Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"

Capitulo 17...

Me niego a ceder, no quiero ser yo en dar el primer paso. Deseo a Edward, quiero besarlo, que me envuelva entre sus brazos. Sin embargo, quiero que sea él quien lo haga primero. Es estúpido pensar de esa manera, mas es una cuestión de estima propia o de orgullo, como quieran llamarlo. Yo soy una mujer de treinta años, y no quiero darme el lujo de andar como perro faldero detrás de un chico más joven que yo, que aparte de ser de una posición muy por debajo de la mía, es mi empleado.

Tengo claro lo que quiero, lo quiero a él en mi cama, pero no quiero ser yo quien dé ese paso, al menos no primero. Si llega a suceder algo entre nosotros, quiero que Edward tenga claro que solo será una relación física, seremos dos adultos buscando satisfacer sus necesidades y nada más.

El día en la empresa resulta ser muy estresante, por suerte ha terminado el horario laboral y solo quiero llegar a casa. A la vez también quiero seguir con mi juego de seducción. Lo de Edward puede esperar. En estos momentos necesito darme un baño, comer y dormir. Si, en definitiva es eso lo que necesito, todo lo demás será para otro momento, estoy muy cansada.

Me subo al auto y él lo pone en marcha, en todo el camino no nos dirigimos ni una palabra, de vez en cuando me observa por el espejo retrovisor. Ignoro el hecho.

Al llegar a casa, entramos al aparcamiento. Cuando el auto se detiene, me dispongo a bajar.

—Pero, ¿qué? —exclamo al notar que la puerta aún lleva el seguro. Observo a Edward y este hace lo mismo sin reacción alguna—. Abre la puerta.

—Necesitamos hablar —dice con tono serio. Mi ceño se frunce. No obstante, hoy no estoy para ningún tipo de juego.

—En estos momento no puedo —siseo con rotundidad—. Estoy exhausta, necesito descansar, hablamos después. —Veo cómo su cara se torna un poco triste, no le doy importancia—. ¡Por favor, abre la puerta!

Lo hace, bajo y cuando me dispongo entrar a casa, siento cómo me toma del brazo, ejerce cierta fuerza para acercarme a él.

—Edward. —Mis ojos se abren ante tal sorpresa—. ¿Qué crees que estás haciendo? —No responde. Me gira, me empuja hasta que mi espalda queda apoyada contra el auto, intento volver a protestar. Sin embargo, la protesta muere en mis labios al sentir los de él estamparse contra los míos.

Al principio no respondo, mi cabeza es un tornado de pensamientos y ninguno parece tener coherencia. Muerde mi labio inferior, provoca que un jadeo de sorpresa salga de mi parte, por lo que aprovecha para saquear mi boca. De inmediato respondo al beso con el mismo ímpetu con el que él me besa, esto es una lucha de poder y no estoy dispuesta a dejarlo ganar.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, lo atraigo hacia mí para profundizar más el beso, mi cuerpo entero vibra por las sensaciones que experimento. ¿Hace cuánto tiempo que nadie me besaba de esta manera?

Sus manos se apoderan de mi cintura y me pega más a su cuerpo, es como si quisiera fusionarnos en uno solo. ¡Dios! Yo también deseo eso.

Mis pulmones comienzan a exigir oxígeno, no deseo que él se aparte, de alguna manera tengo que morir. ¡Qué mejor que esta!

De repente, se aleja de manera brusca. Mi respiración se encuentra agitada al igual que la de él, observo sus labios y estos se encuentran hinchados, yo solo quiero volver a besarlo. Me acerco hacia él con esa intención en mente, pero vuelve alejarse.

—Tienes que descansar —gorjea con una sonrisa burlona en sus labios.

Lo miro de hito en hito. Ruego al cielo que sea una broma y sé que no lo es.

Gruño furiosa y entro a la casa dando un fuerte portazo no sin antes darle la peor de mis miradas. De fondo, sus carcajadas me llegan, hacen que mi enojo vaya en aumento.

Me la pagará, de eso estoy segura.

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