Luces nocturnas, Frío propicio, y un ambiente electrizante, sólo faltaba la acción, muchos tildarian la noche como un ambiente perfecto, como si la naturaleza hubiese jugado un papel vital para la formulación del entorno, otros como yo, preferimos delegar dicha función a un Ser supremo y divino, Sí, ha Dios, pero es que, qué ateo no se vuelve el más deboto creyente al tener parado frente a frente a una creación tan perfecta como esa morena con piel delicada y bien conservada.
Luego de un rato de solamente observala ahí parada, los segundos se comenzaron a convertir en minutos, y el pestañeo de los hermosos ojos de ella lo vuelven a traer a la realidad, ya no era un simple observador ya podía ser parte de tan perfecta obra.
Lo primero que hace es soltar su malogrado índice del meñique de ella, solamente el índice le bastaba para recorrer las avenidas prohibidas y conducir hacía la ruta de la máxima pasión.
Sube lentamente su dedo índice y mientras lo hace, le llega una imagen a su mente, así que comienza a comparar lo que tiene frente a él y lo que hace apenas 2 años y 43 días tenía, sube su cadera y sabe que antes esa perfecta cadera, esas majestuosas curvas, no eran más que un simple camino lleno de lodo el cual era prohibido transitar, el índice continúa subiendo y decide conducirse un poco a la izquierda, vaya! Que perfecto ombligo ovalado, bendita sea la matriz qué por nueve meses te alimentó, sólo pensó.
Mientras sigue su camino hacía arriba sabe que continuaría con esas dos perfectas peras formadas, aunque decide saltarse el contacto con ellas, sólo las observa unos segundos, tiempo suficiente para saber que hace 2 años y 43 días exactos no eran más que dos cerezos siquiera con signos de madurez, oh cuán bendito le parecía el tiempo en ese momento, que había sido el perfecto catalizador para majestuosa obra.
El índice, como sí de un niño nervioso y desesperado por abrir su primer regalo en Navidad se tratase, sube de forma estrepitosa ya que la imagen de aquellas dos peras perfectamente formadas lo impulsan a hacerlo, grave error.
Él olvida cuán sensible es ella en su cuello, y ante el más mínimo contacto se rehusaba al tacto exterior, aunque lo había traído a memoria demasiado tarde, ya el contacto estaba hecho, sabia que esa acción cortaría el momento romántico y ya no podría contemplar la naturaleza perfecta qué tenia frente a él.
Ahora es él quien decide cerrar sus ojos a la espera de la reacción rechazante de ella, pero pasados 5 segundos no hubo nada, sólo una voz excitada qué le reprochó el porqué se detuvo.
