d o s

3.7K 671 114
                                    

Pero bueno, no hay que dramatizar porque después de ese día Chenle y Jisung se casaron unas cuantas veces más, y Chenle siempre intentaba que la ceremonia fuera rápida para llegar a la parte del beso, que era lo que de verdad más le importaba.

A Jisung le gustaba, pero no tanto como a Chenle, porque si fuera por Chenle hubieran estado todo el santo día dandose besos y abrazos.

Hasta el señor Zhang, su educador, tenía que intervenir algunas veces porque, por ejemplo, había veces que Jisung estaba intentando hacer sus trabajos, como colorear las figuras sin salirse de las líneas, y de pronto, como si fuera un huracán y sin venir a cuento, Chenle le daba un abrazo y le agarraba la cara con las manos para darle varios besos.

-Chenle, Chenle, déjalo que trabaje, no seas tan pesado.

-Pero es que nos hemos casado en el recreo.

-Me parece muy bien, pero no lo acoses.

-Un rato sí y un rato no-decía Jisung-, yo me caso un rato sí y un rato no.

Chenle sufría un poco cuando Jisung decía esas cosas, pero luego se le pasaba, cuando salían de la escuela y Jisung se despedía diciendole: «Eres mi gran amigo.»

Chenle quería entonces darle un beso antes de que Jisung se marchara de la mano de su padre, pero a lo mejor él decía que ahora no, que mañana en el patio.

No es que Jisung quisiera hacerle sufrir, es que sencillamente, a Jisung no le gustaban tanto los besos como a su amigo del alma.

Pero, desde luego, no había en toda la clase, en toda la escuela, mejores amigos que los niños Jisung y Chenle.

Chenle estaba perdidamente enamorado de Jisung, escribía su nombre en todas partes, en los rincones de la habitación donde no pudiera verlo su madre, y en su brazo y en la barriga y en la escalera de su casa.

A Jisung le gustaba dejarse querer.

Quiéreme a mí » jichenWhere stories live. Discover now