Capítulo 6

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Al día siguiente me quedé dormida y por ello llegué tarde al instituto. Como consecuencia pasé la primera hora en el aula de castigo con Lucas.

- ¡Vaya,vaya! Pero mira a quién tenemos aquí.

- Bueno...al menos no soy la única.

Hubo un incómodo silencio y, finalmente, decidí preguntarle.

- Oye, ¿me conoces de algún lado? Porque actúas como tal.

- Te lo diría si pudiera... pero creo que no podré, todavía no. Ya te lo dije.

- Pero, ¿por qué?

- Eres igual de terca que ella.

- ¿De quién hablas?

- De una personita a la cual te gustaría conocer.

- ¿No me dirás nada más que eso verdad?

- Exacto.

Otro incómodo silencio nos rodeó hasta que decidí preguntarle otras cosas.

- ¿Conoces a Alan?

- ¿Alan?

- Un chico que dice ser mi prometido.

- ¿Tú prometido? No puede ser...- vi en su expresión un sentimiento de alarma.

- ¿Sabes? Él es igual que tú. Sabéis más cosas que yo pero ninguno dice nada, de hecho parece que me lo restregáis.

- Alan... - dijo en un susurro.

- ¿Ocurre algo?

- Nada... Oye, ¿tienes hermanos?

- No, bueno...realmente no lo sé.

- ¿Cómo?

- Es complicado.

- Bueno...parece que también tienes tus reservas.

- Bueno...es que, todavía ni yo lo entiendo...

- ¿Quieres jugar a un juego?

- Suena interesante.

Lucas me dio una llave. - Encuentra la taquilla que sea abierta por esta llave.

- Oh, suena divertido. - en ese momento salí fijándome en que ningún profesor me viera ya que en el aula de castigo suelen dejarnos solos. - Volveré antes de que vuelva el profesor, lo prometo. - si veía que me había escapado iba a traernos problemas a ambos.

Entonces, sin moros en la costa, fui a la zona de las taquillas.

- Ten cuidado, pequeña, ten cuidado. - dijo Lucas una vez que Zafiro se había ido.

Probé diferentes taquillas pero ninguna se habría, de hecho la llave tenía un número grabado, 125, pero esa taquilla no se encontraba por ninguna parte.

Cuando me estaba cansando, encontré una puerta semiabierta muy gastada por el paso del tiempo y la falta de cuidado. Entré y vi una taquilla semidestrozada al fondo de la estancia. Me aproximé a ella e introduje la llave en la apertura. La giré y en cuanto la abrí vi una foto de una familia. Había tres niños, dos niños y una niña. También había dos personas adultas, supuse que los padres de los críos.

Me resultaba tremendamente conocida pero no sabía por qué. De repente, me reconocí de pequeña en la foto. ¿Si esa era yo, quiénes eran eses? ¿Mis verdaderos padres? Entonces, ¿tenía unos hermanos?

Guardé la llave en el bolsillo de la falda junto con la foto. Salí de ahí y corrí por el pasillo, pero antes de llegar a la puerta de castigo vi a Eric y a mis amigos que venían a visitarme a mi nuevo instituto. Estaba hiperventilando, los vi y me detuve, quería que ellos me dijeran que no era yo, que estaba delirando y que esa foto no tenía nada que ver conmigo. Porque a pesar de que era evidente, no podía creer que toda mi vida de verdad era una mentira. Además, aquel hecho no me ayudaba a resolver ningún enigma.

Mi primer beso (II)Onde histórias criam vida. Descubra agora