•Día 20: Sirenas•

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El navío de los hermanos Him había llegado a una isla desierta. Alrededor de este pedazo de tierra rodeado de agua, se encontraban muchos barcos unidos y destruidos. Esto había perturbado a los tripulantes del barco. Pero claramente a su capitán Brick no le había importado.

Necesitaban provisiones y la única oportunidad que tuvieron fue esa, la isla. Volver al continente europeo no era una opción. Sabían que los ingleses los perseguían por los atentados en los puertos. Y si iban por el lado de España, también sería un error. Callar a los españoles nunca era fácil.

Lo que muy raro era la ubicación de la isla. No figuraba en ningún mapa conocido por el hombre. Además tampoco había habitantes. Estaba totalmente desierta.

—¡Vamos puercos! ¡Bajad todo para esta noche! —gritó Brick.

—¡Y el vino! ¡El vino! ¡No os olvidéis! —gritó Butch con una sonrisa arrogante. —¿Qué miráis? —les preguntó a sus hermanos. —Esta noche es para beber.

—Cómo gustes, yo necesito un descansito. Os despido. —dijo el rubio subiéndose las mangas de su camisa celeste hasta sus codos.

—Vuelve a tiempo, no necesito más problemas. —dijo con cierta superioridad y arrogancia Brick.

—No te preocupes, nunca meto la pata. —dijo el joven de ojos celeste metiendose por la peligrosa selva.

El color oscuro de la noche iba cubriendo el cielo. La humedad de aquella isla se había vuelto más densa. Y los sonidos de la oscuridad se hacían presentes.

—Vale, ¿ahora a dónde mierda me dirijo? —su mirada iba de izquierda a derecha.

Una melodiosa voz sino por toda la jungla. Una voz única e inigualable. Era tan dulce que no escucharla era un delito.

Boomer se acercó hasta ver el agua cristalina de un estanque. La luz de la luna se reflejaba en este, provocando que el agua fuera como un diamante. Pero lo más llamativo de todo, era una joven de cabellos dorados con cola en vez de piernas tumbada en unas rocas.

Eso podría valer millones, pensó Boomer al ver tal belleza. Ella me volvería rico, pensó de nuevo.

Pero para poder atraparla debía ser muy cuidadoso. No podía hacer ningún sonido o se daría cuenta de la situación y huiría.

Lo mejor que podía hacer era rodear el estanque y atraparla mientras todavía cantaba esa melodía. Y así fue como el rubio, con una imaginación del tamaño de un elefante, se acercó de puntillas hasta atrapar a la dulce criatura de espalda. En el proceso había manoseado una de sus tetas y la pequeña sirena gimió sin intención alguna.

—Tienes una dulce voz. —río el joven mientras le daba media vuelta a la chica con cola. —y unos labios muy bellos. —dijo para luego saborearlos con un beso apasionado.

La sirena estaba perturbada. En un momento estaba cantando y ahora estaba siendo besada apasionadamente por un delincuente. Besada cómo nunca nadie lo había hecho. Sus besos eran como fuego en sus labios, era extraño, ninguno de los tritones que había besado tenían este fuego. Era totalmente embriagante.

El rubio al sentir que ella aceptaba gustosamente su lengua, sonrío de lado. Esta sirena había caído en sus redes. O, ¿era más bien al revés?

Él había caído en las redes peligrosas y lujuriosas de la sirena.

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Gracias

30 Días de azúcar, flores y muchos colores [TERMINADA] [EDITANDO]Where stories live. Discover now