Parte I: Ruidosas Sombras del Pasado (1)

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Capítulo 1: Después de la Tormenta

Royal Woods, Michigan, Septiembre de 2017.

Hacia un par de horas que había cesado la tormenta torrencial que azotó a Royal Woods. El susurro del viento se podía escuchar aun adentro de las casas, las calles se hallaban parcialmente inundadas; y en la casa Loud, un muchacho de pelo blanco de once años de edad bajaba las escaleras terminando de abrocharse un impermeable de color amarillo listo para salir.

–Ya regreso. Voy a ver a Paige.

Varias de las hermanas Loud dejaron de lado sus respectivas actividades y miraron expectantes al único hijo varón de la familia. Luna dejó de practicar con su guitarra, Lucy levantó la mirada de su libro de poesía, las gemelas desviaron su atención de las caricaturas que estaban pasando por televisión, y Lisa dejó de concentrarse en los tubos de ensayo del experimento que llevaba a cabo sobre la mesa de la sala.

Las únicas hermanas, de las que se hallaban presentes, que no fijaron su atención en Lincoln fueron: Lynn Jr., quien permanecía ensimismada e inexpresiva botando repetidamente una pelota de tenis contra la pared en un rincón apartado de la sala; y Lori, que estaba recostada sobre el sofá, cobijada con una manta gruesa y sin despegar la oreja de su teléfono (posiblemente queriendo comunicarse con Bobby).

Lincoln se tapó la boca con ambas manos arrepentido de haber cometido semejante estupidez, y esperó a que sus hermanas lo rodearan para peinarlo y ayudarlo a arreglarse; pero extrañamente ninguna de las chicas se movió de donde estaba. Si acaso Lori –aun con el teléfono en su oreja–, levantó una mano y le hizo una seña indicándole que se esperara.

–Aguarda un minuto Lincoln... ¡Achu!

Igual, el peliblanco obedeció preguntándose que querría Lori de el. Recientemente la hija mayor de los Loud se estaba recuperando de un resfriado y, aunque el chico llevaba algo de prisa, estaba dispuesto a tomarse unos minutos para atender a su hermana.

–Demonios, literalmente no contestan... ¡Achu!

–Eh..., tal vez Bobby tuvo algún inconveniente en la bodega y por eso no ha podido contestar tus llamadas.

–¿Bobby?... No, estaba tratando de pedirte un taxi o un Uber para que no tengas que caminar con todo este frio... ¡Achu!... Pero parece que no hay señal por la tormenta... ¡Achu!... Yo con gusto te llevaría en Vanzilla, pero ya ves que este resfriado... ¡A... a...! Literalmente me está matando... ¡Achu!... Y ya sabes que mamá y papá están haciendo horas extra... ¡Achu!

Lincoln no pudo evitar sonreír ante el gesto de Lori, se sentía afortunado de formar parte de una familia tan amorosa. Recordó que desde hacia más o menos unos 6 meses atrás, específicamente después de que se resolvió un horrible malentendido que involucraba una ridícula superstición y un apestoso disfraz de ardilla, la relación que tenía con sus hermanas se había vuelto mucho más estrecha. A partir de entonces, se esmeraron por mejorar su forma de ser, por entenderlo mejor, y de ser tan atentas con el como el lo era con ellas... Todas con excepción de Lynn que, por el contrario, se había vuelto mucho más distante.

–Descuida Lori –dijo el–, solo voy al árcade. Llegaré más rápido si voy en bicicleta.

–¿Estás... estás seguro? –preguntó esta, delatando un súbito dejo de intranquilidad en su tono de voz–. Al menos deja que Leni, Luna, Luan o Ly... Leni, Luna o Luan te acompañen... ¡Achu!

La castaña miró de reojo con cierto recelo a su hermana mayor, y siguió botando su pelota contra la pared.

–No te preocupes –insistió Lincoln–, solo son unas calles.

Eso es Loud HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora