¡Y es que yo no quiero pasar por tu vida como las modas, no se asuste señorita nadie le ha hablado de boda!

—¿Acaso es lo que yo creo que es, Puado?—preguntó la malagueña antes de sonreír.

—¿Quieres salir conmigo?

—¡Pero claro que sí!—Arizona abrazó al joven, a su novio, sin borrar la sonrisa de su rostro.

Al separarse, ambos juntaron sus manos y se miraron a los ojos.

¡Y es que yo quiero ser el que nunca olvida tu cumpleaños, quiero que seas mi rosa y mi espina aunque me hagas daño! ¡Quiero ser tu carnaval, tus principios y tus finales, quiero ser el mar donde puedas ahogar todos tus males!—al finalizar aquel verso, Javi acunó la cara de la morena y la besó dulcemente.

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Bulería, bulería, tan dentro del alma mía. Es la sangre de la tierra en que nací.—cantaron Koke y Saúl, arrastrando sus palabras mientras entraban en la casa que habían alquilado para ese fin de semana.

—Eh, que intento la patada eh.—dijo Marcelo.

—Espera que yo te acompaño.—añadió Pedri.

—Una, dos, y...—aquel era el quinto intento de la noche, y era con diferencia el que mejor había salido.

—Buena esa, chavales.—comentó Arizona quitándose las botas.

—Yo no sé vosotros, pero yo necesito dormir.—añadió Leire.

—Todos lo necesitamos.

Arizona y Javi se fueron a su respectiva habitación.

—Ha sido una noche increíble.—dijo Arizona quitándose la ropa, para acto seguido ponerse el pijama, que constaba de unos pantalones de deporte negros y una camiseta ancha gris.

—¿Quién es Hugo?—la chica terminó de ponerse la camiseta, y se quedó en silencio. Por más que ella quisiera, no podía ocultarlo mucho más tiempo, y menos a él.

—¿Está la puerta cerrada?

—Sí.

—¿Con pestillo?

—Eh... Sí.

—Vale, bien.—Alarcón se recogió el pelo en una coleta, y se sentó en la cama.—¿Recuerdas lo que te dije en Ibiza? Que me habían roto el corazón.—Puado asintió con su cabeza antes de sentarse a su lado.—Bueno, pues... Es una historia muy larga.

—No tienes que contármela si no quieres, Ari.—dijo Javi agarrando la mano de su novia, y ella negó con su cabeza.

—Tienes que saberlo... Debes saberlo. Eres mi novio, no voy a ocultarte nada.—la chica cogió aire y miró a un punto fijo de la habitación.—Fue hace dos años y medio cuando empezó todo. Kera, Leire y yo habíamos decidido salir de fiesta, ya que después de meses buscando habíamos encontrado un apartamento lo suficientemente bueno para las tres.

»Kera se ofreció para conducir, así Leire y yo podríamos beber todo lo que quisiéramos esa noche. Fuimos al Teatro Barceló, estuvimos bailando por horas. Acabamos roncas esa noche. En esa época yo estaba dejando de fumar, sólo lo hacía si salíamos de fiesta y me apetecía beberme un cubata y fumarme un cigarro. El caso es que salí de la discoteca, y fui a buscar un chino por la zona para comprarme un paquete de tabaco.

El callejón ese me estaba dando muy mala espina desde que me asomé para ver si había algún negocio, un bar o lo que fuera. Mi subconsciente me decía que no fuese por ahí, que tirase por una calle que tuviese gente, pero en ese momento yo no sabía ni lo que hacía ni lo que decía. Al ir con unas botas de tacón no podía correr mucho, y tampoco es que mi equilibrio estuviese bien esa noche. De un momento, me vi literalmente acorralada contra una pared y con un desconocido delante mía.

"No te preocupes, bonita, todo va bien" me decía. Empezó a besarme el cuello, me rompió la blusa y poco a poco subía mi falda. Aún recuerdo sus manos por todo mi cuerpo. Me estaba haciendo daño. Me estaba temiendo lo peor, hasta que noté que lo apartaban de mi. Mi instinto en ese momento hizo que me tapase, pero aquel chico me cubrió con su chaqueta. Estuve días con su nombre en mi cabeza, Hugo. Si él no hubiese llegado en ese momento, a saber lo que habría sido de mi esa noche. Por casualidades de la vida, me lo encontré de nuevo. Había terminado las clases, y me invitó a comer, a lo que yo acepté. Al poco tiempo empezamos a salir, era todo perfecto, el chico que cualquier chica desea, pero tenía un lado demasiado oscuro.—Arizona se secó algunas lágrimas que caían por sus mejillas, y Javi apretó más el agarre de su mano.—Me vigilaba el móvil a diario para ver con quién hablaba, decidía sobre mi ropa, sobre mi cuerpo... Todo.

