24. "Artemis, no me gusta la oscuridad."

Start from the beginning
                                    

Y con eso, no puedo evitar las lagrimas que caen por mis mejillas, —Yo también te quiero, idiota.

Cuando nos separamos, Ares limpia mis lagrimas con sus pulgares.

—¿Idiota?

Los dos nos reímos con lagrimas en nuestros ojos.

—No te preocupes, vendré uno que otro fin de semana, en acción de gracias, navidad, no podrás deshacerte de mi tan fácilmente.

—Más te vale, bueno, te dejaré terminar de empacar.— le digo, aspirando con mi congestionada nariz por haber llorado.

—De acuerdo.— Ares me da un beso en la frente, —Y recuerda que sin importar lo que pase con el Iceberg.

—Tu siempre serás mi favorito.

Me guiñe el ojo, —Buena chica.

Lo dejo terminar de empacar y bajo las escaleras, todos están esperándolo en la sala. Artemis y yo compartimos una mirada rápida, antes de que me meta al pasillo para ir a mi cuarto. Ni siquiera quiero estar cuando Ares salga con las maletas, al parecer las despedidas son una debilidad mía recién descubierta.

Me encuentro a mi madre en el pasillo.

—¿Ya se va?— mi madre pregunta con una sonrisa triste.

—Si, ya esta por bajar.

—Iré a despedirme.— solo asiento y me hago un lado para que ella siga su camino.

Mamá quiere mucho a los tres chicos Hidalgo, ella pasó más tiempo con ellos que su propia madre.

Suspiro, entrando a mi habitación, aún es de madrugada, ya que el vuelo de Ares sale temprano, así que me quedan unas horas de sueño, necesito toda mi energía para cuando amanezca en tres horas.

-

Quiero... estar contigo, Claudia.

Me giro hacia un lado en mi cama, descansado un lado de mi cara sobre mis manos. Las palabras de Artemis se repitan una y otra vez en mi mente, a pesar de que ya han pasado varios días y no lo he visto, no puedo dejar de pensar en él.

Porque eres tú, porque tu eres la única que puede ver a través de mi.

¿Cómo me dice esas cosas y después desaperece así?

Me volteo de nuevo en la cama, esta vez, quedando sobre mi espalda con mis manos estiradas a mi lado.

Estupido Iceberg.

Cierro mis ojos, tomando una respiración profunda, de verdad necesito estas tres horas de sueño, funcionaré fatal durante el día sino duermo nada.

En la oscuridad de mi habitación, la luz de luna entrando por la ventana y los arboles de afuera hacen figuras en el techo, una sonrisa llena de nostalgia se forma en mis labios.

—¿Qué estas haciendo?— había preguntado una inquieta yo de 8 años al ver a Artemis poner las sabanas en el piso de su habitación y apagar las luces, mi miedo a la oscuridad aún me atormentaba después de esos años en las calles así que cerré los ojos asustada.

Artemis me tomó de la mano y me guió a las sabanas, nos acostamos sobre nuestras espaldas. Mantuve los ojos cerrados, no quería ver los monstruos a mi alrededor.

—Artemis, no me gusta la oscuridad.

—Lo se,— él susurra, —Mira el techo, abre los ojos.

Lentamente, abrí mis ojos, el techo estaba lleno de stickers que brillaban en la oscuridad: estrellas, planetas, constelaciones, de diferentes colores. La vista era hermosa.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Where stories live. Discover now