerrara los ojos. La encantaba que la suave piel de Lexa la acariciara. -Tienes fiebre... Necesitas comer algo.

La castaña se levantó y cogió la espada de Clarke.

-¿A dónde vas?- Preguntó pasándose la manga por su nariz quitándose los mocos.

- Voy a buscar algo de comer. En este bosque siempre hay animales...

-Lexa no te vayas...

-Necesitas comer, volveré antes de que empiece a llover.

-Ten cuidado...

La castaña dibujó media sonrisa y se acercó a ella. -Soy la Comandante, me conozco este bosque como la palma de mi mano.

Clarke asintió y también esbozó una leve sonrisa.

Lexa rodeo su cara con sus mano y le brindó un breve beso en la frente. -Ahora vuelvo.- Susurró.

Clarke se encogió acercándose a la hoguera y observó cómo Lexa se alejaba con la espada y desaparecía en la densa oscuridad del bosque.

Lexa caminaba despacio por el bosque. Llevaba la espada en du mano buena mientras con la mano mala sujetaba una pequeña antorcha. Poco a poco iba recuperándose y podía sujetar cosas con la mano pero todavía, no podía realizar movimientos bruscos.

Observó a un conejo que corría entre la hierba.
Sin perder un segundo comenzó a perseguirle pero se paró al ver como el animal se escondía en su madriguera.

-Mierda...- Susurró.

Un crujido que sonó a lo lejos alerto a la castaña que se incorporó y poniéndose en guardia, se acercó poco a poco para averiguar de donde provenía el ruido.

-¿Quien anda ahí?- Preguntó en voz alta afinando la vista.

El crujido se oyó mas cerca.

Lexa observó cómo a lo lejos aparecía una tenue luz de una antorcha.

Apretó la espada con la mano dispuesta a atacar a quien se encontraba entre los árboles.

Cuando prácticamente estaba encima de los desconocidos, la chica salió de su escondite en posición de ataque.

Pero al levantar la vista y observar a los portadores de las antorchas se quedó totalmente petrificada.

-Vaya vaya... Justo a la persona que estábamos buscando.

Lexa apretó los dientes. -Tu...

-Te veo un poco perjudicada Comandante...- Dijo la mujer observando el brazo inmóvil de la castaña.

Lexa gruñó de rabia. Ahí estaba. Ahí estaba la culpable de todo. La mujer que había sacrificado a su pueblo y que había sacrificado a toda la isla por egoísmo, por poder, por qué quería la isla para ella. Acompañada por unos 10 soldados armados con espadas y hachas.

Se cruzó de brazos -¿Qué vas a hacer ahora querida?- Preguntó burlona la reina.

La chica dibujó media sonrisa y entre cerró la vista desafiante. -Voy a matarte.

LA ISLA PERDIDA | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora