veintitres | party time.

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Si había algo en lo que Keith podía estar de acuerdo con la mayoría de los jóvenes de su edad, era que amaba los fines de semana. Él de verdad lo hacía; a Keith podría gustarle su trabajo, eso era verdad, pero había que admitir que era un poco agotador y soporífero. Así que, estar yendo a clases para después correr a casa a comer velozmente y luego estar de vuelta corriendo para ir al trabajo, a veces podía producirle unas leves bolsas debajo de sus ojos y muy de vez en cuando, Keith llegaba tan cansado de su turno que ni tiempo para cenar, o ducharse o hacer sus tareas tenía, así que continuamente él estaba haciéndolas entre clases intentando no ser pillado, ya se imaginaba que sucedería si le llamasen la atención. Seguramente Marina y Yuko lo estarían haciendo renunciar pues tanta responsabilidad para un jovencito podría ser abrumador.

Así que aquel sabado; Keith en definitiva se permitió dormir hasta las diez de la mañana y él se sentía algo así como rebelde por hacerlo. Incluso tuvo tiempo de tomar una ducha como era debido, relajada y tranquilamente. Y podría comer sin presiones.

El pelinegro bajó los escalones silbando ritmicamente, ahí abajo estaba Yuko sentado en el sofá del comedor y en la cocina podía visualizar la figura de Shiro, muy posiblemente cocinando, Keith iba a aprovecharse de ello.

"Buenos días Keith" Saludó Yuko con una sonrisa cálida apartando ligeramente su mirada de su telefono movil.

"Buenas" Respondió Keith con una felicidad indescriptible.

Caminó hasta la cocina, donde Shiro, vestido con aquellos shorts holgados característicos de él y una capucha sin mangas con un gorro excesivamente grande estaba de espaldas a él, cocinando.

"Miren que decidió ver el sol" Dijo Shiro al ver a Keith detrás de él.

"Dios, tenía diás sin dormir tanto" Respondió el pelinegro mientras estiraba sus brazos en el aire.

"¿Quieres desayunar?" Preguntó el mayor mientras agitaba la sartén que usaba.

"Sí, sí".

Shiro tomó dos platos de el fregadero y sirvió grandes cantidades de comidas en cada uno, para luego sentarse frente a Keith.

"Bon appétit".

El pelinegro miró al frente, su plato repleto de colores y olores distintos, Shiro era un amante de los vegetales y esas mierdillas saludables. Pero Keith ya estaba acostumbrado al gusto de el mayor y su comida comenzaba a resultarle buena.

"¿Saliste a correr?" Preguntó el menor metiendose una gran cantidad de comida a su boca.

"Sí, solo un rato. Afuera esta un poco húmedo".

Algo que Keith no entendía, era como diablos alguien normal y con un sentido común promedio, podía levantarse por propia cuenta a las cinco de la mañana, no solo los días de escuela sino los fines de semana también, sólo para caminar y hacer ejercicio. Keith preferiría golpearse en el rostro que hacer aquello, pero su amigo era un rarito.

"¿Y qué me cuentas?" El pelinegro miró escéptico a Shiro, casi queriendo reir. "¿Qué? ¿Porqué me miras así?"

"Acabas de sonar totalmente como un anciano".

"Oye, estoy un poco oxidado ¿?"

"Ya. Se nota".

"¿Entonces?" Preguntó, de nuevo, Shiro. Esperando por la respuesta del otro.

"Uh, ¿nada?" Keith miró a Shiro con el gesto ligeramente confundido, en realidad su vida era aburrida a un nivel extremo. No había nada que decir, nada que Shiro no supiese.

Is it hate or love? | KLANCEWhere stories live. Discover now