Zero Year

364 55 98
                                    

Los gritos y risas eran parte de la rutina diaria en ese lugar. Cada uno de los seres ahí encerrados tenían una funcionalidad definidas por la que se encontraban ahí. Los doctores se encargaban de "ayudar" a los "pacientes", los guardias se encargaban de mantener el orden del lugar, y los pacientes no eran más que personas que se habían perdido en aquella interminable oscuridad que era la mente.

O por lo menos ese era su pensamiento...

—Doctora Baxter, me alegro de que llegara.

La mencionada sonrió educadamente estrechando su mano con la de la mujer frente a ella. La verdad no tenía intenciones de convivir mucho con ella, pero debía actuar con naturalidad para lograr conseguí ese trabajo.

—Doctora Young, llámeme Amelia, por favor —habló acomodándose los lentes.

—Bien, Amelia —habló la doctora Young comenzando a caminar siendo seguida por la chica—. Nos alegra enormemente que te ofrezcas para este trabajo. Actualmente el personal del asilo se ha encontrado... desmotivado.

—El caso de la doctora Quinzel —la doctora Young asintió con la cabeza.

—Es bueno ver que está al tanto de lo sucedido —comentó Young mientras su acompañante miraba curiosa como varios guardias llevaban a los pacientes a sus celdas sin dejar de juguetear con sus lentes—. Como podrá imaginarse, se tiene un trato diferente con cada paciente. En el caso del suyo, es importante no caer en sus trucos mentales —informó entregándole una carpeta.

Al abrir la carpeta comenzó a leer en voz baja el archivo que se encontraba adjunto en esta.

—Paciente 48140, Edward Nygma —leyó mirando la fotografía—. Mejor conocido como el Acertijo. Físicamente sano, con una mente brillante contaminada por un trastorno histriónico de personalidad, dandole una necesidad patológica de demostrar su superioridad intelectual sobre los otros —frunció el ceño al continuar leyendo—. Advertencias: genio mental, criminalmente loco, considerado armado y peligroso, escapista profesional... ¿Quien hizo esta entrevista?

—El doctor Westerman, fue el encargado del paciente desde su ingreso... —respondió Young—. Hemos llegado.

La fría puerta metálica ante ellas poseía una pequeña ventana que permitía ver en el interior de la celda al pelirrojo amarrado a la camisa de fuerza y con la cara destruida.

Y en la soledad de su celda, Nygma solo podía pensar.

De todas las cosas que había hecho en su vida, Edward solo se arrepentía de ese año.

Había perdido el control de sí mismo tras la muerte de Emily, había retado a Batman sin pensar, había actuado de manera imprudente.

Lo había perdido todo...

Sumado a todo eso, su juicio había sido la cosa más difícil de su vida, y no por el hecho de haber estado en medio de un estrado con una camisa de fuerza y la cara llena de cortes y cicatrices, tampoco el hecho de que fue declarado mentalmente loco, mucho menos por las miles de personas juzgándolo, ni por la condena en Arkham.

La peor parte fue cuando lo acusaron de 223 muertes, cuando el juez comenzó a nombrar y mostrar las fotos de cada una de las víctimas, y cuando el nombre y la foto de Emily Mercury aparecieron entre las acusaciones.

Le habían acusado de la muerte de Emily, habían dicho su nombre como si no hubiese sido nadie importante, y nadie había ido a defenderla.

Edward era la única persona a la que le interesaba Emily, había intentado salvarla, y aún así fue acusado por su muerte.

Al principio contaba los días desde su muerte, con el paso del tiempo esos días se volvieron semanas, hasta convertirse en meses, y finalmente un año.

Un año de fracaso total encerrado en Arkham.

En ningún momento había considerado escapar, dado que sabía que el mundo no sería lo mismo para él después de lo sucedido en el Año Zero, simplemente había perdido toda ilusión por un mundo mejor, pues Emily se había llevado con ella todas sus pocas esperanzas.

Y eso era Edward, un ser desesperanzado con una mente llena de acertijos.

Tenía doctores "tratándole", desde una rubia loca que por alguna extraña razón había decidido escapar con otro paciente, hasta la inútil doctora Young, a la cual solo veía para molestarla con preguntas y acertijos.

Esa era su vida ahora, un prisionero física y mentalmente.

—Señor Nygma —cerró los ojos al escuchar la irritante voz de la doctora Young.

—Doctora Young, no la esperaba hoy, un jueves —habló con burla entreabriendo su ojo sano para ver a la doctora a través de la pequeña ventana de la puerta—. ¿No es curioso?

—¿Que cosa? —preguntó la mujer.

—Viene a verme todas las semanas, sin embargo, siempre se queda tras la puerta de la celda —comentó riendo—. ¿Por qué será?

—Solo he venido a informarte que a partir de hoy no seré más tu doctora —habló la doctora—. Y a presentarte a la doctora Amelia Baxter.

Edward rió volviendo a cerrar el ojo con aburrimiento. Fuera de la celda se escuchaban pasos y un par de susurros antes de que la puerta se abriera sorprendiéndolo. Abrió los ojos de golpe frunciendo el ceño al ver a la chica entrar con una sonrisa.

—Hola, Edward —saludó la chica acomodándose los lentes.

—Me estoy volviendo loco —murmuró negando con la cabeza.

La chica río acomodándose los lentes mientras la puerta tras ella se volvía a cerrar.

—Para eso estoy aquí —habló arreglando su corto cabello castaño tras su oreja.

—No eres ella —murmuró Edward—. No eres ella... No lo eres... Estoy alucinando...

—Un soldado va a la guerra —susurró causando una sonrisa en Edward—. Tiene que luchar por 7 meses...

—Pero al último mes el soldado pierde su vida —finalizó Edward—. Emily...

—Disculpa por tardar tanto —suspiró.

—¿Como es que estás...? Me refiero... ¿Quien...? —balbuceó Edward.

—Es la única cosa en mi vida que le agradeceré a Batman —respondió Emily caminando alrededor de la habitación en busca de algo—. Hizo una transfusión de sangre y una reanimación —dijo con una mueca—. Me salvó porque creyó que era una prisionera —Edward parpadeó perplejo sin poder creer lo que estaba viendo—. No es que me esté quejando, ¿pero qué clase de manicomio no coloca cámaras en las celdas?

—No estás muerta —murmuró Edward aún sorprendido.

Emily lo miró fijamente por un par de segundos antes de sonreír acercándose a él.

—Es gracioso, eso me dijiste la primera vez que nos vimos en aquella habitación de la torre Wayne —comentó con una sonrisa—. Estoy viva, Ed —susurró acariciandole la cara llena de cicatrices—. Y te sacaré de aquí, lo prometo.

Edward suspiró relajándose ante el tacto de la mano de Emily en su mejilla.

—¿Ahora eres Amelia? —preguntó en voz baja.

—Amelia Baxter —respondió Emily—. Mi segundo nombre y segundo apellido. Tuve que cambiarlo para lograr trabajar aquí.

—Emily Amelia Mercury Baxter —susurró Edward—. Suena bien.

Emily rió juntando sus frente y Edward volvió a suspirar con la necesidad de abrazarla, lo cual haría sino fuera por la camisa de fuerza.

—¿Estás listo para salir de aquí, Edward Nygma? —preguntó Emily con una sonrisa.

En respuesta, Edward junto sus labios con los de ella dándole finalmente ese beso que llevaba deseando desde hace un año.

Y en el momento que ambos se separaron mirándose a los ojos, Edward se dio cuenta de la realidad.

Emily era su perdición...

Pero también su salvación.

Zero Year •|Edward Nygma|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora