Después de unas 2 horas y 20 minutos, llegaron a su destino. El corazón del pelirrojo iba a mil por minuto por lo ansioso que se encontraba, no podía esperar más, no podría.

—Lysandro, no puedo esperar más.

—Entiendo, anda, vé, yo llevaré tu maleta al hotel.

Él asintió y sin pensarlo dos veces salió disparado del tren una vez se detuvo. Un grito de Lucy se oyó, llamándolo al ver que había salido corriendo de donde estaban, pero éste no se detuvo por nada ni nadie.

Han pasado 5 años, ¿Ella seguirá viviendo donde mismo? Eso era lo que más lo asustaba, no poder encontrarla y que sus esperanzas se hayan ido por el drenaje.

Pasó por las tiendas y logró pasar por una tienda de ropa la cual antes era perteneciente del hermano de su mejor amigo, pero a diferencia de esos tiempo, el local era más grande. Entró en éste y para su suerte, se encontró con una larga melena plateada entre la gente.

—¡Rosalya! —Éste nombró  dicha chica que esperaba que fuese. Apretó sus puños para que así fuera y sí, afortunadamente era ella. Al voltearse, sus ojos de color miel se abrieron de sobremanera al encontrarse con aquel hombre.

—¿Castiel...? —El recién nombrado se acercó a ella, dandole un fuerte abrazo como saludo y ella correspondió de la misma manera. — ¡Pero mírate! Mira como haz cambiado, al parecer al fin te pusiste a la moda. —Bromeo ella y éste le siguió en sus risas.

—Quisiera quedarme a conversar pero... Sucrette, ¿Dónde está ella? ¿Sigue viviendo donde mismo? —Los ojos de ella se iluminaron al momento que él nombró a su amiga y hermana de otra madre.

—Con que has venido en busca de tu antiguo amor, eh. —Le dedicó una mirada pícara junto a una sonrisa y este sintió como sus mejillas comenzaban a calentarse, aquella manera en la que lo había dicho había sonado vergonzoso. — Hace un momento ella se fue, me había venido a visitar, ahora mismo debe estar de camino a su casa.

—¿Vive sola?

—No... Vive con Evan. —Ambos hicieron una mueca de disgusto. El pelirrojo carraspeó. — Puedo darte la dirección, es tu día de suerte. Evan se fue hace unos días a dar un curso en la escuela militar como instructor y Sucrette ha estado sola.

—Por favor. —Ella fue hasta la caja en donde se encontraba su novio y futuro esposo,el cual también saludo Castiel. Rosalya tomó un papel y un lapiz para anotar la dirección de donde vivia ahora su amiga y luego se lo entregó. —Gracias, te debo una.

—¡Te deseo buena suerte, Romeo!

Este simplemente se rió por como ésta lo había llamado pero asintió con la cabeza y salió de la tienda mientras miraba la dirección en el papel, por lo menos no era muy lejos.

Fuera de la tienda ya estaba muy oscuro y solo iluminaban unos cuantos postes de luz, la cual no era mucha. Éste comenzó correr de cuenta nueva en dirección a la casa de la chica de ojos esmeraldas, pasó por el café y luego por el parque en donde se detuvo al ver una silueta femenina bajo la luz de un poste, ésta se encontraba mirando como las estrellas iluminaban el cielo. Éste la identificó de inmediato.

Se le hacia increible lo mucho que había cambiado físicamente, estaba realmente hermosa, más de lo que recordaba

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Se le hacia increible lo mucho que había cambiado físicamente, estaba realmente hermosa, más de lo que recordaba.

Fue dando pasos hacia ésta, la cual se percató de que alguien más se encontraba en ese lugar por lo que se volteó un tanto asustada y lo miró. Se cubrió su boca por la sorpresa de tenerlo frente a sus ojos, jamás pensó que se lo encontraría en un lugar así y menos ahora. De la mera casualidad justo estaba pensando en él mientras le pedía a las estrellas volver a verlo pronto, cosa que al parecer se cumplió de inmediato. Sus lagrimas no tardaron en llegar a su mentón de la felicidad que sentía en ese momento al verle, era tanto que no podía mantenerlo todo dentro, había cambiado tanto... Lo había visto por fotos en las revistas, pero en persona no era igual, era aún más guapo de lo que mostran las cámaras.

Una sonrisa apareció en los labios del pelirrojo, ofreciéndole una de sus manos a la chica de la cual siempre estuvo enamorado, la cual estuvo presente cada uno de los días que estuvo lejos. La castaña no dudó en tomar con su otra mano la de él y luego unirse en un fuerte abrazo, como temiendo que alguien los fuese a separar en ese momento tan mágico.

—Tú... No... No puede ser real... —Comenzó a decir ella entre sollozos, ocultando su rostro lleno de lágrimas en la anatomía ajena, no podía creer aún que él estuviera con ella.

—Su... Es real, estoy acá. —Fue a dejar un tierno beso sobre la frente de ella, se sentía tan bien el tenerla nuevamente con él.

—Te extrañé demasiado, no había día en que no pensara en tí, en que si tú también lo harías o si ya me habías olvidado... —Él soltó unas risas, negando con su cabeza. Se separaron un poco uno del otro y éste limpió las lágrimas de ella con sus pulgares.

—Yo me hacía las mismas preguntas, pero tenía fé en que tú también me pensaras.

—Pero... ¿Qué pasó? ¿Cómo volviste? —Preguntó sin entender bien ese tema. — ¿Y Lysandro? ¿Vino contigo?

—Teníamos una sesión de fotos acá en París. —Comenzó a explicar un tanto apenado. Le hubiera gustado decir que había venido porque se le dió la gana querer verla, pero no era así. — Estamos toda la banda, ellos ya se tuvieron que haber ido al hotel.

—¿Y tú por qué....? —La interrumpió.

—Ayer pasaba por una librería y ví tu libro. —Las mejillas de ella enrojecieron de lo apenada que se sentía al saber que él lo vió. — Lo compré y lo leí en un rato. No soy de leer mucho pero fue algo hecho por ti y me gusto saber algunas cosas que pensabas de mí y no podías decirme, nuestra historia.

—Pero con un final feliz... —Terminó por decir ella con una triste mirada. Éste le tomó de ambas manos y las alzó, besando sus dedos.

—Luego de eso y nuestro manager nos diera la noticia, no evité emocionarme. —Le sonrió. — Y cuando llegamos, era tanta la desesperación por querer verte que le pedí a Lysandro que llevara mi maleta al hotel y así poder buscarte, no sabía si vivías donde mismo, por lo que aproveché que pasaba por la tienda de Leigh para preguntarle. Afortunadamente allí se encontraba Rosa, asi que me dió tu dirección y corrí con tal de ir a tu casa.

—Castiel...

—Te amo, Sucrette, lo he hecho desde el día que nos conocimos. —Confesó. — Desde que una niña molesta de cabellos marrones y ojos verdes me habló para que le diese un tour por la institución. Desde que me ayudaste con la tarea y tuvimos un paseo en moto. Hemos tenido altos y bajos en lo largo de todos éstos años, pero en ningún momento te he dejado de amar.

— Castiel, yo... —Volvió a interrumpirla. Él estaba tan ansioso en esos momentos, que no podía dejar de hablar.

—Me ha costado darme cuenta de como son las cosas... Pero finalmente lo tengo claro. No quiero separarme de tí, eres lo que más quiero y lo único que necesito. Ésto es muy cursi viniendo de una persona como yo, pero eres esa persona que no quiero volver a dejar, quiero apostar una vez más por ti. Quiero tener una vida junto a tí, no me interesa dejar el mundo de la música, con tal de estar contigo... No te imaginas las incontables cosas que haría, volverte  enamorar si es necesario... Su'... Quiero ser el único hombre en tu vida.

—Castiel... —Una pequeña sonrisa apareció en los labios de ella mientras que nuevamente, lagrimas brotaban de sus ojos hasta su mentón. — Siempre serás tú.

El Placer de Amar. ~ ~ CastielxSucrette [Corazón de Melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora