Atem agitó la cabeza de un lado al otro solo una vez.

—No me refiero a los ka —replicó —. ¡Tenemos a una de tus aliadas en las mazmorras! Si no quieres que-...

—¿Aliadas? —repitió Bakura frunciendo los ojos como si se tratara de un mal chiste, interrumpiéndolo —. Yo no tengo aliadas, Faraón. Las mujeres son débiles en muchos sentidos, no me sirven en lo absoluto.

Atem lo miró fijamente. Él era el que estaba escuchando el mal chiste.

—Eh... ¿En serio? —alzó una ceja con una sonrisa en los labios para no demostrar su confusión —. ¿Me estás diciendo que Manet no es de los tuyos?

—¿Manet? —Bakura volvió a sonreír con una notoria burla en su expresión. Agitó la mano como si espantara a una mosca y se apoyó en su pie izquierdo. Para ese momento, el Mago de las Ilusiones y Duos eran los únicos enfrentando a Diabound —. ¡JA! ¿Te refieres a esa mujerzuela? ¡No me hagas reír, Faraón! ¡Aunque fuera uno de mis aliados, no me detendría!

A un lado de todo el alboroto, Seto gritó:

—¡No lo escuche, mi Faraón! ¡Solo está tratando de engañarlo!

—¡Así es! ¡Igual escucharemos lo que Manet tenga que decir! —exclamó Mahad en medio de todo su esfuerzo.

Atem volvió la mirada al Rey Ladrón, quien mantuvo su atención mortalmente en Mahad antes de girar hacia él.

—Bueno, en lo que a mí concierne, realmente no me importa si crees que Manet está de mi lado; después de todo, ella es una pieza invaluable —se encogió de hombros con una sonrisa y sin molestarse en explicar lo dicho cuando una ráfaga de viento movió tanto su cabello como su túnica roja antes de dirigirse a su Ka —. ¡Diabound, es suficiente! ¡Ahora toca el plato principal!

El gran monstruo alado de color gris, muy similar a un demonio, voló directamente hacia Atem. Los ka de sus sacerdotes no pudieron hacer mucho cuando otros ka —quizá de algunos de los bandidos infiltrados —se interpusieron en sus caminos.

—¡Ataca al Faraón, Diabound!

Atem apretó los puños sintiéndose realmente frustrado y confundido. Muchos heridos, probablemente algunos muertos y sin duda todos con la moral baja. Eso no era de un buen Faraón. Eso no debería estar pasando.

—Esto ya se extendió lo suficiente —declaró levantando la mirada tanto hacia Bakura como a Diabound —. ¡Parece que has olvidado algo! —Atem levantó su brazo. No estaba muy seguro de lo que estaba haciendo, pero sabía que podía hacerlo —. Permíteme recordártelo, ¡puedo llamar a los Dioses Egipcios! ¡Dioses legendarios de Egipto, por favor escuchen mi llamado, en el nombre de cada Faraón que estuvo antes, ahora suplico el despertar del poderoso Obelisk!

Una enorme luz descendió del cielo así como apareció desde el fondo de la tierra. El suelo tembló y pareció que el cielo tronó, sólo para que todos exclamaran sorprendidos la aparición del gigantesco monstruo.

—¡Yo invoco a Obelisco el Atormentador! ¡Ataca!

El gran Dios egipcio se preparó para golpear a Diabound y al Rey Ladrón. Muchos de los bandidos habían escapado y solo los que parecían ser más leales se quedaron al lado de Bakura.

—¡No puede ser! —gritó Bakura —. ¡Diabound, ataca tú primero!

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Mana sintió el retumbar de todas las paredes y no fue ignorante de la potente luz que iluminó los pasillos de las mazmorras que la mantenían presa.

El Misterio De La Amada Del Faraón [COMPLETA]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu