XI

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Apenas Tori volvió a su habitación, conectó sus cámaras y analizó el comportamiento del hombre. Era claro que estaba allí por ella, pero no conocía quién era y cuál era su participación en el árbol de relaciones que tenía guardado ya que era la primera vez que lo veía.

Hace un par de meses que sabía que la estaban siguiendo, pero nunca habían intentado algo, ni siquiera acercarse a ella tanto como había sucedido durante la noche. Siempre era alguien que la observaba a lo lejos, a centenares de metros de distancia, y lo más probable era que como ya no tenía el resguardo de la agencia, intentaran hacer algo con ella también.

Cuando Tori siguió las cámaras en búsqueda del hombre misterioso, se fijo que había escapado en una van negra, con la mitad de la patente oculta. Lo más probable era que esa patente también fuese falsa, así que ni se molestó en rastrearla.

El peso de la situación por fin le cayó en los hombros. Había estado a un paso de ser capturada y quizás qué otras cosas le harían, y estaba sola. Podía con un hombre, y hasta dos gracias al entrenamiento de la academia, pero jamás había ido a una misión sola y la morena comenzaba a desconfiar de sus propias habilidades.

Sin embargo, ya estaba metida en todo ese lío. Ya no había vuelta atrás. Tenía que buscar rápidamente otra ubicación y marcharse de allí, pero no lo podía hacer sin antes ingresar a la fábrica-bodega a la que estaba espiando y sacar tanto información que le fuera útil como evidencia de algún crimen que pudiese usar para meter a todos esos hombres a la cárcel.

Armó su plan: durante la mañana iría hasta el café de donde robaba la señal para infiltrarse en las otras redes sin que conocieran su identidad, sacaría información de la seguridad, tipo de ingreso y horarios; a la hora del almuerzo se infiltraría, y si todo iba bien, por la tarde se estaría marchando a otro lugar, escapando de los sujetos que la perseguían.

Comenzó a traspasar el mapa de la bodega a su aparato móvil, y mientras se cargaba, recordó la cámara que había colocado en la habitación de la otra muchacha, en el escritorio de la chica y no más grande que un pequeño dedal.

Observando la imagen que tenía conectada en su laptop, la gótica parecía no haberse movido de la posición en la que se había quedado cuando la morena salió de la habitación, y lamentablemente no podía ver nada de lo que aparecía en la pantalla de la otra chica, solo que se había puesto audífonos y parecía concentrada en lo que sea que estuviese haciendo, además de mover sus labios de vez en cuando, como si estuviera cantando por partes.

Agradeció mentalmente a Cat por haberle entregado ese artefacto, pero lamentó que no tuviera sonido, y aunque ella misma pudo haberle agregado uno, como todavía era inexperta en ese aspecto, le hubiese tomado una semana entera hacerlo y no tenía tiempo.

El resto de la madrugada Tori pasó estudiando el mapa de la bodega para memorizarlo, distrayéndose de vez en cuando en la imagen clara y de alta calidad de la pálida chica.

—•—•—

Jade estaba segura que se iba a terminar acalambrando por el esfuerzo que estaba haciendo para no mirar directamente a la cámara que ella misma había creado. Lo bueno era que sabía que no tenía micrófono y le daba la oportunidad de reclamarle a Cat por haberle entregado sus creaciones a la Agente Vega.

"Pero Jade" escuchó al otro lado de la línea la voz de Beck que recién despertaba, "Haz como que lo encontraste y después deja la cámara mirando a la pared". Le dijo después de que Cat le contara el problema cuando llegaron hace un par de horas.

— Ya da lo mismo, ¿a qué hora vas a estar en la cafetería esa? Necesitamos hablar, pero no me puedo alejar mucho de Vega –dijo la gótica hablándole a sus audífonos.

ON THE RUNWhere stories live. Discover now