XXI.

246 17 37
                                    

Presionando los ojos un poco, Mana se encontró recuperando la conciencia después de todo lo que había dormido. Abrió los ojos solo para encontrar el otro lado de la cama con las sábanas desordenadas y vacías.

—¿Hm? —parpadeó repetidas veces por la somnolencia antes de sentarse y pasarse las manos por la cara evitando cuidadosamente que la sábana que la cubría cayera.

El sol golpeaba fuertemente contra una parte de su cuerpo, pero también enmarcaba una silueta que ella conocía muy bien, por lo que alzó la mirada para encontrar a Atem observando por el balcón.

Ya estaba vestido, aunque no parecía haber dejado la habitación en ningún momento.

—Buenos días —saludó Atem en cuanto notó su mirada. Una sonrisa tranquila adornaba su rostro.

Mana reaccionó de su ensoñación y sonrió también.

—¡B-Buenos días! —se aclaró la garganta dándose cuenta de que su voz había sonado más aguda de lo esperado. Atem no cambió su sonrisa hasta que volvió la vista al horizonte, entonces Mana notó la tensión —. ¿Estás bien?

Atem asintió.

—Sí, solo... Estoy pensando —contestó Atem.

Mana alzó ambas cejas.

—¿En qué? —quiso saber, aunque la pregunta salió mucho más rápido de lo que su cerebro mandó.

El Faraón se quedó en silencio unos segundos antes de meter la mano en uno de sus bolsillos.

—En esto —dijo.

Los ojos de Mana se abrieron de par en par en cuanto vio el accesorio que Atem sostenía entre los dedos. Casi hubiese saltado de no ser porque seguramente habría tropezado con sus propios pies.

—¡Ese es-...! —exclamó —. ¿En qué momento-...?

Pero detuvo su euforia al ver los ojos de Atem caer, sin llegar a terminar ninguna frase.

—Mahad —fue lo único que respondió al respecto.

Entonces la mirada de Mana también cayó sobre algún punto en las sábanas revueltas sobre su cuerpo. Seto no le había mencionado nada al respecto, aunque no podría decir si fue a propósito o por olvido.

Sea como fuere...

—Ya veo —comentó —. Así que Mahad recuperó el collar de tu madre-...

—No —la interrumpió Atem —. Él recuperó tu collar.

—¿Eh? —Mana alzó la mirada justo para ver a Atem dirigirse hacia ella.

El Faraón se sentó a su lado y, con cuidado, extendió los brazos alrededor de su cuello acercándose, al mismo tiempo, a su rostro. Mana tuvo que cerrar los ojos por pura reacción cuando incrementaron los latidos de su corazón.

Pero entonces, un simple clic, junto a una fría sensación sobre su clavícula, la hizo abrirlos otra vez.

El rubí circular relucía una vez más sobre su piel.

Y no fue ignorante de las fuertes amatistas que miraban en su dirección.

Mana le devolvió el gesto, preguntando en silencio qué sucedía, solo para que Atem estirara una de sus manos para ubicarla sobre la suya y así ambos entrelezaran sus dedos.

—Hace un año te dije que no te presionaría para que seas mi esposa —comenzó él —, pero ahora que te tengo desnuda bajo mis sábanas y en mi habitación, solo puedo pensar en que no me gustaría despertar nunca de otra manera —Mana parpadeó un par de veces sintiendo sus mejillas calentarse, él no hablaba tan en serio, ¿o sí?

El Misterio De La Amada Del Faraón [COMPLETA]Where stories live. Discover now