Yo tan solo quiero ser las cuatro patas de tu cama.

Tu guerra todas las noches, tu tregua cada mañana.

—No me lo puedo creer.—la malagueña rió y volvió a mirar al futbolista.

—Calla, que viene lo mejor.

¡Quiero ser tu medicina, tus silencios y tus gritos. Tu ladrón, tu policía, tu jardín con enanitos!

¡Quiero ser la escoba que en tu vida barra la tristeza, quiero ser tu incertidumbre y sobretodo tu certeza!—cantó Javi antes de frenar en un semáforo.—Y ahora dime que no has empezado bien el día.

—No, no. Ha estado bastante bien, las cosas como son.

—Sólo dos personas me han visto así. Mi hermana y tú.

—¿Debería sentirme especial por eso?

—La verdad es que sí.

—Bueno, si te sirve de consuelo, el único que sabe que escucho a los Backstreet boys en el coche eres tú.—Javi sonrió ante aquello, y siguió conduciendo.

Entre canciones llegaron a la ciudad deportiva Joan Gamper.

—¿A qué hora te recojo?

—¿Tú no entrenas o qué?

—Claro que sí.

—¿Entonces?

—Me pilla de camino.

—Se supone que termino a las once y media, ¿a las doce?

—Perfecto entonces.—Arizona se bajó del coche, pero antes de entrar, se asomó por la ventanilla.—¿Pasa algo?

—¿Te... Te apetece ir esta noche a cenar, o a tomar algo?

—¿Me estás pidiendo una cita, Arizona?—la chica notó cómo una corriente eléctrica recorrió su columna vertebral.

—¿Después de lo que ha pasado entre nosotros, me vas a llamar por mi nombre completo? Todo el mundo me dice Ari, menos tú.

—Me gusta tu nombre.

—¿Me recoges a las nueve y media?

—Me parece bien, Ari.—la malagueña sonrió y asintió con su cabeza.

—Nos vemos esta noche, Javi.

Puado la vio marcharse, y se maldijo mil veces internamente.

—Me gusta tu nombre, en vez de me gustas. Buena esa, máquina.—dijo para sí mismo.

—Buenos días, Alarcón.—dijo Pedri al verla.

—¿Me vas a llamar por mi apellido ahora? Qué pereza.—el canario rió.

—He visto a Javi fuera.

—Lo sé, me ha traído.

—Aw, ¿ya vais juntos a todos lados?

—La amenaza de las piernas rotas sigue en pie, Pedri.

—¡Buenos días!—un efusivo Eric se puso al lado de los chicos mientras caminaban.

—¿Sabes que Javi la ha traído?

—Hostia, ¿de verdad?—ambos se llevaron una colleja por parte de la chica.

—Iros a la mierda, los dos.

—¡Arizona, qué alegría verte!—dijo Laporta efusivamente al verla.—Veo que ya conoces a dos de los jugadores.

—Más de lo que yo quisiera.—murmuró la chica, logrando las risas de Pedri y Eric.

—Este es Koeman, el entrenador del equipo.

—Encantada.

—Igualmente.—el hombre estrechó la mano de la chica.

—Se encargará de presentarte al resto de la plantilla. Cualquier cosa que necesites, estaré en mi despacho.—informó Laporta antes de irse.

—Procura sacarnos fotos buenas.—le susurró Pedri a la chica antes de irse junto a Eric.

(•     •     •     •     •)

—La última vez que te vi, fue en un partido de la selección.—comenzó a decir Busquets, captando la atención de la chica.

—Pero si ahí tendría dieciséis años, fue hace un montón.—añadió Jordi.

—Para tu información, acababa de cumplir los dieciocho, pero mi estatura engaña.—ambos jugadores rieron ante aquella defensa.

—¿Qué tal estás? Hace mucho que no sabemos de ti.

—Bueno, creo que al paso que voy mi hermano me va a desheredar, me estoy volviendo loca con la mudanza. Literalmente cenamos en el suelo porque la mesa sigue sin llegar.

—¿Y tú vida amorosa? Que hemos oído por ahí que tienen un negocio contigo.—añadió Sergio.

—Puto Pedri...—dijo la chica mirando al muchacho.—Sigue igual de triste que siempre.

—¿Nada desde...?

—No me lo nombréis. Ni se os ocurra mencionar su nombre.—dijo a la defensiva.—Es la mancha negra de mi historial.

—¿Y Puado?

—¿Puede alguien ponerle un esparadrapo en la boca a ese chico que no para de contar cosas?

—Osea que es cierto, estáis juntos.—continuó Jordi.

—No. No somos nada, simplemente somos amigos.—los culés se miraron entre ellos y volvieron a mirar a la chica.—Abandono.

—Si te picas es por algo.

—No, no empecéis. Me voy.—recogió sus cosas y salió de allí. Puado estaba esperándola apoyado en el coche mirando algo en el móvil.

—Que viene a recogerte y todo, qué mono.—comentó Eric pasando por su lado.

—¿Por qué no llamas a Kera y le dices que te gusta y que quieres pasar el resto de tu vida con ella?

—Eh, eh. Golpe bajo.

—Te jodes.—dio un par de palmadas en el hombro del chico, y caminó hacia el coche.—Hey, ¿nos vamos?

—Claro.—Javi le dio un beso en la mejilla antes de abrirle la puerta del copiloto. Dio la vuelta al coche, y se montó.—¿Qué tal el primer día?

—Quitando que quiero asesinar lenta y dolorosamente a Pedri y a Eric, bien.

—¿Y eso?

—Mejor no quieras saberlo.

Puado empezó a conducir, y comenzaron a contarse cómo les había ido la mañana. Se encontraban tan cómodos, que ni siquiera se dieron cuenta de que estaban enfrente del edificio de Arizona.

—¿Te veo esta noche, entonces?

—Por supuesto. No me voy a perder una cita con un dios griego.—el ojiazul alzó una ceja y rió con las palabras de la chica.

—¿Quién pone ahora nervioso a quién?

—Hasta esta noche, guapo.—Arizona dejó un beso en la mejilla de Javi, y salió del coche.

4 Besos ||Javi Puado||Where stories live. Discover now