Ocho

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O estaba alucinando o había un terremoto, pero todo daba vueltas y retumbaba en su cabeza. De pronto se había visto sola, bueno no sola, sino lejos de Lola y eso ya era malo. Ella no conocía a nadie allí.

Subió como pudo las escaleras esperando encontrar un baño por ahí. Pero antes de encontrar nada chocó con alguien.

- Hola preciosa- dijo el chico con voz lenta, pastosa, como si tuviera la lengua dormida. Ella levantó la mirada para ver al moreno de antes.

- Mmm... hola... yo tengo que... estaba buscando- murmuró perdida ¿Qué iba a hacer? No lo recordaba.

- Me buscabas a mí- dijo con seguridad el chico abrazando su cintura hacia él.

- No... me tengo que ir - la cabeza comenzaba a palpitarle un poco y sentía que en cualquier momento caería dormida.

- Tú no vas a ningún lado, preciosa- el moreno la arrastró con fuerza hasta tenerla contra la pared del pasillo, ella se asustó, su mente a pesar del alcohol reconoció el peligro y su cuerpo reaccionó intentando alejarse de él, pero no podía, él estaba prácticamente sobre ella y era más grande. Sintió algo húmedo en el cuello, parecía que la estaba besando o quien sabe qué hacía ese chico con su lengua.

- Suelta... no... ya déjame- murmuró llorosa, las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, cerró sus ojos sin lograr que su cuerpo se moviera con más fuerza que la de él y entonces el chico ya no estaba. Ya no sentía sus manos ni su asquerosa lengua sobre ella, no quiso abrir los ojos creyendo que si lo hacía el chico volvería a estar allí pero un ruido la hizo saltar del susto y buscar con la mirada lo que lo había causado.

- ¡Ah, mierda!- exclamó asustada, corrió los pasos que la separaban del par de chicos tirados en el piso, con el rubio sobre el moreno que parecía no poder defenderse de los golpes que le proporcionaba el otro- ¡Brett, déjalo! ¡Vas a matarlo!- pero él no parecía escuchar y ella no pensaba dejarlo allí para que matara a aquel idiota, que se merecía algún golpe, pero no valía la pena que Brett tuviera problemas por su culpa.

Así que se lanzó a la espalda de Brett como una garrapata, gritando que se detuviera.

El rubio se detuvo y se levantó con ella todavía en su espalda, pero en un rápido movimiento la bajó tirando de su pierna, cuando estuvo en el piso ella se tambaleó y él más enfadado aún la tiró sobre su hombro.

- ¿Qué haces?- exclamó en un suspiro de sorpresa.

- Estás borracha- dijo sin más.

- Tú no sabes que estoy borracha- sus palabras eran algo lentas y las letras sonaban un poco atravesadas.

- Apestas a alcohol y me lo acabas de confirmar.

- No es verdad- murmuró.

Brett bajó las escaleras con rapidez, salió de la casa empujando a algunos por el camino y se dirigió a su motocicleta, pero en ese momento deseaba haber ido en auto, ella estaba tan borracha que no podía confiarle la simple tarea de sostenerse a él para no caer y darse contra el asfalto.

¡Estaba tan enojado! Habría matado a ese tipo si ella no hubiera estado allí para detenerlo.

- ¡Mierda!- gritó pasando las manos por su cara una vez que la había dejado en el piso, toda tambaleante y desorientada- ¿En qué carajos pensabas cuando te estabas emborrachando así, Edimina?- ella se sorprendió de oír su nombre de sus labios, nunca lo decía, ni siquiera "Edi", siempre le ponía algún apodo pero esto era nuevo. Él parecía muy enojado, le recordaba a su madre porque cuando se enojaba pronunciaba su nombre de la misma forma que él, con fuerza, regañándola.

ClichéWhere stories live. Discover now