XIII

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— No me digas qué hacer –advirtió por ultima vez la gótica antes de ponerse a seguir a Tori.

"Vale, vale", le replicó André, para luego sentir la voz de Robbie gritar por su auricular, "¡Encendió el Rastreador! ¡Tori encendió el rastreador!"

Jade no respondió porque se estaba acercando a Tori y la podía escuchar.

"¿La vamos a buscar?", fue la voz de Cat la que habló esta vez, y luego la de André, "No, conozco a Tori y no querría eso. Sigamos con el plan, por lo menos si la pierdes, tendremos cómo localizarla".

Justo en ese momento Tori tomó un desvío en su camino, entrando a un callejón de estacionamientos. Jade miró para todos los lados para cerciorarse que no hubiese nadie siguiéndola y entró tras ella, perdiéndole el rastro por unas milésimas de segundos antes de que un cuerpo la empujara contra un auto.

— ¡¿Quién eres?! –le exigió Tori con voz enrabiada.

— ¿Q-qué? ¿Cómo? –Jade estaba sorprendida, y se le notaba tanto en su gesto como en su cuerpo entero al quedar paralizada bajo el firme agarre de Tori. Estaba a punto de responder cuando sintieron unos aplausos de unos hombres tapando la entrada de aquel callejón.

— Vaya, vaya... –dijo el que estaba parado en medio de los sujetos–, si no es la agente Victoria Vega... ¿y quién es ella? ¿Una pareja? ¿Un amante? ¿O quizás otra agente?

Tori instintivamente cambió su agarre y se paró delante de la gótica, con una mano extendida para protegerla de los hombres.

"Jade, vamos a entrar", sintió la voz de André en su oreja.

— No –le respondió Jade a los chicos, pero atrajo la atención inmediata de los cinco hombres y Tori, por lo que continuó–, ¿qué es esto? ¿quieren que llamen a la policía?

La muchacha actuó inocente, esperando que los otros hombres se compraran su acto, y también que los chicos entendieran que esa era la única oportunidad de conocer a los sujetos detrás de la mafia.

"Helen viene en camino", era la voz de Beck, "creo que sé lo que quieres hacer, pero ten cuidado, Jade".

Mientras los sujetos se reían por el comentario de la gótica, ella pudo analizarlos y se dio cuenta que tras sus poleras negras se encontraba el mismo tatuaje en los antebrazos de los hombres, a excepción del cabecilla de ese grupo que lo tenía en el hombro.

— Agatha es tu nombre, ¿no? –comentó el hombre actuando como si lo supiera todo–, lamento que no puedo dejarte hacer eso.

— ¿Cómo sabes mi nombre? –le respondió de inmediato Jade sin siquiera titubear para luego tomar la mano de Vega y arrastrarla hacia ella–, Amor, ¿los conoces? ¿Por qué conocen nuestros nombres?

Tori la miró extrañada, pero luego de que Jade le apretara la mano con fuerza, le siguió la corriente, dirigiéndose a los hombres.

— Agatha no tiene nada que ver en esto, por favor, esto es entre nosotros –les pidió a los muchachos–, por favor no la metan a ella.

Jade sabía que tenía que actuar como nunca, pero también sabía que se iba a maldecir a sí misma hasta el final de sus días por lo que estaba a punto de hacer: actuar como una niñita cobarde y sumisa, sobre todo en frente de los chicos que la observaban por las cámaras, pero en especial porque lo iba a hacer con Tori.

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