—¿Sí?

—Sí.

—Vale. ¿Podemos hablarlo en el apartamento? Muero de sed.

—¡No, Taehyung! Joder, no. ¡Adentro está Yoongi!

—¿Y?

Mi mandíbula cayó a la par que su sonrisa se ensanchó. Me dio un toque en la barbilla como si quisiera cerrarla y soltó una risilla ronca.

—Yoongi no va a hacer nada, Seori. Si te da miedo que nos escuche prometo quedarme con la boca cerrada hasta que lleguemos a mi cuarto. Ahora, ¿podemos entrar? ¿Por fi?

Mis labios entreabiertos fueron cerrados por sus dedos índice y pulgar. En el fondo las luces rojas de peligro comenzaban a tintinear y mi cuerpo lejos de buscar retirarse deseaba ir a por más. Taehyung me observó con su mirada profunda y alcancé a ver un pequeño pedazo de su lengua lamiendo su labio inferior antes de morderlo con sutileza. Aquel era un gesto que le veía hacer seguido, pero bajo esas circunstancias, lo juro, estaba matándome.

Entre el silencio hizo un gesto con la boca, como un suave chasquido recordando algo importante, y metió una mano dentro de la bolsa frontal de su pantalón oscuro. Sonrió alegre, retirando el pequeño manojo de llaves de su ropa y las agitó frente a mi rostro, fingiendo una mueca dulce e inocente.

Oops.

- • -

Las luces estaban todas apagadas y Taehyung se movía entre la oscuridad de la cocina sirviéndose soda y agua repetidas veces. Yo permanecí sentada en uno de los banquillos frente a la barra observando su silueta desplazarse en silencio. De reojo podía ver la puerta de la habitación de Yoongi; ni un solo ruido provenía de adentro así que, supuse, estaría dormido.

Me mordí el labio inferior soltando un suspiro largo y profundo de la manera más silenciosa posible. Un sentimiento me revolvía el estómago y el pecho pero no era capaz de ponerle nombre —y, sinceramente, tampoco sabía si quería hacerlo—. Mi mirada se cruzó con la de Taehyung en la oscuridad; pude sentirlo sin necesidad de verlo. De pronto empecé a considerar volverme a mi apartamento. No por miedo, molestia o algo parecido.

Se sentía incorrecto.

—¿Estás bien, Seori? —Taehyung murmuró muy, muy bajo, recargando sus codos sobre la barra de la cocina para dejar su rostro a escasos centímetros del mío. Aún si no había una pizca de luz gracias a que mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad logré detallar su perfil con precisión. ¿Por qué tenía que ser tan guapo?—. ¿De verdad no quieres nada?

Negué con la cabeza, frunciendo el ceño en el acto. Era la mejor manera de esconder mis nervios y no permitir que mis pies dejaran de pisar tierra porque, lo juro, mi cabeza estaba deseando perderse y divagar entre un montón de sin sentidos además de permitir la extrema proximidad de Taehyung. Él asintió con su sonrisa rectangular e hizo un suave sonido húmedo con la boca, aprovechando que ya no la tenía reseca.

—¿Entonces? —musitó y por un momento no estuve segura de qué decir. Mis ojos se desviaron de su rostro y con los labios torcidos me dispuse a organizar mis ideas para poder hablar tranquilamente.

—¿Qué mierda pasa entre nosotros, Taehyung? —solté, tan pero tan bajo que sé que él apenas debió escucharme. Le vi sonreír incluso mostrando los dientes, aunque fue una sonrisa rauda, casi invisible.

—Estamos colocados y medio borrachos, tonta. Eso pasa.

—No me refiero a eso, joder —farfullé, regañándome mentalmente por querer alzar la voz más de lo debido. Los ojos de Taehyung recorrieron mi rostro aún muy cerca, chasqueando la lengua entre una sonrisita al final—. Digo desde la fiesta. Incluso ahora, sabes de lo que hablo.

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now