VI.

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Nota: creo que todos conocemos la historia de Kul Elna, los artículos del milenio y Bakura, así que no la explicaré completa, o detalladamente a menos que haya puesto algún cambio.

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Con cada palabra que salía de sus labios, Mana intentó que todo sonara lo más creíble posible, sin embargo, términos como: «cuando me di cuenta...», o «vengo de un futuro lejano», no parecían encajar bien con su propósito.

Para su suerte, Mahad no intentó interrumpirla en ningún momento. Si bien su mirada no era una que gritara «¡te creo!», bastaba para entender que se estaba esforzando por hacerlo.

—... Y creo que he causado una paradoja sin darme cuenta —terminó en un largo suspiro.

Con disimulo, Mana observó la expresión de Mahad. Era calmada y pensativa, aunque no parecía del todo convencido, todavía había cierta duda y curiosidad que le daban a Mana una pizca de esperanza.

—¿Paradoja? —repitió Mahad —. Es la primera vez que lo escucho.

Mana asintió suponiendo que así sería.

—Significa que va contrario a la lógica —explicó y se tomó la cabeza entre las manos —. ¡Agh! No sé cómo pasó. He estado buscando una forma de volver, pero no encuentro nada relacionado con lo que me sucedió.

Mahad suspiró.

—Dices que un gato te trajo, ¿no? —Mana asintió viendo una ligera idea en los ojos de Mahad —. No sé si sabes esto, pero aquí en Kemet, a menudo las Diosas son representadas por felinos.

Mana inclinó la cabeza.

—Sabía que los gatos eran importantes de alguna forma, quiero decir perdieron Menfis y Pelusio por no querer lastimar a los... gatos —fue bajando la voz a medida que contaba lo que sabía, ganándose una mirada todavía más confundida de Mahad.

—¿Ineb-hedy y Peremoun? —repitió el Sacerdote parpadeando confundido —, pero...

—¡Olvídalo! —Mana agitó sus manos enérgicamente para negar lo dicho mientras dejaba escapar una risa nerviosa. Ni siquiera había entendido bien aquellas palabras, pero suponía que eran las ciudades que ella había mencionado. Había pasado muy seguido cada vez que mencionaba algún nombre derivado del griego.

¿Qué estás haciendo, Mana? ¡No hables de 500 años en el futuro!

Mahad suspiró a sabiendas que no iba a obtener nada más y recostó su espalda contra la pared. Varias ideas sobre lo que le contó Manet... Quería decir, Mana, pasaron por su mente. Por supuesto, la primera en la fila era que todo se trataba de una enorme mentira, o una alucinación causada por el calor de Kemet, sin embargo Mana parecía lo suficientemente agobiada como para pensar en algo como eso.

El Misterio De La Amada Del Faraón [COMPLETA]Where stories live. Discover now