Capítulo 16

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¿Cómo podría hacerle daño? Ella camina hacia mí y sus manos rodean mi cuello. La presión es insoportable y el aire me falta. Extiendo mi mano y luego ella cae al suelo.

—Basta— le grito

—Que curioso que ella esté diciendo lo mismo.— extiende su mano y de ella salen bolas de fuego.— Que lastima que uno de los dos deba morir.

Esquivo las bolas de fuego y corro hacia ella. Hago que aparezca un hueco en la tierra debajo de sus pies y ella cae.

—¡Para por favor!— ella niega con su cabeza y lanza más bolas de fuego. Una de ellas logra rozar mi hombro.

Veo movimiento a mi alrededor. Mi familia se coloca en los bordes del hueco. Y entienden sus manos.

—¡No!

Energía de todos colores sale de sus manos en dirección a Laia. Lágrimas salen de mis ojos sin parar y los gritos desgarradores que salen de ella hacen que mi corazón se rompa. Cuando su cuerpo está inerte en el suelo ellos se detienen. Elevan su cuerpo y lo dejan a mi lado. Rápidamente la abrazo.

—Calma hijo, sólo matamos a la bruja.— dice mi padre.

—¿Qué?— preguntó desconcertado.

—Ella va a estar bien.

Dos semanas han pasado y aún Laia no despierta. No me separo de su lado en ningún momento. Todos en la casa están tranquilos pero yo no dejo de preocuparme. Su respiración es pausada y da la impresión de que está durmiendo.

Laia Armendáriz

Mi cuerpo duele y no puedo moverme. Escucho voces a mi alrededor pero no puedo hablar. Siento una calidez en mi mano y un beso en mi mejilla.

—Despierta ya... te quiero conmigo.— dice Amir

Trato de apretar su mano y siento ganas de sonreír cuando lo logro.

—¿Qué...?

Vuelvo apretar su mano y escucho como se ríe.

—¿Puedes escucharme?— pregunta. Aprieto su mano. El vuelve a reír y escucho como se aclara la garganta. —Te amo.— En vez de apretar su mano trato de abrir los ojos.

Varios intentos después lo logró. Miro su rostro frente al mío y el sonríe.

—Hola, empezaba a pensar que dormirías para siempre.— niego con mi cabeza lentamente. Trato de hablar pero no puedo. — No hagas esfuerzo, con que me mires es suficiente.— rodea mi cuerpo con sus brazos y yo cierro los ojos disfrutando del contacto.

Varias horas después puedo hablar y dar pequeños pasos. Amir no quería que me levantara por miedo a que me hiciera daño pero aún así no le hice caso. Pude asearme y cambiarme de ropa. Su familia me recibió con abrazos y comida que devoré en menos de quince minutos.

—¿Todo acabó?— le pregunte a Amir mientras él se sentaba a mi lado en el jardín.

—Así es.— dijo y pasó su brazo por mis hombros. Coloque mi cabeza en su hombro y él le dio un beso a mi cabeza.

—Quiero volver al castillo y quiero ver a mis padres.

—Hable con ellos, les conté que estabas bien y que las cosas se arreglaron. Fue hace una semana a lo mejor ya están en el castillo.

—¿Vas a venir conmigo?— pregunte

—Siempre.

Dios salve a la reina Where stories live. Discover now