—Ari...

—Hasta que llegó el primer golpe. Puñetazo en la mejilla izquierda, me acordaré toda la vida de ese momento. Me pidió perdón, y me dijo que no volvería a repetirse. Gasté seis botes de base de maquillaje durante nuestra relación. Una noche que dormí en su casa, él había salido con sus amigos, y yo me había quedado en el piso.

»Recuerdo estar en el salón intentando hablar con alguien, necesitaba contarle a alguien el infierno por el que estaba pasando. Nadie lo sabía, aunque Kera y Leire en el fondo sí. Dieron las 4 de la mañana, y escuché las llaves. Rápidamente apagué el móvil y fui a la habitación. Me acosté y me hice la dormida, pero eso sólo sirvió para que intentase aprovecharse de mi. El olor a alcohol que desprendía me provocó tantas náuseas que tuve que apartarle de un empujón. Ahí empezó el forcejeo, él encima de mi sujetando mis muñecas para que no pudiese hacer nada, me tenía inmovilizada, al menos de cintura para arriba. Lloraba y gritaba, pero no podía escapar, hasta que mi cerebro supo qué hacer en ese momento.

Le di una patada en la entrepierna y se cayó de la cama. Se golpeó contra la mesilla de noche y se quedó en el suelo. Aproveché, cogí mi móvil y salí de allí corriendo. De hecho no me caí por las escaleras de milagro. Me temblaba todo el cuerpo y estaba muy asustada. No sabría cuánto tiempo iba a tardar en salir detrás de mi. Llamé a las chicas llorando, casi gritando en mitad de la calle, y me dijeron que me escondiese, que en menos de diez minutos estarían ahí. Y lo vi, lo vi salir del portal. Me veía muerta en ese momento. Me agarró del pelo y empezó a tirar para que me fuese con él. Forcejeé todo lo que pude, hasta que por milagro divino aparecieron ellas con un bate de béisbol. Leire se encargó de darle en las piernas por detrás, y Kera de recogerme del suelo. Corrimos hacia el coche como si esa fuese la única manera de salvar nuestras vidas. Tu hermana se quedó conmigo en el asiento de atrás intentando calmarme, pero rompí a llorar, y se lo conté todo, con pelos y señales. Me llevaron a urgencias esa noche para que me curasen las heridas que tenía. Me hicieron algunas pruebas para coger muestras. Abuso, maltrato... Gracias al hospital, ese cabrón está entre rejas. A la semana siguiente le dije a mi familia que Hugo y yo no habíamos congeniado bien, y que era mejor que cada uno siguiese por su camino, a día de hoy nadie sabe lo que pasó.

Fui al psicólogo, estuve yendo meses, hasta que tomé la decisión de irme. Le veía por todas partes, y en Nueva York me dieron la opción de empezar una vida nueva y terminar mis prácticas. Me marché, eliminé todo lo malo de mi vida y me quedé con lo bueno, con la gente que realmente me quiere.—la chica miró a su novio, que la tenía abrazada por los hombros sin soltar su mano.—Empecé a vivir. No me rompieron el corazón, me destrozaron la vida. Y me machacaron psicológicamente. No quise saber nada de los hombres durante mucho tiempo, me daba pánico, pero una noche mientras miraba por la ventana y veía la ciudad que tenía delante de mis ojos, supe que no debía frenar mi vida ni tener miedo. Estaba ansiosa por volver, que las chicas vieran mi avance, Pau también estuvo muy pendiente de mi, ya que mientras que él estaba en Málaga, hacíamos videollamada todos los días, y se lo conté. Me veía preparada para poder hablarlo, igual que ahora contigo.—Javi la abrazó, había notado que mientras le contaba aquel infierno, Arizona no dejaba de temblar.

Acarició cariñosamente su pelo, aquel simple gesto logró calmar a la malagueña. Escuchar los latidos de su corazón logró relajarla. Sabía que estaba con la persona correcta, se sentía segura y protegida.

—Te prometo que voy a evitar que te pase algo malo, bombón.—Arizona sonrió y miró a su novio.

—Sé que contigo voy a estar bien, no me he equivocado al elegirte.—Puado sonrió ligeramente antes de besarla.

4 Besos ||Javi Puado||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora