LA FIESTA

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A eso de las 9:00, Elisa siente que cierran la puerta de la casa. Se acordó que su hija iba a ir a tomar desayuno donde Tomás. Se da vuelta en la cama, mientras piensa medio dormida, "ojalá no se lleve alguna sorpresa" y vuelve a dormirse.

En la parada del microbús, Matilda espera movilización, cuando se percata que en la vereda del frente hay un caballero mayor con bastón mirando hacia su casa. Era el mismo anciano que había visto el segundo o tercer día de llegada al barrio. Lo miró extrañada. En eso el microbús para y Matilda se sube, mientras avanza por el pasillo, observa al anciano por las ventanas hasta perderlo de vista.

Tras treinta minutos de viaje, Mita llega al edificio de su padre, mira hacia las alturas y con cierta vacilación decide a entrar. En el ascensor, marca el décimo piso. Las puertas se abren y se encamina con paso lento al departamento 1004. Se para frente a la puerta sin saber qué hacer, si tocar o no. ¿Qué pasaría si se encuentra con un escenario que a ella le incomodara o tal vez le hiciera daño?

En ese momento, mueve su cabeza como sacando esos pensamientos negativos y toca el timbre, espera y no pasa nada, vuelve a tocar y en eso escucha al otro lado de la puerta la voz de su papá diciendo "ya voy, ya voy".

Tomás abre la puerta y mira a su hija, ella lo abraza.

-Hija, ¿a qué se debe esta linda sorpresa? – Dice mientras la hace entrar cerrando.

-Vine a tomar desayuno contigo, ¿Por qué? Si quiere me voy.-

-No hija, cómo se te ocurre, pero podrías avisarme por lo menos. -

-Para qué, si quería darte una sorpresa y resultó.-

-Sí, está claro. El único problema es que tengo solamente café para tomar desayuno y nada más. Espera que me duche y me vista para ir a tomar un rico desayuno en el centro – Dice Tomás mientras se dirige al baño.

-Ok papá, qué buena idea. Tienes el laptop para meterme a Facebook mientras te espero. –

-Sí, está en el clóset, en el primer cajón.-

-Ok papi.-

Al abrir el clóset se da cuenta inmediatamente a quien salió ella, tan desordenada, abre el cajón y ahí está el notebook. Se lo lleva a la mesa de comer y lo enciende.

Mita esta alrededor de veinte minutos en Facebook, hasta que sale su papá de la pieza, le dice que está listo y con un gesto con el brazo le señala la puerta.

Matilda asiente con la cabeza. En ese instante le pregunta por la guitarra a Tomás, mientras éste abre la puerta de calle. Él le responde que está en la bodega.

Cuando lleguen al estacionamiento la va a sacar de ésta para que aproveche de llevársela.

En el café padre e hija conversan de todo lo que el tiempo les permite. Mita le cuenta que ayer llegó su tía Leonor con Emilia y que su mamá está contenta. Que tiene una fiesta hoy e incluso le comenta hasta de la tragedia de su amiga Cata al tomar el electivo equivocado.

Tomás, hombre de pocas palabras, se dedicó a mirar a su hija y a escucharla como si ella fuera lo único que existiera en ese lugar. Al final del desayuno, le toma la mano, y le comenta lo emocionado que está de verla llena de alegría, liberándolo de la preocupación que sentía por ella, ya que sabía que era más introvertida e inmadura que Claudia. Pero que al parecer, se había equivocado.

Tomás la va dejar a su casa, ella se despide con un beso y un fuerte abrazo de él.

-Ya papá, llámame para que nos juntemos, a lo mejor el viernes me voy por el fin de semana para tu departamento. – Dice Mita desde afuera de la camioneta.

UsurpadoresWhere stories live. Discover now