Capítulo 1

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Mis pasos resuenan en el silencio del callejón y segundos después también se escuchan los suyos. Mi sombra, bajo la luz amarillenta de la solitaria farola del callejón, se mueve rápido a mi lado sobre las paredes de ladrillo grisáceo. Miro hacia atrás entrando en pánico cuando veo que el agente me sigue. Acelero y salgo del estrecho callejón. Aquí, en la amplitud de una calle más abierta, la luz es intensa y tengo que parpadear varías veces hasta que consigo acostumbrarme. Es tarde en la noche y las calles están casi desiertas, aunque todavía quedan algunas personas que caminan lentamente de vuelta a casa tras el cierre de los bares de la zona.

Miro hacia atrás de nuevo y observo con creciente desesperación como el agente Kane me persigue de cerca. Se mueve de forma ágil y rápida. Mi velocidad no es nada comparada con la suya, así que las posibilidades de librarme disminuyen con cada metro que gana.

Él no grita y no me pide que me detenga, sólo corre tras de mí en completo silencio. En todas estas noches en las que lo he seguido apenas le he visto decir más de dos frases seguidas. Por lo menos, el arma está de vuelta en su cintura y ya no me apunta con ella.

En ese inoportuno momento, mi teléfono móvil comienza a vibrar de forma continuada y sin intención de detenerse en el bolsillo de mi chaqueta oscura.

— Oh, Dios — jadeo incrédula ante la situación —. Tiene que ser una broma.

Desafortunadamente, no es una broma. Mientras corro con todas mis fuerzas tratando de no bajar la velocidad, deslizo mi teléfono fuera casi cayendo en el intento debido a la humedad de mis manos. Mi corazón se salta un latido cuando veo el nombre escrito en la pantalla del dispositivo.

— Hola... padre —saludo de forma escueta al descolgar.

No dejo de mirar atrás preocupada de que el hombre de negro con grandes ojeras bajo sus intensos ojos me alcance. Mis cabellos castaños oscuros con un leve brillo rojizo se meten continuamente en el camino de mi rostro dificultando mi visión y obligándome a retirarlos una y otra vez.

— ¿Dónde estás? —se escucha su voz dura y seria al otro lado de la línea.

Puedo vislumbrarlo en mi mente mirando a través de la gran ventana de su despacho en lo alto de uno de los edificios más elevados de la ciudad, la Torre Kadjar. Las luces apagadas a su espalda llenando la habitación de sombras y su ceño fruncido reflejándose en el pulcro cristal frente a él.

— No podía dormir... — la mentira sale fácil a través de mis labios mientras empiezo a sentir el cansancio en mis piernas y esquivo una farola que aparece abruptamente en mi camino.

— ¿Estás corriendo? —me interrumpe él con perspicacia al escuchar el jadeo que acompaña a mi voz.

Presiono los labios con fuerza durante unos breves segundos buscando una excusa factible mientras los pasos del agente de policía se escuchan cada vez más cerca.

— Oh, ya sabes. Pensé que haciendo algo de ejercicio conseguiría que me entrase el sueño...

— Sí, por supuesto —a pesar de su aparente comprensión, no suena muy convencido —. No tardes mucho en volver a casa.

— En unos minutos estoy allí — si consigo escapar de esta persecución, claro.

Sólo necesito crear algo de distancia entre nosotros y ya no tendré que preocuparme. Cuelgo el teléfono y estoy a punto de guardarlo en el bolsillo de mi chaqueta de cuero de nuevo cuando me estrello contra una pareja que venía andando tranquilamente por la acera. Por suerte, consigo mantener el equilibrio y no caigo al suelo. Sin embargo, mi móvil sale disparado de mis manos sin poder evitarlo.

— Venga ya —resoplo intentando encontrarlo mientras mi corazón late sin control e ignoro los insultos de la pareja con la que me he topado y que comienza a alejarse, exasperados, ante mi falta de una disculpa.

Entonces, lo veo. Junto a la pared de piedra roja del edificio a mi lado. Extiendo la mano para alcanzar el pequeño dispositivo que brilla levemente bajo la luz de las farolas que iluminan la calle, pero me detengo cuando recuerdo que debería estar corriendo. Mi mirada se eleva y contengo la respiración al ver a Kane Velkan girando la esquina que hace unos instantes acabo de pasar. Ni siquiera se detiene un segundo para recuperar el aliento y la compostura. Al verme se lanza decidido hacia mí.

Le doy una última mirada apenada a mi teléfono y escapo abandonándolo sobre el suelo. Corro rápidamente, pero me detengo extrañada al no escuchar sus pasos tras de mí. Al mirar atrás contengo la respiración. El hombre de aura oscura ya no me persigue. En su lugar, se agacha y recoge mi teléfono de la acera. Nuestras miradas se cruzan durante unos breves segundos.

Aprieto los dientes con fuerza sabiendo que la he cagado y, con resignación, doy media vuelta y escapo finalmente. Kane no necesita correr para atraparme pues ahora tiene mi móvil y en él puede encontrar todo lo que quiera saber sobre mí.

Un par de horas más tarde yazco tumbada sobre las sábanas desordenadas de mi cama. No consigo relajarme, por lo que me olvido irremediablemente de intentar dormir algo hasta que amanezca. He cometido la mayor estupidez de mi vida esta noche. No sólo me he descubierto, sino que además he dejado atrás lo único que podía conducirlo directamente hacia mí. Incapaz de continuar tumbada, me incorporo sobre el colchón. Flexiono las rodillas contra mi pecho y me quedo mirando mi bufanda roja ahora apoyada sobre el respaldo de la silla de en frente. La luz de la luna se cuela por la ventana haciendo brillar intensamente sus finos hilos. Fue un regalo que Jay me hizo hace algún tiempo y no puedo evitar sonreír cada vez que la miro. El pequeño y dulce, Jay. A pesar de que nos llevemos cuatro años de diferencia, no recuerdo ni una sola vez en la que no haya estado a mi lado con su caracterísitco pelo rubio y sus claros ojos azules.

Mi sonrisa se borra lentamente cuando recuerdo el rostro inexpresivo del hombre que esta noche me ha apuntado con un arma y que ahora tiene en su poder mi teléfono móvil. Los mechones cortos de su pelo oscuro rozaban levemente su frente y sus rasgos parecían estar en continua tensión. Es mucho más intimidante una vez que lo tienes a escasos pasos que desde lo alto de los tejados. Sin embargo, el amargo encuentro de esta noche no ha hecho que mi curiosidad se disipe sino más bien todo lo contrario. No puedo dejar de pensar en él, en su actitud silenciosa, su intensa mirada oscura, su aparente falta de moderación y restricción frente a los criminales que caminan en la noche...

Deslizo mis dedos sobre la piel desnuda de mi pierna de forma ausente y ésta se torna de gallina bajo el lento toque. Entonces, mi mano se detiene.

Salgo de la cama de forma brusca, me visto rápidamente y agarro mi bufanda del respaldo de la silla. Con un movimiento circular que tantas otras veces he repetido, la enrollo alrededor de mi cuello.

Hora de recuperar ese teléfono.


¡Sorpresa! Tenía pensado que si llegábamos a las 100 lecturas subiría el capítulo antes de que llegase el miércoles

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¡Sorpresa! Tenía pensado que si llegábamos a las 100 lecturas subiría el capítulo antes de que llegase el miércoles. Espero que os haya gustado y si es así puedes dejar tu voto y tu comentario.

No os preocupéis, el próximo capítulo sigue estando programado para el miércoles :D Nos vemos pronto.

La chica sobre los tejados © #2Where stories live. Discover now