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— ¡Trina! –gritó la menor de las Vegas desde el hall de su casa, aprovechando que Trina no estaba presente para sacar el celular del macetero junto a la puerta, frunciendo el ceño al notar que tenía una notificación de movimiento en una de sus cámaras. Sintió movimiento en la planta superior y mirando las escaleras volvió a gritar; – ¡Vamos a llegar tarde!

Se apoyó en el marco de la puerta y guardó el celular de prepago que había estado usando hace meses en el mismo macetero en el que lo había escondido, y revisó la hora en su reloj de servicio. Todavía estaban a tiempo, pero su paciencia se iba disminuyendo poco a poco. La mayor siempre hacía lo mismo, sin embargo, esta ocasión era distinta, era el homenaje que la Institución le iba a brindar a su padre, David Vega, en el primer aniversario de su muerte. Debían llegar a tiempo, y el hecho de que su celular personal volviera a vibrar con el centésimo mensaje de su madre, no lograba calmarla.

La organización tenía horarios estrictos, y pese a que en el último tiempo Victoria había estado teniendo conflictos con Helen, la directora jamás sería capaz de empezar una ceremonia tan especial sin las hijas presentes. Sin embargo, si retrasaban demasiado el evento, podrían llegar a entorpecer las labores de los agentes en servicio que, por respeto y cariño al agente caído, asistirían a la ocasión. Así que apenas Trina se dignó a bajar, su hermana la agarró del brazo y la empujó hasta el auto, tirándole las llaves y apresurándola a iniciar el auto.

— Sabes, Tori –comenzó la mayor con burla mientras salía por la autopista en rumbo al Cementerio Federal–, para ser la mejor espía de tu generación, es absurdo que aún no sepas manejar.

Tori no le respondió, en cambio le dio un vistazo al atuendo que tenía puesto. Era un vestido floreado semi-transparente y negro, que podría lucirse perfectamente en un evento de gala, pero no en una ceremonia de honor para su propio padre. Le iba a hacer un comentario, pero viendo que la mayor parecía ignorar su propia falta de respeto mientras se arreglaba el labial rojo puro en el espejo del auto, decidió ignorarla también. No estaba de humor.

De hecho, hace bastante tiempo que se le estaba desapareciendo el humor, desde que su padre desapareció, para ser específicos. Y la menor de las Vega lo sabía perfectamente, en especial porque su tasa de misiones completadas en un tiempo determinado estaba luciendo cada vez más como el de un recién egresado, ni siquiera se presentaba en las reuniones con su escuadrón. Sikowitz le había dado un par de charlas, pero más allá de eso, simplemente la dejaba ser y Helen, en cambio, le había estado recomendando desde semanas atrás que era hora de tomar una licencia y despejar su mente. La ausencia del Agente Vega en la academia provocó una baja de moral general, y su hija predilecta era la que más lo sentía.

Apenas entraron al establecimiento, podían ver un grupo de adultos vestidos de negro respetuosamente esperando junto al memorial a los agentes caídos de la organización, gentileza del Estado. Vega se colocó de inmediato los lentes negros ya que apenas vieron el auto aparecer, todos los rostros se giraron para verlas y ordenarse para comenzar la ceremonia. En el estacionamiento estaban Robbie y André, los compañeros de escuadrón de Vega, esperándola de traje y corbata como todo el resto de los presentes, el primero de ellos con exceso de gel en el cabello.

— Hey, Tor... --le saludó André con voz silenciosa, ayudándola a bajar del auto–, ¿cómo estás?

La muchacha solo asintió con la cabeza antes de murmurar algo que se escuchó como "terminemos con eso", y encaminarse hasta el punto de encuentro sin si quiera esperar que su hermana terminara de apartosamente salir del auto. Mientras caminaba, los otros chicos analizaron el atuendo de la chica: jeans negros rasgados en las rodillas, botines militares negros, una polera negra, y una blusa a cuadros gris abierta. Las ojeras que se lucían debajo de sus ojos delataban su falta de maquillaje y el cabello largo que solía lucir, ahora lo llevaba corto, a nivel casi de sus hombros. Se miraron entre ellos queriéndose preguntar mutuamente qué hacer para alegrar a su amiga, pero sabían que ese día era un día en especial delicado y sabían que si decían algo, la muchacha arrancaría de allí.

ON THE RUNWhere stories live. Discover now