Capítulo 23 RENACER (última parte)

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¡¡ Holaaaa !!
Se que no tengo perdón, pero tuve una gripe horrible que me duró semanas y es que como estuve en un país muy muy frío, resentí él cambio de clima, ya saben fiebre, dolor de cabeza y cuerpo, y también he tenido tanto trabajo que casi no he podido escribir. En serio perdoón...
Bueno los dejó con este capítulo, los personajes son de Naoko Takeuchi yo solo escribí por diversión...  prometo una vez más ya no tardar tanto.
Los quiero.
Damely Frost.

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— ¡Cómo se te ocurre poner unicornios! ¡Eso es asqueroso! — Le decía malhumorado, al ver el cuarto pintado de rosa, con pequeños cuadros y muñecos de felpa, en forma de unicornios.
— Seiya, tú no sabes nada de decoración de cuartos, solo basta con ver lo deprimente que es tu habitación. — Respondió Mina colocando los muñecos que Seiya había retirado, donde estaban.
— Es evidente que no tiene buen gusto. — Dijo con enfado el delicado hombrecillo que estaba decorando el lugar. — Me voy, no puedo trabajar así. — Dijo saliendo de la habitación y moviéndose de forma tan extraña que Seiya admiró la valentía que tenía al caminar así de delicado.
— Ya lo hiciste enojar, ahora tengo que contentarlo. Si no dejará todo a la mitad, en unos minutos llegará Setsuna Meio, que será la niñera de la pequeña Serena. Ella guardará todas sus cosas. — Dijo y empezó a llamar al hombre desde su teléfono móvil. Dándole la espalda, dando por terminada la conversación.
— Pues me parece asquerosamente ridícula esta habitación. — Dijo dándose por vencido y saliendo con la pequeña en brazos.
— No reniegues tío, Mina lo hace con la mejor intención. — Le dijo Molly en él pasillo Y Seiya asintió.
— Te Agradezco mucho que no me preguntes nada sobre Serena. — Le dijo siguiéndola hacia su habitación.
— Ya sufriste Suficiente con su muerte, no tiene caso acosarte con preguntas tontas. — Fue su respuesta. — La extraño mucho, sabes estaba pensando... Esta Niña es idéntica a ella. — Le dijo mirándola con ternura.
— Si, y tiene sus mismos ojos azules. Por eso le puse su nombre. — Dijo Besando su frente.
— Llego Kelvin, Tengo Que ir a la universidad te veo después. — Dijo Besando su mejilla y bajando las escaleras a toda velocidad.
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— Venimos por ti Seiya. — Dijo Mina unos días después de haber vuelto loco su mundo junto al decorador. Recordó ese día y no podía dejar de sonreír.
— No tengo ánimos de salir. — Dijo Abrazando a la pequeña Serena.
— Mira la niñera te ayudará con la niña. Anda ponte tú traje negro. Te esperó en el auto. — Dijo saliendo rápidamente.
Cuando Seiya salió, vio a Lita y Andru sentados en el auto junto a Mina. Ambos vestidos de negro. Se sorprendió, pero no preguntó Nada.
Veinte minutos después, llegaron a una iglesia, Seiya sintió que el corazón se le aceleraba y miró a Mina sorprendido.
— No podemos dejarla ir sin su despedida adecuada. — Dijo Instándolo a entrar.
— Pero... — Dijo Dudando.
— Entra. — Le dijo Setsuna con la pequeña en brazos.
Al entrar vio la iglesia llena de flores blancas, al pie del altar una pintura de Serena posaba y lo miraba con ternura y amor, Molly lo abrazo y el no pudo contener él llanto, ella era lo mejor que le había pasado y por tonto la dejo escapar. Respiró profundo y seco sus ojos la debilidad no era una opción.
— Queridos hermanos... Estamos aquí reunidos para darle él último adiós, a una persona muy querida por todos, alguien que con su luz y alegría, iluminó cada uno de nuestros corazones, y que sin duda, su partida, deja un vacío imposible de llenar... — El Sacerdote habló por mucho tiempo, todos escuchaban respetuosamente sus palabras, Amy y Mina al igual que Molly y Lita lloraban tristemente, recordando los momentos vividos.
Seiya se mantuvo tranquilo, conteniendo el llanto, tratando de mostrarse altivo, los oscuros lentes, escondían la infinita tristeza que asomaba por sus ojos.
Por fin después de una hora que sintió como un suplicio, la celebración término. Todos Salieron deprimidos y con sentimientos de gran pérdida. Yaten y Taiki sentían cierta culpa, por haberla tratado tan mal. Lamentaban el haber juzgado sin razón alguna a esa chica que llevo una existencia difícil desde su nacimiento, hasta su trágica muerte.
— La Mejor opción es que me vaya de aquí,  les pido que me den permiso de ausentarme de la disquera, por un tiempo, cuando este preparado volveré y sera todo igual. — Dijo durante la cena.
Yaten iba a refutar sus palabras pero la mirada de Mina lo hizo guardar silencio.
— Entendemos tus sentimientos, es lo mejor para olvidar, que te distraigas... Pero... ¿Y la niña? ¿Qué pasará con ella? — Dijo Amy.
— Me la llevaré por supuesto... Ella estará siempre conmigo. —
— ¿Despedirás a la niñera? — Preguntó Mina.
— Ella se ira conmigo... Bueno sí así lo desea. — Dijo preguntando con la mirada.
— Haré lo que usted desea. — Fue su elocuente respuesta.
Todos Se miraron entre sí. La actitud de la chica era más que obvia, le gustaba su jefe y haría lo posible por tenerle.
— Nosotros Nos retiramos en unos minutos. — Dijo Taiki poniéndose de pie y Amy lo imitó.
Todos se fueron y dejaron solos a Seiya y Setsuna.
— Que Todo este listo lo antes posible, me iré a descansar. — Y se fue dejándola sola.
La chica se levantó y se fue a la habitación de la niña, entró sigilosamente y sonrió complacida.
Recordó el día que vio la noticia de Darién, le sorprendió mucho que hubieran atrapado a su amante, ahora entendía porque en las últimas semanas no había tenido noticias suyas.
— ¿Cómo te atraparon? —
— El idiota de Seiya Kou, me tendió una trampa. —
— ¿Trampa? ¿Qué clase de trampa? ¿De dónde conoces a alguien tan importante? — Preguntó sin entender.
— Nada importante, al parecer su hermana murió y me culpa de eso. —
— No Entiendo de dónde puedes conocer a su hermana.
— Fue una drogadicta sin importancia, no supo controlarse y murió de una sobredosis. Él me culpa de eso. — Mintió.
— Pero tu no tienes culpa de eso. Ella no se supo cuidar. — Dijo abrazándolo.
— Pero Él no lo entiende. Y me culpa a mí. — Le Dijo con voz de inocencia.
— Mi amor... Si pudiera ayudarte lo haría, pero no tengo para un abogado. —
— Pero puedes enamorarlo y convencerlo de que me ayude, será muy sencillo, sólo debes acercarte a ellos, y sera fácil que te ame... Eres dulce y hermosa, seguro caerá a tus pies. — Dijo besando sus labios.
— Pero... Yo no podría... ¿Cómo podría estar con alguien como él? Que te culpa sin motivos. Además... No es fácil llegar hasta ellos, son gente muy importante. — Replicó con voz entrecortada por sus audaces besos.
— Sus cuñadas son mujeres muy tontas y sensibles, seguro que con tu dulzura te contratan en sus casas. Hazlo por mí. — Dijo besándola aún más.
— Lo haré. — Respondió sin voluntad alguna, lo amaba y haría lo que él le pidiera.
— Sera muy fácil enamorar a Seiya... Esta niña me va a ser muy útil. Darién tenía razón, cuando este perdidamente enamorado de mí, haré que lo saque. No Pensé que funcionará su plan, pero veo que será sencillo. — Se metió en la ducha, evocando los besos de Darién, pero su rostro de a poco se sustituyo por él de Seiya y eso la sorprendió.
Se acostó y se durmió, no sabía que todo los sentimientos hacia Darién, pronto serían transformados en un profundo amor hacia Seiya y hacia esa niña que dormía tranquilamente junto a su cama.
