два

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MIRANDO LAS ESTRELLAS

Había pasado tanto desde la última vez que Yoongi cocinó algo, que Jeongguk llegó a quedarse aturdido ante la imagen de una humeante sartén de gachas de arroz en la hornilla de la cocina. No había escuchado a su amigo ocupándose del área de la cocina, mientras él se había estado duchando, así que acabó tanto impresionado como agradablemente sorprendido por la sorpresa. En especial por el hecho de que Yoongi aun se hallaba físicamente dentro de la habitación del apartamento, también. Había esperado levantarse y encontrarse abandonado, como de costumbre, despertado por el golpeteo del puño de alguien en la puerta diciéndole que se pusieron en marcha y saliera a entregar la mercancía, pero eso no fue lo que ocurrió. En su lugar, interrumpió su sueño por la voz de su amigo, hablando consigo mismo en lugar de a alguien realmente, y cuando abrió los ojos pudo verle limpiando la sala.

Sí, el día ya había comenzado extraño.

Un rápido vistazo a su reloj le informó de que eran las 9:10am, aunque hoy ya estaba totalmente despierto, a diferencia de ayer. Afortunadamente, no tendría que soportar a Jaebum atosigándole para que sacara el culo del zulo ni las horribles prisas para devorar algo de sobras en lugar de comida de verdad. Tras examinar las manecillas del aparato, recorrió la habitación con la mirada y no pudo evitar sonreír ante la imagen. Parecía que había pasado toda una eternidad desde la última vez que había visto realmente el suelo del apartamento sin capas y capas de ropa y mierdas cualquiera por encima: periódicos, bolsas vacías, cajas de comida para llevar que con suerte solían estar vacías, sin ningún resto putrefacto pegado al plástico y cartón de los recipientes. ¿Por fin se había cansado su amigo de todo el desorden y había decidido encargarse de él? Jeongguk había estado esperando a comprobar si era posible que esto sucediera, ya que siempre era él quien tenía que limpiar el apartamento, y así parecía haber ocurrido. Pudo ver el parqué del suelo brillante, barrido previamente con un cepillo, sin duda. Combinaba bien con las paredes blancas y los muebles de madera clara que contenía la estancia. Aparte de la cama, había una sola mesita de café alargada, dos cómodas –una pegada a la pared adyacente a la puerta de entrada y otra junto al baño– y un escritorio bajo la ventana. No había visto a su amigo usarlo desde hace bastante, pero era capaz de recordar a Yoongi sentado en él, tecleando rápidamente en un portátil y moviendo los dedos sin detenerse momento alguno a simple vista.

–Guau, esto nuevo –anunció Jeongguk con una amplia sonrisa mientras se dedicaba a recorrer el interior con la mirada. Pudo oler algo con un fresco aroma a pino que había sido utilizado no solo para limpiar el suelo, sino también las mesas y encimera de la cocina. Casi estaban brillando, prácticamente, y ese detalle fue suficiente para hacerle preguntarse brevemente si estaba soñando.

–Este sitio estaba tan sucio que me sorprende que no hayas acabado enfermo –respondió Yoongi al remover los alimentos. Una espesa nube de vapor se elevó de éstos y pudo oler la mezcla, el cremoso aroma del caldo y el pollo haciéndose en la cacerola. –Porque yo me he puesto malo con tan solo mirar toda la mierda que había.

–Estaba esperando que volvieras a casa y lo limpiaras. –Jeongguk cruzó la sala para llegar a la ventana, abriéndola e inclinándose por el pequeño hueco para mirar por el horizonte. El cielo tenía una tonalidad de vaquero desteñido y un pequeño cúmulo de nubes aisladas visible marchando a la deriva por éste –quedando ocultas a menudo tras la imponente altura de los bloques de viviendas. Le sorprendió no oler gases de tubo de escape cuando tomó una profunda inspiración, sino más bien solo la salmuera del mar y nada más que eso. Fue una respiración fresca, limpia, y la disfrutó enormemente. –Siempre soy yo el que limpia así que pensé, eh, ¿a que no estaría mal que Yoongi lo hiciera una vez? Y mira, lo has hecho. Estoy tan orgulloso de ti.

TASTE OF INKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora