08.

15.2K 1.3K 354
                                    


La última vez que recordaba haber visto un brillo así en los ojos de Yeonah fue a los trece años, cuando papá le compró por primera vez un celular de esos carísimos, de gama alta. Aunque la emoción no le duró más de un mes y tan pronto salió el nuevo modelo ya estaba jodiendo por tenerlo, nunca voy a olvidar la forma en que, por primera vez, tomó el aparatillo entre sus manos, lo acarició (creo que hasta lo besó) y abrazó a nuestro padre mientras salía despavorida a ponerlo a cargar.

La única diferencia de la Yeonah de trece a la Yeonah de ahora era que sus intereses habían cambiado y doce años después no miraba así a un aparatejo electrónico sino a mi ex-roomie y amigo Kim Seokjin.

Escondí una mueca en la taza de boca ancha, queriendo ahogarme con los diez milímetros de café que restaban en cuanto oí la risa idiota de mi hermana. Gracias a Buda estaba dando por concluida su conversación y yo podría dejar de sentir que me asfixaba en un mar de vergüenza ajena y café negro (que con las tres tazas enormes que me había zampado estaba segura de que no lograría dormir hasta muy entrada la madrugada). Mi plan inicial no había sido acompañarlos durante toda su plática, pero Jin insistió que no le suponía un problema y Yeonah, hipnotizada por sus labios y su encanto, no tardó en invitarme a que me quedara siendo ella quien normalmente me habría echado a patadas nada más se le hubiese presentado la oportunidad.

—¡Perfecto! Entonces te enviaré todo lo necesario por correo. De verdad muchas gracias, Seokjin oppa.

Oh, Dios. Qué puto asco.

—Gracias a ti, Yeonah. Por considerarme e invitarme al proyecto —Seokjin sonrió y se levantó del asiento, tomando su abrigo mientras volteaba a verme dando un leve asentimiento, como diciendo "¿nos vamos?"—. Nos vemos pronto, ¿de acuerdo?

—¡Por supuesto! Cuídate mucho, oppa.

Si Yeonah no hubiera estado tan embobada probablemente me hubiera sacado los ojos con las uñas, porque gracias al gesto de Jin cualquiera hubiese pensado fijo que éramos pareja o algo.

Yeonah también se levantó de su lugar y lo despidió con una reverencia. Cuando sus ojos se posaron en los míos logré formular una sonrisa de medio lado, irónica, mientras ella se abstenía de rodar los ojos al darse cuenta de que saldría con su amado Seokjin por aparte y, para su desgracia, no estaba invitada.

—Nos vemos, unnie. ¡Tú también cuídate mucho! —ironicé, despidiéndome con la mano eufóricamente. Estaba clarísimo que se contuvo de decirme algo por la presencia de Seokjin, pero sus ojos sentenciaban un "me las vas a pagar" del cual yo sólo pude reírme para mis adentros.

Ella podía ser una arpía si se lo proponía, pero yo estaba dispuesta a cruzar las barreras del género para convertirme en el demonio si hacía falta. 

Salimos de la cafetería y me permití soltar un gritito ahogado, estirando mis manos como si quisiera tocar el cielo. Jin me miró y frunció el ceño con una sonrisa pequeña estampada en sus carnosos labios, como si no entendiera nada. Y es que no lo culpaba, porque la cara me había cambiado como el día a la noche nada más nos alejamos del café y empezamos a caminar por las calles de Gangnam.

—¿A ti qué te pasa, Seori? —preguntó divertido, riéndose en cuanto volteé a verlo, pues puse cara de "quiero morir ahora mismo" con todo el propósito de que se diera cuenta.

—A veces pienso que eres demasiado bueno para ser real, Jin. En serio no sé cómo es que aguantas a Yeonah hablándote así por más de cinco minutos seguidos. Yo me estaba volviendo loca —bufé muy sonoro, poniendo los ojos en blanco y meneando los hombros como si me estuviera poseyendo un ente paranormal.

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now