14. "¡Dios, lo siento tanto!"

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Abro mis ojos y en vez de encontrarme con la puerta cerrada, veo a Apolo parado ahí.

Me levanto de un brinco, bajando mi falda con piernas temblorosas, —¡Dios, lo siento tanto!

Bajo la mirada al suelo, la vergüenza recorriendo cada parte de mí. Espero que él se vaya pero lo escucho entrar al pequeño lugar, cerrando la puerta detrás de si. Levanto la mirada para observarlo pero no puedo decir nada, mi respiración es un desastre. Su cabello esta desordenado, sus lindos ojos café brillan con algo que nunca he visto antes. La expresión de Apolo es una que jamás he visto en todo el tiempo que llevo conociéndolo, no es inocente, no es infantil, es lujuria pura. En sus ojos danza la determinación de un hombre.

Se acerca a mí lentamente, como si supiera que moverse bruscamente podría asustarme. El olor suave de su colonia es agradable. Frente a mí, él levanta su mano para sostener mi rostro, para luego pasar su pulgar por mis labios.

Abro la boca temblando, —¿Qué... estas haciendo?— susurro, mi voz apenas audible.

Apolo no me responde, sin despegar su mirada de la mía, baja su mano y la desliza dentro de mi falda, agarro su muñeca deteniendo su avance, —No.

—Solo quiero ayudarte a terminar.— me dice, su voz ronca y su respiración tan desastrosa como la mía, esta excitado.

Mi mente esta tan nublada con toda esta tensión entre nosotros.

Él se moja los labios antes de besarme, mueve sus labios sobre los míos en un ritmo de deseo lento pero que se siente muy bien. Sus labios son suaves, su beso torpemente provocador. Él acelera el beso y yo libero su muñeca, su mano sube entre mis piernas para acariciarme por encima de mi ropa interior. Despego mi boca de la suya para soltar un gemido.

No puedo evitar aferrarme a él, mis manos agarrando su camisa con fuerza, mientras mis piernas tiemblan. Cuando él mueve mi ropa interior a un lado para tocarme directamente, cierro los ojos en placer puro, no me avergüenza como sus dedos resbalan en mi intimidad, estoy extremadamente mojada.

Entierro mi rostro en su pecho, —Más rápido, por favor.

Apolo gruñe obedeciendo, acelerando sus dedos, moviéndolos en círculos. Una de mis manos suelta su camisa y baja para acariciarlo por encima de sus pantalones, no me sorprende lo duro que esta. Cuando siento uno de sus dedos dentro de mí, echo la cabeza hacia atrás, gimiendo desesperada. El placer se apodera de mi, sus movimientos se vuelve más rápidos, así que hago lo mismo con mi mano sobre sus pantalones.

Ambos alcanzamos el orgasmo al mismo tiempo.

Nuestras aceleradas respiraciones hacen eco por todo el pequeño cuarto, estamos jadeando, mientras más tiempo pasa, más se aclara mi mente y me doy cuenta de lo que he hecho.

Doy un paso atrás para luego pasarle por un lado y salir disparada del lugar.

Para mi mala suerte, cuando salgo a la sala, me encuentro con Artemis de frente, —¡Ah, mierda!

Él esta en su traje usual, debe acabar de llegar del trabajo.

Artemis me observa con cuidado sin decir nada, probablemente estoy roja como un tomate, —Permiso.— me alejo de él antes de que pueda leer en mi cara lo que acaba de pasar.

Quisiera decir que me siento culpable o algo por el estilo pero no lo hago, Artemis y yo no tenemos absolutamente nada y después de la forma en la que me mintió para poder besarme, no le guardo ningún respeto, especialmente ahora que se que tiene prometida, no novia, sino prometida.

Sin embargo, me preocupa Apolo, lo menos que quiero que es nuestra relación se arruine o se vuelva incomoda. Ni siquiera se que es lo que esta pasando entre nosotros, ¿En qué momento pasamos de cariño fraternal a atracción sexual? Nunca lo he visto como más que un hermano, hasta hoy. Recuerdo su mirada, sus gruñidos, como las venas de su antebrazo se volvían más notables mientras me tocaba, el deseo vibrante en sus ojos. Sacudo mi cabeza.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Where stories live. Discover now