42: « Claro que podemos »

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—Señor cursi —canturree.

—Oh, está bien, si soy cursi.

Asentí satisfecha porque me dio la razón, y lo deje en paz. Le di una última mirada, y mire nuevamente la película. Tengo que admitirlo también: las películas románticas no son mis favoritas, prefería las de comedia y acción. Me concentré en comer mi pastel de chocolate lentamente, para no aburrirme.

—¿Y dónde están tus otras películas?

—En el sótano. Las traería, pero perdí la llave.

Rodé los ojos, y me quede callada para no decirle que yo podría abrir su puerta con una tarjeta de crédito, prefería no asustarlo... o que pensara otra cosa.

Mire la película aburrida. Pero sabía como matar ese aburrimiento.

Le di una mirada a Justin, y este estaba mirando la televisión, intentando que le gustara la película. No te preocupes, cariño, tengo una gran idea. Deje mi plato vacío sobre la mesa decorativa, y espere a que él hiciera lo mismo, aunque se tardó más que yo. Cuando dejo su plato a un lado, me incline sobre él para dar unos cuantos besos en su moflete.

Ya saben: primero comiencen suave, y luego ataquen.

Justin se rió feliz, pero permitió que siguiera dejando pequeños besos durante unos segundos, mis labios empezaron a recorrer ahora todo su rostro, sin tocar sus labios para que se desespera un poco. Baje por su mandíbula, y ahora fui por su cuello, haciendo que soltara un gran suspiro. Sonreí a medias, y di una pequeñas mordida.

—Pey, cariño...

Antes que pudiera negarse, volví a subir mi rostro y bese sus labios, haciendo que él me correspondiera. Una de mis manos se colocó sobre su cabello, despeinándolo, y otra la coloque en su hombro. Mientras sentía como sus brazos se enredaban en mi cintura.

—Nena... —gruño, y se alejó un poco.

Volví a su cuello, dando besos y lamidas para que se distrajera. Pero eso no función, igual hablo... pero con la respiración agitada, grrr.

—No podemos, Pey.

Solo me reí, y fui hacia su oído.

—Claro que podemos —susurre, y mordí su lóbulo—. Podemos porque estamos en tu casa, no tenemos que respetar a nadie, Jay, a nadie.

Soltó un gemido caliente, y morí de excitación.

Me aleje un poco y mire esos ojos color miel que estaban encendidos. Sin pudor, quite mi remera, quedando solo con un sujetador negro que hacia resaltar mis senos. Justin relamió sus labios, pero no se movió... era como si estuviera resistiéndose, pero eso no duraría mucho. Tome su rostro entre mis manos, me acerque y vi como cerro sus ojos, esperando a que le diera un beso.

No lo hice esperar, y lo bese, sentí su lengua hundirse en mi boca. ¡Sí! Eso era descontrol. Sus manos recorrieron mi cintura, hasta llegar a mi espalda donde no dudo en desabrochar el sujetador, haciendo que este cayera de inmediato, y sentí... Oh, cielos... sentí como sus dedos acariciaba mis senos.

—Oh, bebé... —gemí sobre sus labios.

Definitivamente esta noche no íbamos a respetar nada.

Justin pasó hacia mi cuello, dejando besos húmedos. Sé que se moría por hacerme unos cuantos chapetones, pero no queríamos delatarnos con nadie. No se quedó quieto, él hizo un recorrido de besos hasta finalizar sobre uno de mis pezones que termino siendo tomado por su caliente boca: sus labios lo jalaron son suavidad, su lengua contorneo y dio perfectas lamidas.

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