Capítulo 15: Un reencuentro alegre y otro no tanto

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El último día de vacaciones nos despertamos pronto para empezar a hacer las maletas, pues teníamos que salir a las diez de la mañana para estar pronto en casa. A regañadientes, Laila, Anne y yo vaciamos el armario y guardamos nuestras pertenencias en las maletas.

-Estoy deseando llegar a casa para poder dormir…-dijo Laila, que estaba a punto de caerse rendida sobre su ropa.

-Es que ayer nos acostamos tardísimo-le recordé-. Ya dormirás en el coche, si quieres.

Observé el bulto que tenía en su maleta.

-¿No vas a doblar las cosas?

-Va todo para lavar, que más da-se echó a reír.

Entonces, unos golpes nos interrumpieron. La puerta se entreabrió y pudimos ver a Tom, que dijo algo nervioso:

-Cris, ¿puedes venir un momento? Necesito hablar contigo-me preguntó desviando la mirada-. A solas-añadió al ver que Laila avanzaba un paso, intentando pasar desapercibida pero dirigiéndose claramente hacia la puerta.

-Eh.... claro.

Salí junto a él a la playa y empezamos a pasear por la orilla, con las olas rompiendo en nuestros pies.

-Ya sé que ya te lo dije pero…-empezó a hablar mirando al suelo-. Siento haberte besado aquel día. No sé por que fue, me dejé llevar. No me gustas, en serio.

Así que era para eso.

-Tom, no pasa nada, ya te lo he dicho, nos dejamos llevar, le podría haber pasado a cualquiera.

Bueno, a cualquiera no.

-Además-continué-. A mí me gusta otro.

Él se mostró emocionado:

-¿De nuestro grupo? ¿Quién?-preguntó ansioso.

-No te lo voy a decir…-sonreí enigmáticamente.

-Es Alex, ¿verdad?

¿En serio se notaba tanto?

-Sí-respondí secamente-. Pero no se lo digas a nadie.

-No hace falta, ya lo sabe todo el mundo.

-¿Pero tú? Me voy a enfadar-fingí sentirme ofendida y le di una bofetada cariñosa.

Ambos sonreímos y continuamos paseando, hablando de esto y aquello como dos buenos amigos. Porque eso era lo que éramos. Dos buenos amigos.

****

Los días siguientes al regreso de la playa transcurrieron con normalidad. Alex no se acercó a mí, así que supuse que no iba a pasar nada entre nosotros. Fueron unos días muy monótonos, excepto el miércoles.

Aquel miércoles había acabado de comer y estaba tumbada en mi cama. Había preguntado si alguien podía quedar pero todo fueron respuestas negativas. Miré el móvil de nuevo para asegurarme de que no había recibido ningún mensaje. Nada.

Después de comer siempre me entra el sueño, y además el sol que hacía me quitaba las ganas de salir afuera. La solución era fácil: echar una siesta. Pero me sientan mal, no sé por qué, pero me levanto con un dolor de cabeza enorme.

Cerré los ojos y estuve descansando diez minutos, pero mi madre me llamó:

-¡Cris! ¡Necesito que vayas a hacer la compra!

Me levanté de la cama con pereza y fui hasta la cocina.

-¿Compra a las cuatro de la tarde, mamá?-me quejé mientras cogía el billete que ella me tendía.

Destinada a élМесто, где живут истории. Откройте их для себя