Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"

Capítulo 51...

Narra Tereza...

Al finalizar de contarle a Edward mi pasado, me siento en paz, segura. Eso es lo que él me transmite, a su lado me siento protegida, cuidada, amada.

El temor desaparece cuando estoy a su lado.

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Media hora es el tiempo transcurrido desde que Edward se ha comunicado con la chica que dice ser mi hermana. Y aunque hace un momento me encontraba tranquila, esa tranquilidad se va esfumando poco a poco al ver un taxi detenerse en la entrada de mi casa, dónde ella ha llegado.

Una sensación de dolor se instala en mi pecho al verla bajar del auto, un mal presentimiento que me indicaba que algo nada agradable va a suceder.

—¿Estás lista?—Pregunta Edward al entrar a mi habitación alejándome de mis pensamientos—Ella está en tu estudio.

—La verdad es que aún no lo estoy—Le respondo tratando de respirar con normalidad.

En dos pasos Edward se encuentra frente a mí envolviéndome en sus brazos.

—Todo estará bien—Me susurra al oído.

—No me dejes sola—Pido correspondiendo a su abrazo.

—No lo haré—Entrelaza sus dedos con los míos mientras nos dirigimos hacia la puerta—Vamos.

Camino junto a él hasta llegar a mi estudio.

Al llegar la chica esta de espalda, lo que me permite observarla por algunos segundos.

Es rubia, de piel clara, lleva unos jeans ajustados aunque un poco desgastados de color negro, una blusa holgada color lila, y unas convers verdes oscura, que por lo que noto son muy viejas.

Para ser una chica joven está muy mal arreglada, no es que me anda fijando en como van vestidos los demás, no soy de esas personas, pero me sorprende mucho, por lo general los jóvenes de hoy  se afanan mucho en su apariencia, que no es el caso de ésta chica.

—Ya estamos aquí—-Habla Edward quien entra conmigo de la mano y me hala para acercarnos más.

La chica que hace unos minutos estaba de espalda gira confirmándome lo que vi el primer día que se presentó en mi casa, es igual a ella, una versión más joven de la mujer que me trajo al mundo.

—H..hola yo soy Tania—Dice de manera atropellada.

—Eso ya lo sé.—Respondo un poco a la defensiva— Lo que quiero saber es ¿Por qué estás en mi casa?, ¿Y por qué aseguras que eres mi hermana?.

No es mi intención ser muy dura, y mucho menos grosera, pero mientras más rápido termine con esto, mejor será.

Noto un leve apretón en mi mano derecha en señal de que Edward no me ha soltado.

Levanto mi mirada hacia él, y sin siquiera abrir la boca me indica que me calme.

Respiro de forma pausada e intento hacerle caso.

—Y bien ¿Qué es lo que te trae aquí?—Vuelvo a preguntar ya que la joven se ha quedado callada.

—Hace aproximadamente tres meses que sé de tu existencia—-Comienza hablar un poco nerviosa—Y al igual que tú quedé bastante sorprendida. Todos estos años creí ser hija única, hasta que mi madre me contó de ti—Toma una pausa profunda— Desde entonces comencé a buscarte hasta que hace una semana apareciste en los periódicos, ella te reconoció, investigué tu dirección y quise venir a verte cuanto antes pero mi madre me hizo dársela adelantándose al hecho de venir aquí. Me dijo que ni siquiera te dignaste en recibirla.

—¿Qué esperabas? Qué después de lo que hizo ¡Le hiciera una fiesta!—Exclamo un poco enojada ante la acusación.

Es que ella ni siquiera debió presentarse en mi casa en primer lugar, que agradezca al cielo que no la saqué a patadas que es lo mínimo que se merece por todo el daño que me causó.

—Yo no sé qué fue lo que paso entre ustedes, ni porque se separaron, tampoco quiero saberlo, eso es algo que tienen que resolver entre ustedes, y por lo que me ha contado mi madre sé que ella está muy arrepentida de lo que sea que te haya hecho.

—Eres acaso una especie de abogado para ella, porque temo decirte que si lo que busca es que yo la perdone estás perdiendo tu tiempo, hace quince años que Luisa murió para mi, si no tienes nada más que decir te quiero pedir que te marches de mi casa en este instante.—Exploto sin aguantar más la situación.

—No, no soy su abogada, solo creo en lo que es justo. Ella está sufriendo muchísimo, y sea lo que sea que haya hecho lo está pagando muy caro.—Afirma

—No me importa, si está sufriendo es porque lo tiene merecido. Tú no me hables de justicia cuando no conoces la historia. Ahora, por favor, te pido que te vayas de mi casa.

—Necesito que me escuche—Pide

—Ya escuché lo suficiente—Digo limpiando las lágrimas que salen de mis ojos—Sabes donde está la salida—Hablo dirigiéndome hacia la puerta con Edward que hasta ese momento se ha mantenido en silencio sosteniendo mi mano.

Pero al tomar el picaporte de la puerta ella vuelve hablar.

—¡Tiene cáncer!—Exclama, y es cuando la escucho sollozar fuerte.

—¿Qué?—Preguntó al tiempo que me giro nuevamente a ella.

—Está muriendo...y no quiere hacerlo sin saber que la perdonas, es por eso que vine a buscarte, los médicos le dieron aproximadamente dos meses de vida. Por favor ve a verla, te lo suplico—Pide mientras llora.

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