Capítulo 13

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Laia Armendáriz

Llevo dos días en la cueva de la bruja que me secuestro. La inquietud, el miedo del qué pasará no me deja respirar como es debido y el mal olor de la cueva no ayuda. Lo único que he comido es pan y agua. Ella no me ha dicho quién es ni qué quiere exactamente. Me ha tenido aquí encerrada en una esfera traslúcida de lo que supongo es magia. Me siento débil y aunque quisiera escapar la realidad es que no puedo contra ella.

—¿Cómo te sientes?— pregunta ella con burla.

No contesto. Ella sonríe y murmura algo que no logro entender.

—Tu principe bueno no, ahora es tu futuro rey.— ríe a carcajadas.— Está haciendo hasta lo imposible para encontrarte. Pero es inútil soy más fuerte que todos ellos juntos.

—¿Qué quieres?— pregunto

—Que todo siga como antes de que él llegara. Nunca creí que existiera de verdad ese tal corazón puro.

Y entonces mi mente recuerda flashes de la historia de mi familia. Le doy una mirada significativa que ella entiende.

—Ahora te das cuanta, pensé que eras más inteligente.— con esas palabras se retira.

Los minutos y las horas pasan ella no vuelve. Siento algo en mi boca y de inmediato me asusto y me remuevo inquieta. No veo nada pero siento lo que parece ser una mano.

—Calma amor, soy yo.— susurra en mi oído. Mi cuerpo se relaja y dejo de moverme. Es él, está aquí.

La esfera a mi alrededor desaparece. Antes de caer al piso él me toma en sus brazos, coloco mis manos al rededor de su cuello y suspiro.

Amir deja caer su frente en la mía y luego mi cuerpo también se vuelve invisible. En un abrir y cerrar de ojos aparezco al frente de una casa en medio del bosque.

Amir sube unas escaleras y abre la puerta. Su familia aparece sin necesidad de llamarlos. Luego nuestros cuerpos vuelven a la normalidad.

—¿Están bien?— pregunta su papá.

—Como dijiste la tenía en una espera que la estaba debilitando.

—¿Qué?— no puedo evitar preguntar.

—Sí, era una espera que te debilita. No entiendo porqué te tenía allí si ni siquiera podrías con ella.

—Gracias por el cumplido.— dije con sarcasmo.

—Sabes que es verdad.— deja mi cuerpo en el suelo y su familia se va.

—¿Dónde están mis padres?

—Siguieron con los planes que tenían antes, se fueron.

No puedo disimular la decepción de no tenerlos conmigo.

—No te preocupes, yo les di la idea ellos no querían. Pero con esta situación de ahora es mejor que estén lejos.

—Ella pensaba que no ibas a poder encontrarme.

—Eso fue lo que le hice pensar.— dice guiñándome.

Al día siguiente amanecí con Amir sentado en una silla al lado de mi cama. Sonreí ante el recuerdo.

—Ahora se intercambian los papeles.— él también sonríe pero no dice nada. —¿Cómo están las personas en el palacio?— pregunte

—Todos allá están bien, estuvieron preocupados pero les aclaré las dudas.— eso me hizo sonreír aún más.

Bajamos a desayunar. Su familia estaba en una gran mesa de comedor. Sólo habían dos espacios desocupados que eran para nosotros.

—Buenos días.— dije en general.

Lo curioso de la familia de Amir era que todas eran mujeres excepto su papá y los maridos de sus tías.

La mañana pasó tranquila hasta que las preguntas llegaron a mi mente. Amir estaba sentado a mi lado en el pequeño pero hermoso jardín lleno de flores de su casa.

—¿Qué va a pasar ahora? Hay que derrotarla o algo así.— dije sin mirarlo.

—No lo sé, quiero hablar con ella pero algo me dice que no es pacífica.

—Definitivamente no es pacífica. Me encerró en una esfera que me debilitó ¿Quién hace eso? Yo no le haría daño a nadie.

—Ella no sabe eso. No nos conoce, lleva años encerrada en su cueva y cuando sintió que la maldición se rompió salió.

—Si te enfrentas a ella...¿tienes la posibilidad de derrotarla?— pregunte temiendo la respuesta.

—Tengo posibilidades, tendría que practicar más todo lo que sé y aprender más.

Lo miro por primera vez desde que estamos hablando y luego recuesto mi cabeza en su hombro. Cuando estoy con él todo se siente en paz. Pero ambos sabemos que no durará mucho. Al menos no hasta que esa bruja desaparezca.

Dios salve a la reina Where stories live. Discover now