Días después todo estuvo listo para que los tres partieran de ese lugar, Seiya anhelaba que ese viaje le hiciera olvidar a la dulce chica que aún vivía en su corazón y que se negaba a marcharse de sus pensamientos.
— ¿Qué ocurre ahí? — Preguntó Setsuna al ver a reporteros y cámaras corriendo hacia un pequeño grupo de personas.
— Debe ser alguna nueva celebridad que se va de la ciudad, y celebró eso, porque odio que los reporteros, me acosen con preguntas estúpidas, supongo que esas personas son más interesantes que yo. — Dijo Con desdén.
Setsuna sintió un escalofrío recorrer su espalda y asintió, abrazando protectoramente junto a su pecho a la pequeña, sentía un extraño desasosiego en su corazón que la hacía sentir que se la arrebatarían en cualquier segundo, había llegado a querer muchísimo a esa niña y no quería imaginar que la arrebatarán de su lado.
Apresuró el paso tratando de seguir el dinámico caminar de Seiya, cosa que no era sencillo, puesto que llevaba a la niña en brazos.
***
Él Príncipe Diamante, dormía en un pequeño y mullido sofá del lujoso hospital en que se encontraba Serena, no había reparado en gastos para la atención hacía ella, quería que se recuperará, para llevársela a su país y Empezar una nueva vida juntos, sabía que si era perseverante ella lo amaría tanto o más que a Seiya y eso lo animaba, también quería prepararla para cuando se reencontrará con Reih y Seiya. Porque de su ayuda dependía que saliera bien librada de ello.
Serena abrió los ojos y se movió un poco, recorriendo él lugar con la mirada, era evidente que era carísimo, pero Él Príncipe había insistido en que ella estuviera ahí.
Lo miró profundamente dormido y sintió algo removerse en su corazón, se veía muy atractivo ahí dormido con sus largas y musculosas piernas extendidas, la creciente barba le daba un aspecto salvaje y sus oscuras pestañas escondían él paraíso glaciar de sus ojos grises, pero también se veía frágil e indefenso, era la primera vez que lo veía así, siempre actuaba seguro de sí, dueño de toda situación, que parecía imposible pensar que fuera vulnerable.
Un movimiento brusco le causó un gesto de dolor y la hizo volver a la realidad. Una realidad cruel y despiadada en la que estaba sola, sin su bebé, sin familia y sin nada.
— ¿Te sientes mal? — Le preguntó acercándose a ella.
Ella parpadeo, no se había dado cuenta a que hora se había levantado, hasta que lo vio parado frente a ella, con esa mirada preocupada y llena de amor.
— Si... Esté... Muy bien. — Balbuceó con voz insegura.
— Eso me alegra, sabes te veo mucho mejor, tal vez en unos días nos marchemos a mi país, a comenzar una nueva vida. — Le dijo observándola con detenimiento, la amaba y anhelaba su corazón mas que a nada en él mundo. Y sabia lo mucho que estaba sufriendo en esos momentos.
Ella lo miró e iba a replicar, pero él no la dejó.
— Me voy, tengo que asearme un poco, en unas horas regresó. — Le dijo besando su frente con ternura, si no salía rápidamente de ahí, no la soltaría jamás, y no quería asustarla, dejaría que llorará a solas sus tristezas.
Ella lo vio salir y cerró los ojos, debía pensar como recuperar a su hija y estar ahí no le ayudaba en gran cosa.
Se durmió un poco más a causa de los medicamentos, el salir corriendo a un día de su operación, en busca de su bebé le había causado mucho daño y la herida se le había vuelto a abrir, lo que le hizo perder mucha sangre, además de su mala alimentación y el trabajo duro que realizó durante él embarazo, la tenía en condiciones deplorables, aun se sentía adolorida y débil, pero el dolor físico no se comparaba con él dolor de su alma.
***
Se recuperó rápidamente, parecía mentira que apenas unas semanas antes hubiera estado al borde de la muerte, su estupenda figura era aun más armoniosa que antes.
— Te tengo una noticia maravillosa. — Le dijo un día el Príncipe Diamante.
Ella lo miró con ansiedad esperando oír la ansiada noticia de que había encontrado a su bebé. Pero esta  no llegó.
