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- Otra vez.

¿Cuánto habían entrenado? Quizás dos años, sin descanso. Había logrado satisfacer a su madre mejor de lo que creía, había sobre pasado sus límites por ella.

Pero aún había algo.

Eso que le impedía ser quien quería ser.

Compasión.

Era algo que conocía perfectamente, el era muy bueno en todo, incluso en ser el malo del cuento, pero el era compasivo, dudaba y eso molestaba a su madre. Pero jamás lo reprendió, era como si entendiera el hecho de que no pueda matar a sangre fría como ella.

Y eso lo agradecía.

- Pero mamá...

- Sin peros Haru. Hemos llegado muy lejos, solo nos faltan las tierras santas, es necesario que empieces desde ahora a ser como yo.

¿Y si no quiero ser como tu?, esa pregunta cruzo la cabeza de Haru como un rayo, sin decir nada y desenvaino su espada otra vez.

El era ambicioso, quería saber que era envainar una espada como la de su madre, una katana de doble filo no solo maneja artes oscuras si no que era conocida como el arma de las armas santas. ¿Como su madre, un ser oscuro, pudo tomarla sin morir en el intento? Entonces se respondió a si mismo, era su madre, la mujer de hierro y oscuridad, la mujer inquebrantable.

- Ahora ataca Haru, no te contengas, libera tu fuego, tu oscuridad y tu luz, dejalos fluir por todo tu cuerpo - Haru se concentró y cerró los ojos.

Sintio como la magia empezaba a fluir por su extremidades, sintió el fuego rodearlo y abrazarlo  hasta el punto de ya no sentirlo, la bruma negra salió de sus manos.

- ¡Hime! - la voz de Virgo hizo sobresaltar a Haru bloqueando todo lo que había logrado, Lucy desbloqueo el campo de protección que había creado para proteger a Haru por si algo salía de control y miro a Lucy.

- ¿Qué ocurre, Virgo? - Pregunto con tranquilidad.

Hauu miro sus manos, lo había logrado, había logrado canalizar su magia sin salirse de control.

- Los nuevos pueblerinos, hay un pequeño rebuelco con un chico... - Apenada agacho la cabeza.

- ¿Qué clase de chico?

-Uno de tierra santa, estaba de viaje y lo capturamos con el pueblo. - Lucy pareció pensar, analizar y pensar.

Suspiro - Bueno, supongo que hay que enseñar modales, no puedo permitir alguna falta de respeto en mis reinatos ¿Cierto, Haru? - Lucy miro de reojo a Haru.

Haru la miro confundido, estaba tan concentrado en lo que había logrado que apenas la había escuchado - Si, Madre.

- Me alegro que estemos de acuerdo - Sonrió, de su mano salió un látigo con púas - Entonces iré, luego quiero que Tauro lleve el cuerpo a las tierras santas como aviso.

Cuándo Lucy desapareció por los pasillos y los gritos desgarradores de súplicas, insultos y dolor, Haru se estremeció, amaba a su madre pero aún no podía acostumbrarse a la faceta de ella que jamás había visto en vivo y en directo.

Tenía miedo de lo que su madre era capaz.

Cuidado con lo que deseas... [ PUD #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora