Luna rojiza

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La noche tenía cierto aire misterioso, entrenando en el patio de su mansión Sasuke intentó reconfortarse una vez más, su ansiedad no se debía a la luna rojiza que se mostraba, o el calor inusual que hacía en Konoha; se debía a la ausencia de Hinata, era fácil acostumbrarse a ella que cuando no la tenía cerca un desasosiego lo invadía.

Todo era porque la ojiluna no lo buscó en todo el día, pero que no diera señales no era una noticia mala, Hinata tenía razón, su vida completamente distinta a la suya exigía otro tipo de actividades. Hinata era una chica buena en todos los sentidos, incluso a pesar de ser kunoichi, recibió clases especiales para convertirla en toda una doncella, llena de refinamientos y buenos modales; a eso debía seguramente su elegancia en sus batallas.

La Hyuga tenía que cuidar tantos aspectos de su vida, de su comportamiento...

Sasuke suspiró sin saber si compadecerla o no.

Se cuestionó cómo sería su vida si su clan aun viviese, ¿qué exigencias tendría su padre para él?

Cierto desazón vino cuando tuvo que aceptar que ella tenía razón, Fugaku quizás podría aceptar que se acostara con ella, más no que la hiciera su mujer. El clan Uchiha como el Hyuga, eran muy recelosos a la hora de incluir alguien en su árbol genealógico, sus genes no se mezclaban con cualquiera, era un punto esencial para que un Uchiha lograra mantener puro su sharingan.

Para bien o para mal ya no tenía que lidiar con problemas familiares de ese tipo. Tomaría a Hinata como su esposa, formaría una familia con ella, sin importar que sus hijos heredaran el dojutsu de su madre o el de él, o que quizás, no tuviesen un gran potencial al no ser compatibles, ¿qué diablos importaba ahora? Lo importante es que tendría una familia.

Volvió a tomar una postura dispuesto a entrenar, pero enseguida masculló una palabrota y su negro mirar se posó en dirección al distrito Hyuga.

¿Por qué a pesar de toda la lógica sentía que algo malo ocurría?

xoxoxoxox

Hanabi, apretó la mano de su hermana mayor, en la cama hospitalaria del dispensario médico con el cual contaban en sus territorios, a pesar del lujo que la rodeaba, Hinata parecía fuera de lugar.

Siempre supo que Hinata era especial, no tenía la apariencia de una kunoichi e incluso siempre fue algo blanda, no se refería a que se fuese débil, era una Hyuga y por tanto muy fuerte, pero no tan fuerte como debía ser siendo la próxima cabeza del clan.

Los ojos lunas de la castaña se tornaron melancólicos, esperando a que despertarse, pronto caería la tarde otra vez y ella seguía durmiendo, desde que perdió la consciencia. Aunque quizás era mejor así, aun recordaba su rostro antes de perder la consciencia, Hinata nunca había estado destinada a ser kunoichi, o no desde su punto de vista y ahora comprendía porque, ella buscaría algo distinto, una familia...

El destino jugueteaba de maneras extrañas, y todo tenía sentido; quizás el destino realmente existía, si ella tenía que ser una simple ama de casa, caería bien con su amado Uchiha, aunque le ardiera reconocerlo, aunque temiese que la lastimase, si las cualidades de su amada hermana mayor, eran las que creía, encajaría bien con él.

-¿No ha despertado?

Su padre acababa de entrar en la habitación medica en la cual estaban ambas, Hanabi no se inmutó.

Los ojos de Hiashi se posaron en el suero amarillento que colgaba en un ganchillo en la pared, también percibió la palidez de la peliazul y por unos segundos se quedó observándola fijamente, sin perder un solo detalle.

ImpulsividadWhere stories live. Discover now