Capítulo 18. Cita doble, mala idea | parte 1 |

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―Eso creo ―contesté, encogiéndome de hombros.

―Pues cuando veas celoso a Frank, sabrás que le gustas ―concluyó, satisfecha.

La miré, dudando. Pero en el fondo tenía la esperanza de que también le gustara.

***

Pasadas algunas horas, la acompañé hasta la puerta de casa y nos despedimos. Antes de cerrar, un Camaro amarillo llegó y Frank bajó del lado del copiloto. El chico que conducía tenía los brazos tapizados de tatuajes, era moreno, usaba gafas oscuras y llevaba un corte de pelo tipo militar. Sí mi padre lo viera, no dudaría en llamarlo criminal o vago.

El chico se percató de mi presencia, y me miró desde lejos. Frank rodeó el auto, se detuvo cuando su amigo lo llamó y se acercó a la ventanilla. Lo que le dijo hizo que Frank me mirara, mientras su amigo sonreía.

―Admítelo ―gritó el moreno, antes de ponerse en marcha.

Me alejé de la puerta, dejándole paso para que entrara, y giré sobre mis talones. El teléfono de la sala comenzó a sonar y me detuve antes de poner un pie en el primer escalón.

―Es Fernando ―dijo Frank, señalando el teléfono con la cabeza.

―Hola, Fer, ¿cómo estás? ―dije cuando atendí la llamada.

Deseando verte.

―Faltan unas horas.

¿A dónde querrás ir? ―preguntó. Detecté cierto tono pícaro en sus palabras.

―Escucha, se me olvidó decirte que Frank saldrá con nosotros ―comenté cautelosamente.

―¿Hablas en serio? ―dijo después de unos segundos de silencio.

―Mi padre puso esa condición.

―Pero me habías dicho que tu papá estaba de viaje ―comentó, confundido.

―Lo está, pero la distancia no le ha impedido poner sus reglas.

―Podemos deshacernos de Frank para estar solos ―aseguró.

―No te preocupes por eso, él saldrá con una chica ―dije, ocultando mis celos.

―Entonces, ¿será algo así como una cita doble?

La palabra «cita» me revolvió el estómago y la palabra «doble» me lo revolvió aún más.

―Supongo ―dije, torciendo los labios.

***

En media hora Fernando llegaría a la casa, había terminado de maquillarme de la forma que me había aconsejado Karina. No era muy llamativo, pero era suficiente para que mi rostro se viera diferente de los demás días.

Con el delineador dibujé una línea no muy gruesa en la parte superior de las pestañas, que estaban bañadas en rímel, y agregué unas sombras tenues en los párpados para levantar la mirada. En esta ocasión, utilicé un pintalabios rojo, aplicando una cantidad apropiada, sin exagerar.

Una vez vestida, vi que, tal como había imaginado, el short negro me quedaba muy ajustado y se me ceñía mucho al trasero. Pero lo que más me preocupaba era el largo del short; para mi gusto, demasiado corto.

La blusa era cómoda, aunque tenía el escote bastante amplio. No era una Miss Universo con mucho pecho, pero tampoco lo tenía del todo plano, así que la pequeña línea que se formó en el valle de mis pechos me confirmó que que, efectivamente, quizá estaba mostrando más de lo normal de ellos.

El Huésped ✅ [ Disponible en físico ]Where stories live. Discover now