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21.

La fiesta parecía haberse transformado por completo en el tiempo que (como parecía ya costumbre) me había perdido junto a Yoongi. Un rato después de bajar y beber como si nada hubiera pasado —aunque, bah, no voy a mentir, nos mantuvimos con una actitud sugerente por un buen rato, llegando incluso a probar la amargura de nuestros tragos entre besos poco pudorosos en alguna esquina del lugar—, nos separamos.

Resulta que Yoongi se había encontrado con un grupito de intento de raperos de la universidad ahí en la fiesta. No sabría si llamarles amigos suyos o no, pero personalmente no eran de mi agrado porque a resumidas cuentas eran puros imbéciles; prefería mantenerme alejada antes que convivir y terminar reventándoles la boca por un comentario machista o mal intencionado. Y claro, yo como amante de la libertad y la convivencia sana, le pedí que fuera él solito a hablarse con ellos en vez de permitir que se acercaran a nosotros (a mí, en realidad) porque hasta para saludar eran unos brutos y yo de paciencia no tenía nada.

Luego de eso también había estado con Hobi y su grupo por un rato, pero cuando empezaron a hacer chistes que sólo ellos entendían y a coordinar lo que parecían batallas de danza entre los miembros (con todo y apuestas de por medio) decidí que era momento de dejarlos celebrar a solas.

Por tanto, llevaba por lo menos media hora sentada bebiendo por mi cuenta frente al mini bar. No me molestaba, de hecho me gustaba de vez en cuando tener un tiempo a solas para mí. Y lo agradecí, sobre todo en ese momento porque el alcohol se me estaba acumulando en la sangre para llevarme a un nivel de embriaguez considerable (mas no significativo, aún no). Me di cuenta de ello cuando empecé a rapear sobre los lyrics de las canciones que sonaban en las bocinas y a moverme disimuladamente al ritmo de la música sin importarme si alguien se daba cuenta.

Me mordí el labio pidiéndome otro trago mientras paseaba la mirada por cada rincón de la casa. Desde que llegué había estado a la caza de mi hombre perfecto (aka Giriboy) pero no se había aparecido por ningún lado. Quizá ni siquiera iba a ir y Hoseok me había engañado. De ser así, podía tener por seguro que iba a pagármelas muy caro pues nunca se juegan con los sentimientos de una fanática de esa manera. ¿Y si mensajeaba a Taehyung para quejarme? Sentía como si me hubieran roto el corazón a pequeña escala y sí que no tenía ganas de pasar eso sola. ¿Estaría durmiendo? No estaba consciente de la hora que era, pero tampoco creía que fuese tan tarde.

Saqué el móvil del bolsillo de mi pantalón y lo dejé en la barra, agradeciendo al barman cuando dejó la nueva bebida frente a mí. Lo mejor de estas fiestas era la barra abierta; podías pedir todo lo que quisieras sin necesidad de sacar un quinto de tu cartera.

Antes de decidir si redactaría o no el mensaje para Tae decidí dar un sorbo que me hizo sacudir la cabeza con fuerza, como si me hubiera calado fuerte. ¿Este trago tenía bastante más alcohol que los anteriores o era mi imaginación?

Epik High sonaba ahora en las bocinas y sin siquiera darme cuenta me encontré rapeando los lyrics en voz baja, intentando mirar a través del vaso como si de pronto fuera a decirme con cuánta cantidad o porcentaje de alcohol había sido preparado. Por tanto, tardé bastante en percatarme que el asiento al lado mío se había ocupado repentinamente por una figura conocida y desconocida a la vez (si es que eso podía catalogarse como posible).

—¿Qué tomas? —escuché, casi brincando en mi lugar al darme cuenta de que las palabras se dirigían a mí. Detuve mis labios de seguir rapeando del todo y giré mis ojos agrandados de sorpresa hacia el dueño de aquella voz profunda y masculina.

Cuando mis ojos se cruzaron con él me di cuenta de era el chico de los hoyuelos. A esta distancia podía fijarme bien en sus facciones sin perderme de un solo detalle: tenía los ojos grandes, ovalados; con la forma de una almendra recostada. Su nariz era recta, no muy pronunciada y bien proporcionada; sus labios carnosos estaban perfectamente rellenos de un tono rosa oscuro. Su piel era de tono apiñonado y tenía el cabello castaño claro, sin llegar al rubio; más recortado de los costados que del centro.