Capitulo 15...

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Está decido. Estoy dispuesta a dejarme llevar, Clara tiene razón, solo es sexo, no tiene por qué haber sentimientos mezclados.

Llegué a la conclusión de que si quería un acercamiento con Edward, soy la que debería acercarse, no creo que él lo haga, me ha ignorado desde lo ocurrido en la cocina, se limita a hacer su trabajo y nada más, apenas responde cuando le pregunto algo.

Quiero seducirlo, volverlo loco de deseo.

Hoy es lunes laborable, el plan ya está diseñado, solo queda ponerlo en marcha, debo buscar el momento correcto para hacerlo.

¡Edward Samz! Voy por ti.

Me coloco un vestido corto, negro, con un poco de escote y una chaqueta encima. Hace tiempo que no uso una prenda tan atrevida como esa, debo admitir que me siento sexy y es lo que necesitaba para mi plan.

Bajo a la cocina y me encuentro con Edward, quien desayuna en la encimera. Cuando me ve, sus ojos recorren mi cuerpo, se detiene más de la cuenta en mis pechos y piernas un tanto desnudas. Aclaro mi garante y el desvía la vista otra vez a su plato.

—¡Buenos días! —saludo con una enorme sonrisa en mi rostro. La elección del vestido resulta acertada.

—¡Buenos días! —responde sin alzar la vista otra vez.

Camino hasta la cafetera, tomo una taza y me sirvo. Unas tostadas que se encuentran hechas esperan por mí, le agrego un poco de mermelada de piña.

—¿Y Bertha? —Me siento frente a él.

—Comentó que regresa en un momento. —Alza por unos segundos su mirada hacia mí.

Pero qué justa es la vida, es un buen momento para emplear mi plan.

Agarro un poco de sirope de piña en mi dedo índice y lo lamo de la manera más sensual posible. Gimo en el acto, provoco que Edward levante la cabeza para observarme.

Veo su mirada dirigirse hacia mis labios. Sonrío por dentro.

Recojo un poco más de sirope con el dedo, lo dejo caer en el valle que dividen mis senos, esto hace que parezca un accidente

—¡Qué torpe soy! —exclamo. Con el mismo dedo, recojo el sirope y vuelvo a introducirlo en mi boca—. ¡Delicioso! —murmuro.

Llevo mi mirada hacia el joven, le veo moverse en su silla, está incómodo y traga en seco.

—¿Puedo ayudarla con eso? —inquiere con voz ronca. ¡Hasta que se digna a hablarme!

—¿Con qué vas ayudarme? —Me incorporó y me acercó. Nunca imaginé que sería capaz de jugar de esta manera como lo hago en este momento.

—Yo... yo —tartamudea. Baja su cabeza hasta mi escote, levanta la mano con la intención de retirar el sirope que aún queda entre mis pechos, cuando lo va a hacer, levanto su barbilla con un dedo y hago que me mire.

—¿Nunca te han dicho que tienes unos labios muy apetecible? —susurro muy cerca de su boca. Paso mi lengua por los mis labios para humedecerlos.

Me acerco un poco más a su boca, la rozo con la mía, mi lengua recorre su labio inferior, lo muerdo tirando de él en el proceso. Le escucho jadear y me doy bien servida.

Desea que lo bese, lo puedo ver en su mirada. Sin embargo, no lo hago, me dispongo a dejar besos húmedos por el lóbulo de su oreja para bajar hasta su cuello. Me alejo de él de golpe, lo dejo con la respiración agitada y en shock.

—Tenemos que ir a trabajar —digo con una enorme sonrisa de satisfacción en mi rostro que oculto de él dándole la espalda.

—¿Qué? —exclama alterado.

—¿Que hay que ir a trabajar? —repito sin tomarle importancia a su estado.

—No. No. No... de ninguna jodida manera. —Rodea la encimera hasta llegar a mí, toma mi cintura y me pega a él de tal forma que puedo sentir lo excitado que se encuentra—. ¿No pensarás dejarme así? —Roza su cuerpo con el mío, me hace participe de su excitación. ¿Desde cuándo es tan atrevido? Ahora entiendo a Bertha cuando dice que no juegue con fuego porque me puedo quemar.

—¡Suéltame! —ordeno.

—Claro que no, tú vas a terminar lo que empezaste, ¿crees que puedes venir a tocarme como lo has hecho y yo no iba a reaccionar? Estás muy equivocada ¡Soy un hombre! Y uno que te desea. —Su confesión me deja descolada por momento, pero pronto vuelvo en sí.

—¿Quieres perder tu trabajo? —amenazo, busco la forma de que me libere—. Porque eso es lo que va a suceder si no me sueltas ahora mismo.

La verdad, yo quiero esto tanto como él. No obstante, no es el momento, ni el lugar.

—Sabes, no me importa que me despida, en estos momento lo único que deseo es a ti. ¿No lo sientes? —Se restriega contra mí—. Seguro consigo otro trabajo después.

—No estás pensado con claridad. ¿Has olvidado a tu Abuela y tu hermana? Ellas son la razón por la aceptaste este trabajo, ¿dejarás que una calentura te haga perderlo todo?

—Permite que por lo menos te bese. —Un suspiro sale de su boca—. Por favor. —Coloca una mano detrás de mi nuca, me acerca hasta sus labios, pero en ese instante escucho la puerta abrirse. Me obligo a separarme de él.

—¡Señora! Qué bueno que haya despertado, estaba pensando ir a llamarla —comunica Bertha y, por primera vez en la vida, agradezco su don de la inoportunidad.

Miro a Edward con el ceño fruncido, la frustración que siente en este momento es palpable. Misión cumplida.

Edward como que saco las garras, pero Tereza Tampoco se queda atrás.

¿Qué creen que sucederá con estos dos?

Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora