Parte II: Verano de 2019 (2)

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Capítulo 11: La Batalla Apocalíptica Entre Hermanas

Royal Woods, Michigan, Junio de 2019.

Clyde despertó al cabo de media hora sobresaltado, con el cuerpo agarrotado y la ropa destrozada. Al llegar a casa sus papás enloquecerían al verlo así y le darían la reprimenda de su vida.

Atento, aguzó ambos oídos para cerciorarse de no oír ningún aleteo o graznido aproximándose.

No hubo nada.

El chico suspiró aliviado, se levantó haciendo una mueca de dolor con cada movimiento y echó a caminar hacia el otro extremo de las tribunas. 

En el camino se puso a pensar como decirle a sus padres y a la Dra. López lo que había visto sin que estos lo tomaran por orate.

Mas al pasar junto a la tercera columna de soporte antes de la salida, vio algo peor. Algo que lo hizo paralizarse de pánico. Antes hubiera preferido mil veces volver a toparse con el pájaro gigante.

Arrimada en la segunda columna, Lynn Jr. estaba besándose con Chandler.

A el lo vio deslizando atrevidamente su mano por debajo de su playera y a ella apartándolo de un empujón.

–¡Suéltame!

Chandler rió con picardía. Clyde dio un paso atrás, sin querer pisando una rama.

¡Crac!

El pobre muchacho ahogó una exclamación. Lynn y Chandler dejaron lo suyo y le miraron con enojo por haberlos interrumpido.

–¿Qué haces aquí? –inquirió la castaña embravecida.

–Lynn –quiso disculparse Clyde–, yo no quería...

–Por tu bien, más te vale no decirles nada de lo que viste a mis hermanas –lo amenazó.

Aterrado, Clyde notó anticipadamente la ausencia de raciocinio en la cara de Lynn. Sabía ya que ella era la que más había cambiado de todas las hermanas Loud, para mal e ido de mal en peor. En ese lapso de tiempo habían sucedido muchas cosas que lo demostraban, y eran pocas de las que el sabía. Pero la Lynn que venía hacia el, distaba mucho de ser la Lynn entusiasta y algo odiosa que siempre había conocido. Esa era una Lynn llena de furia y malos sentimientos, como poseída por algo que hizo brotar fértilmente lo peor de su ser.

Millones de preguntas abordaron en su cerebro:

¿Cómo fue que sucedió esto?, ¿qué te pasó Lynn?, ¡¿en dónde salió todo mal?!...

≪¡Diablos, tengo que escapar cuanto antes!≫.

–En serio Lynn, te juro que no fue mi intención...

–Tal vez deberíamos ser más persuasivos con este tonto –sugirió Chandler sonriendo con malicia.

–Buena idea –secundó Lynn tronándose los nudillos–. Este cuatro ojos y yo tenemos cuentas pendientes que saldar.

Clyde retrocedió, echando rápidas miradas cautelosas en busca de una ruta de escape. Se preparó para salir corriendo de ahí, cuando un par de imponentes figuras lo emboscaron por la espalda y le cerraron el paso.

–¿Qué hacen ustedes aquí? –preguntó, desconcertado de ver al nuevo repertorio de rufianes en la banda de Chandler.

–¡Sujétenlo!

–¡Sujétenlo!

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