— El doctor ha dicho que ya podremos regresar a casa. Así que nos iremos mañana mismo a mi país. — Le dijo con tono alegre.
— Pero... Yo no puedo irme contigo, debo buscar a mi hija. Y debo enfrentarme a Seiya y a Reih para que me digan donde está. — Tenía que ser clara y sincera con él, no quería que se hiciera falsas ilusiones, su corazón estaba imposibilitado para amar.
— Serenity, te di mi palabra de ayudarte a recuperarla, y eso voy hacer. — Le dijo posando sus manos en sus hombros con delicadeza. — Pero Aún no es tiempo de que te enfrentes a ellos, yo te Voy a educar de tal forma que será como si nacieras por segunda vez. Y tendrán que posarse a tus pies implorando tu perdón. Eso te lo puedo asegurar. — Dijo abrazándola con fuerza.
Ella suspiro y recostó la cabeza en su pecho, él tenía razón en algo, aún no estaba preparada para enfrentarse a ellos. Él dinero era algo que aunque sonará injusto abría muchas puertas, y en esos momentos ella no lo tenía.
— Tienes razón, sólo que aún me falta cosas por hacer. — Dijo dándose por vencida.
— Pide lo que desees y dalo por hecho. — Le dijo mientras acariciaba cariñosamente sus cabellos.
— Desearía ver a Hotaru y a Sammy antes de irme contigo. — Pidió.
— Mañana antes de ir al aeropuerto te llevaré a verlos. ¿Te parece? —
— Si. Y... Gracias por todo lo que haces por mí. — Dijo con voz tímida.
— Te amo y daría lo que poseo por verte feliz. Así que no dudes de ninguna forma que encontraré a tu hija, así sea lo último que haga en mi vida. — Le dijo con vehemencia.
— Eres muy bueno conmigo, no merezco tantas consideraciones. — Respondió en voz baja.
— Tú mereces todo, ya has sufrido mucho y no sabes cuanto deseo que me ames tanto como a Seiya Kou. — Dijo con tristeza.
— Yo no lo amo, solo siento asco y desprecio por él, es más lo odio tanto como alguna vez lo ame. Y te juro que hare que pague cada una de las Lágrimas que me hizo derramar. Deseará no haberme conocido nunca. — Le dijo y sus cálidas facciones se transformaron en una máscara de odio y resentimiento.
— Es el dolor que habla por ti... Pero en él fondo sabes que lo sigues amando a pesar de todo lo que te hizo. Y eso me duele mucho. — Fue Todo lo que le pudo responder y salió de la habitación.
Serena se quedo callada, y movió la cabeza negativamente, no lo amaba, lo odiaba, si, lo odiaba tanto que deseaba verlo derrumbarse ante ella, junto a Reih, quería verla llorar lágrimas de sangre si era necesario, la haría arrodillarse frente a ella y lo gozaría muchísimo. Se encargaría de cerrarles todas las puertas posibles, hasta que no tuvieran más opción que acudir a ella.
Pero por encima de eso, tenía que encontrar a su hija, ¿Cómo sería? ¿Tendría el pelo rubio como ella? ¿O sería negro, como él de Seiya? Una lágrima rodó por su mejilla, ni siquiera tenía él consuelo de haberla tenido en sus brazos. ¿Cómo había podido hacerle eso Seiya? ¿Cómo pudo ser tan cruel de quitarle lo único que le había pertenecido en su vida? Si estaba casado con Reih era tal para cual... Se merecían uno al otro. Ambos eran crueles y lograban lo que querían sin importar a quien pisaban... Y a ella la habían pisado tanto, que ahora ella se erguía como un gigante y los aplastaría.
***
Un Lujoso auto se detuvo frente a la cafetería y descendió una elegante chica rubia, un delicado peinado adornaba su cabeza, y un costoso vestido azul, con zapatos a juego, envolvían su maravilloso cuerpo.
Entro en el lugar y camino con paso decidido a la oficina.
— Buenos días. — Hotaru levantó la vista para saludar a la dueña de la familiar voz, y abrió los ojos como platos al verla.
— ¡Serena! ¿¡Eres tú!? ¡Dios Mío! ¡Te ves maravillosa! Es imposible reconocerte con esa ropa tan elegante. — Le dijo y corrió a abrazarla.
— No podía irme sin despedirme de ti. — Le respondió correspondiendo a su abrazo con cariño.
— ¿Te vas? ¿A dónde y con quién? — Preguntó sin entender.
— Se va conmigo. — Respondió Él Príncipe Diamante, entrando a la oficina.
Hotaru miraba a uno y otro esperando que le dijeran algo, pero ellos la miraban una con tristeza y otro con diversión.
— ¿Y tu bebé? Muero por conocerlo. — Preguntó tratando de acabar con él incómodo silencio.
La mirada de Serena se ensombreció y parpadeo varias veces para ahuyentar las lágrimas que pugnaban por salir.
— ¿Le paso algo? — Preguntó al ver su carita triste.
— Te esperó en el auto, ustedes tienen cosas que contarse. No tardes mucho porque él avión nos espera. — Dijo Diamante dándole un beso en la mejilla.
Platicaron por mucho rato, Hotaru apenas podía creer que él joven que hace unas semanas se presentará pidiendo informes sobre Serena fuera un príncipe, y menos que alguien tan guapo y carismático como Seiya cometiera tantas bajezas.
— Así es él, una persona que dulce en su exterior, pero muy cruel en su interior. —
— Es que es demasiado oscuro, sórdido y despiadado. De verdad deseo que este joven te ayude a encontrar a tu hija y a olvidar el mal amor de Seiya. —
— Ya lo olvide, el ahora es mi enemigo, y lo aplastaré como a una cucaracha. — Replicó llena de rencor.
Hotaru guardó silencio, intuía que por encima de esa mascara de odio, aún latía un amor muy profundo hacia él padre de su hija.
— Debo irme, ya es muy tarde, sólo quise despedirme de ti y de Sammy, les agradezco todo lo que hicieron por mí, y dile a Sammy que esperó verlo a mi regreso. — Dijo abrazándola con cariño.
Hotaru la vio irse y sintió mucha pena por ella, se daba cuenta que estaba sufriendo más de lo que quería reconocer. Se imaginaba que perder un hijo era un dolor insoportable y no era fácil para ella, sobrellevar esa pena.
— Serenity, te aseguró que volveremos cuando estés lista. — Le dijo Él Príncipe cuando salió, y la abrazo cariñosamente, ella se quedó callada, y sólo se limitó a subir al auto.
***
Llegaron al aeropuerto donde una pequeña comitiva ya los esperaba, para conducirlos hacia la parte donde estaban los aviones privados, era difícil avanzar entre la cantidad de reporteros que se encontraban en él aeropuerto.
— Señor... Unos minutos por favor. Señor... Denos unas palabras. — Insistía una reportera.
Diamante se detuvo y la miró directamente a los ojos.
— Señorita... No tengo mucho tiempo, ya vamos retrasados. Sea breve. — Dijo cortésmente.
— Yo... Queremos saber si pronto sentará la cabeza. — Dijo por fin, mirando a Serena.
— Cuando Siente cabeza, le aseguró que lo sabra. De momento me reservó mis comentarios. Y si Es todo lo que desea preguntar le ruego me disculpe, pero llevamos prisa. — Dijo y tomó a Serena del brazo y la guió entre las personas para seguir avanzando.
Serena sintió su corazón latir a toda velocidad y sus manos comenzaron a temblar, él pecho le dolía en cada respiración, era como un presentimiento que no podía definir. Pero casi podía asegurar que vio del rostro de Seiya entre la gente, parpadeo varias veces, pero sólo eran rostros extraños que terminaban volviéndose borrosos.
— Perdón, es difícil acostumbrarse a los reporteros indiscretos. — Le Dijo Diamante así ver su nerviosismo.
— Estoy bien. — Aseguró Con falsa tranquilidad.
El destino jugaba con ella y Seiya una vez más, estuvo a unos pocos metros de él y no se vieron, si tan sólo no se hubieran atravesado ese circo de reporteros tal vez hubieran podido verse.
Tal vez no era él momento, o sus caminos realmente habían sido separados desde que ella salió huyendo de su casa.
***

Engaño De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora