Capítulo 44

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He releído la carta no se por cuantas veces y hubiese querido que el dolor fuera menor con cada leída, pero no es así, es aun peor. No se que es lo que pasa, lo que si tengo seguro es que Uriel ya no volverá, se ha ido y ni siquiera pudimos despedirnos de frente. Me da tanta rabia sobre  todo por la forma en que Didi no quiso decirme nada acerca de él, su paradero, como se encuentra, nada. Y yo en pleno siglo 21 sin un numero de teléfono o una red social por la cual comunicarme con él.

Me acuesto en la cama con la cara empapada de lágrimas, me tapo con la manta hasta la barbilla, mientras lloro silenciosamente, no quiero que nadie me vea así. No quiero preocupar a mi familia, no quiero sentir este dolor. Tal vez lo que dice Uriel sea cierto y  esto es algo pasajero, que en algún tiempo no recordaré, pero lo dudo, el dolor es tan real como si literalmente estuvieran arrancándome el corazón.

Ojalá no fuera cierto pero se que lo es. Y mi cabeza esta tan cargada que no se que hacer, ni siquiera se si puedo hacer algo.

Sin darme cuenta me quedo dormida, y tengo un sueño agridulce, sueño con Uriel, estamos en el mismo lugar del sueño anterior, parece el cielo, lleno de nubes que creo son algodón de azúcar, pero esta vez no escucho lo que me dice, es como si un vidrio nos separará, no podemos tocarnos. Veo su desesperación, su ansiedad y se que probablemente es el reflejo de la mia, tengo tanto que decirle y necesito con toda mi alma abrazarlo para que borre de mi la sensación de pánico y desolación que me embargan.

Trató de alcanzarlo, pero es como si mientras más lo intento, más nos alejaramos. Grito, pero de mi boca no sale ningún sonido. De la nada aparece una luz cegadora que luego se convierte en una forma de hombre pero de luz, esta luz me empuja fuera del lugar, trató con todo lo que tengo para quedarme pero siento una sacudida que precede a mi despertar.

Me sacudo mientras mis ojos se abren y por un instante  me siento desorientada, el brazo de Jane me rodea, y aunque siempre me han reconfortado sus brazos, ahora mismo siento que me asfixian. Me levantó de la cama con suavidad y voy a la cocina para despejarme.

Sentada en la mesa en la que muchas veces comimos toda la familia, incluido Uriel, ya lo sentía parte de ella. Una familia de lo más extraña, pero al final una familia.

Mi mente repasa todos los momentos que pasamos juntos, aunque no fue tanto el tiempo que compartimos, desde luego fueron muchos los momentos que tuvimos, aunque Uriel tiene toda la razón, nos hizo falta mucho tiempo.

Hablando de la carta... ¿como fue que llegó a casa? ¿Quien la trajo? ¿Será posible que fuera el mismo Uriel?.

Cuando me dispongo a correr a preguntarle a mis papás, veo a mi magnífico padre que está observándome desde la puerta.

- Pequeña... - Me ve con tanta ternura que casi me echó a llorar, pero trató de guardar la compostura. - no me gusta verte mal. Dime que puedo hacer.

- ¿Cómo llegó la carta de Uriel a casa? - Trató de que mi voz no tiemble.

- Un chico la trajo, el chico del otro día. - se queda pensando por un instante - No recuerdo como se llamaba, el hijo de la señora Villegas, el chico que tiene nombre de Barbie.

- ¿Nombre de Barbie? - pregunto medio divertida, es como si estuviera hasta cansada para los chistes de papá.

- Si, ya sabes a eso me suena... - él me lanza una mirada burlona, dándome a entender que si que sabe el nombre del chico, sólo quiere hacerme reír. Lo que me sorprende es que sea él quien trajo la carta.

- ¿Te refieres a Ken? - Trató de seguir su chiste.

- ¡Si, ese! - da una pequeña palmada - ¿Ya ves? ¿Barbie, Ken?

- El novio de Barbie se llama Kent, pero entendí el punto. - Trato de darle una sonrisa, pero mi mente está tratando de barajar las posibles razones del porqué Ken trajo la carta de Uriel. - ¿Te dijo algo?

- No, en realidad fue suerte el que me enterara que fue él quien la trajo - camina y se detiene cerca de mi - iba a salir por comida cuando él estaba metiendo la carta bajo la puerta, lo tomé por sorpresa, parecía un ciervo frente a los faros de un auto.

Papá ríe entre dientes y luego nos quedamos en silencio. Me parece que esta vez si que tendré que visitar a Ken, tiene que darme explicaciones.

- ¿Lizzy, que pasa? - Papá pone su mano sobre mi hombro - Me tienes muy preocupado.

- Lo siento, papi - pongo mi mano sobre la suya - Lo último que quiero es preocuparte. - Me pongo de pie y lo abrazo - Cuando sepa que es lo que sucede te lo contaré, ahora mismo ni yo misma sé.

Papá asiente con la cabeza y besa mi frente, nos quedamos mirando el uno al otro como comunicándonos, no se que es lo que yo le digo, pero la preocupación en su apuesta cara no me gusta, tendré que aprender a ocultar mejor mis sentimientos.

Ahora soy una chica con un propósito, no más de quedarme de brazos cruzados, esperando a que sucedan las cosas.

Ken, prepárate...

Tú Eres Mi Ángel [Terminada]Where stories live. Discover now