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Su pecho se contraía de manera irregular, los calambres se expandían sobre su cuerpo provocando que aquel se retorciera en brazos del dolor. Alejó a la dupla de su cuerpo para dirigirse a su maleta y con clara alteración comenzó a buscar entre las bolsas.

—Deben estar, deben estarlo —murmuraba nervioso para sí mismo.

Pronto el sonido de las pastillas en el pequeño frasco le devolvieron un poco de calma. Con las manos completamente trémulas, tomo dos de aquellas blancas píldoras y las engulló de un tajón sin necesidad de algún liquido.

Inhalando y con los ojos cerrados, dejo caer su cuerpo al suelo mientras se hacía un ovillo.

Su cuerpo ardía y los malditos calambres seguían extendiéndose, YoonGi, esperando a que estos cesaran, colocó sus brazos entre sus piernas y haciéndose más pequeño los temblores incrementaron.

No era su primer celo, ya había pasado por él, pero esta vez había sido diferente, pues al contrario de lo que su calendario le marcaba, éste había sido completamente inducido, además de que, los calores por los que pasaba YoonGi tendían a ser más fuertes y más que nada, dolorosos. 

El especialista se lo había advertido después de que su primer celo se anunciara. Los calores de un omega eran bien sabidos por no ser agradables, pero para él, aquellos serían el doble, si no es que hasta tortuosos, pues todos esos años en que su ciclo no sucedió como se debía, estos se fueron acumulando, tan peligrosos como si de pólvora se tratara que ante la menor provocación éste entraría en combustión, haciendo de YoonGi el que ser un Omega fuese en lo absoluto una gran mierda. Igualmente, aquél hombre le había ofrecido la más factible solución para deshacerse de todo ese maldito calor acumulado; copular con un Alfa. 

Era obvio. Sin embargo, YoonGi aborrecía aquella idea. Ni siquiera era una opción para él, ¡ni en mil años! ¿Por qué su salud tendría que depender de un alfa? No, puras mierdas si alguien le preguntaba. Sí, sabía que su celo sería una reverenda patada al culo, en éste caso también sus pelotas, pero haría lo mejor por soportarlo, sin importar que tanto tendría que ahogarse en pastillas y demás.

«Que te jodan, JiHo Pensó mientras el calor comenzaba a cegarlo. La sensación de ardor en su bajo vientre provocaba que mordiera su labio inferior y más molesto que nunca, refunfuñó. 


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‹¡Tae, tae! ¿qué le pasa?› Chilló asustado el menor, el otro olfateaba al aire el cual se había llenado de un dulce y fresco aroma.

‹No lo sé, pero ¿lo sientes?› señaló el estado del lugar, pegando pequeños saltos y girando sobre de sí. La diminuta habitación se llenaba cada vez más con el aroma del omega.

Stigma of the First Love   »тaegιĸooĸ«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora