Capítulo 1

196 5 0
                                    

2 meses después.

El despertador me arrancó de las manos de Morfeo y me desperecé dispuesta a desayunar.

- ¿Hay alguien en casa? - nadie respondió por lo que me sentí aliviada. 

Desde que mi madre tuvo aquella discusión conmigo mis "padres" han intentado evitarme a toda costa, ni siquiera han querido responder a mis preguntas. ¿Lo peor? Que quieren gobernar mi vida a su antojo. ¡No soy ninguna esclava!

- ¡Tú no eres nuestra hija!

- ¿Qué?

- Lo que has oído niña insolente. No tienes nuestra sangre. No eres hija nuestra y nunca lo serás.

- Entonces, ¿quiénes son mis padres?

- ¿Creías que te lo diría?

- Pero...Está bien.  Por consiguiente, me iré. Si no sois mis padres no tengo porque seguir vuestras normas, y con más razón si nunca me habéis querido.

- No sé quienes son tus padres y, aunque lo supiera jamás lo sabrás por mis labios, te lo juro, mas, te advierto, de aquí no te irás. No seremos tus padres pero tenemos tu custodia. Hasta que cumplas 18 tendrás que vivir bajo nuestro techo, lo desees o no.

- ¿Qué estás haciendo Margaret? Dijimos que nunca se lo contaríamos.

- He cambiado de opinión. Estoy harta de esta niña rebelde. No va a ser nuestra sucesora, lo sabes. No debimos haber hecho lo que hicimos para conseguirla. Estabas equivocado.

- No te ciegues por los celos. Ella va a ser nuestra única salvación.

- ¿De qué habláis? Me voy. 

Él que creía que era mi padre me agarró con fuerza del brazo. - De aquí nunca, escúchame bien, nunca saldrás. Vas a oír cada una de las cosas que te digamos y las cumplirás porque, atiéndeme, jamás de los jamases serás libre para hacer tu voluntad. Nunca debiste aparecer ante nuestros ojos de lobo puesto que jamás saldrás de aquí, de nuestro lado, viva.

Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar lo sucedido, así que para despejarlo de mi mente puse los auriculares en mis orejas y mi lista de reproducción empezó a sonar. 

Desayuné, me vestí y me fui a clase abandonando esa casa que se había convertido en cárcel.

- Hey, Zafiro, buenos días.

- Buenos días.

- ¿Viste ayer el episodio...? - no atendí a la conversación que me daba. No me caía mal pero tampoco éramos amigas. No había hecho amigos desde que me fui del instituto Heart. Extrañaba a Eric, a Diamante, a Cristian y a Rubí; no había hablado con ellos desde que me había ido y empezaba a sospechar que ya se habían olvidado de mí, de hecho no me pude despedir de Rubí y no sabía si habría notado que no estaba.

- Tierra llamando a Zafiro, ¿me estás escuchando?

- Eh...¿qué? Eh...no, lo siento, estaba pensando...

- Kate, hola, estoy aquí. Bueno, adiós Zafiro, después seguimos nuestra conversación.

- De acuerdo. - me despedí con un movimiento de mano yendo a mi taquilla.

Estaba muy descentrada, de hecho, llevaba todo el curso así. Ni siquiera mis asignaturas favoritas conseguían meterme en la clase, claro está, el director había informado a mis padres de mi estado, incluso les había sugerido que me llevaran a mi anterior centro pues veía que mi expediente académico estaba por los suelos a causa de la mudanza, pero como era obvio, a ellos no les importaba eso,me querían para otra cosa y no tenía ni idea para que.

- Auch. - me caí al suelo y los libros de texto junto a mí. Alcé la vista y me encontré con un chico menudo con una mirada oscura llena de dolor, o al menos transmitía esa sensación. Este miraba para el suelo con actitud desafiante pero al levantar la vista para mirarme su rostro se llenó de sorpresa, no obstante se marchó antes de que pudiera pedir disculpas y sin que él lo hiciera. Estaba claro que yo no había sido la única culpable, mas lo dejé pasar, sin embargo había algo en él que no me dejaba tranquila.

- Bueno chicos, me gustaría informaros que para la próxima clase debéis redactar un poema para el concurso que se hace todos los años,y, debo recordaros que es obligatorio, más os vale hacerlo.

Mi mente por primera vez en cierto tiempo estaba pendiente de las palabras de mi profesora de lengua.

- Profe... estamos muy ocupados.

- Me sirve un verso, vamos, no querréis un cero, ¿verdad? Sabéis que las actividades de creación personal son las que más se valoran en esta área. Además, de esa forma se verán vuestros pensamientos, vuestro modo de expresaros...os podremos ayudar sin que utilicéis palabras exactas. ¿No os parece interesante?

- Pues la verdad...no mucho.

- ¿Y a ti, Zafiro? ¿Qué te parece? - me apeló la maestra con mirada enigmática.

- ¿A mí? - asintió. - Pues...no sé...me parece bien.

- Eso es lo que esperaba oír. - la clase no me quitó la vista de encima. Escuchaban poco mi voz y no me solían prestar especial atención. No había querido integrarme y parecía desprender una luz azulada nada optimista. Algunos sí me hablaban pero siempre era cuando no había nadie con quien conversar. Al poco rato, cuando veían a alguno de sus amigos, desaparecía para ellos.

En cuanto sonó el timbre recogí mis herramientas de trabajo, lápiz, bolígrafo...Como siempre, era una de las últimas, mas, cuando ya no quedaba nadie y estaba apunto de marcharme, Rebeca, la profesora, se me acercó.

- Zafiro, quería darte esto pero preferí que fuera cuando nadie mirara, ya que algunos jóvenes podrían pensar mal. - me dedicó una sonrisa cálida mientras me tendía un libro ni muy viejo ni muy nuevo. - Léelo.

- Oh, muchas gracias.

Acto seguido me fui a mi casa, sin embargo, en medio del camino alguien me detuvo.

- Tú eres Zafiro, ¿verdad?

- Sí, y tú el chico que no se disculpó, ¿verdad?

- Tú tampoco lo hiciste.

- No me dejaste tiempo para que lo hiciera.

- Touché.

- Volviendo a la conversación, sí, soy Zafiro, ¿y tú eres...?

- ¿No sabes quién soy?

- ¿Debería?

- No sé, dímelo tú.

- Eh, no te entiendo.

- Puede que algún día lo sepas. Creo que ahora no es el momento. - dicho eso emprendió la marcha.

- ¡Oye! Vas a mi instituto, voy a saber tu nombre de todas formas.

- Mi nombre no te dirá la verdad. - antes de que pudiera rechistar, desapareció.

- ¡Ya estoy en casa!

- Hola Zafiro.

Detrás de la puerta que daba al salón apareció un chico con el pelo negro como el carbón, ojos avellana y cara marcada. Era alto pero con actitud arrogante. Su sonrisa torcida era bonita mas sentía que ocultaba algo.

- ¿Quién eres tú?

Me dirigió una mirada penetrante como si lanzara una flecha que diera en el punto justo de la diana y dijo: - Soy tu prometido.

Mi primer beso (II)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα