Capítulo 16

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La princesa no estaba dispuesta a que la trataran como una niña.

Así que se acercó al balcón, con su armadura, su espada, y el casco en la cabeza, y miró abajo, esperando que la distancia entre el suelo y ella no fuera peor de lo que imaginaba.

Layla se deslizó por la pared rocosa del torreón donde se encontraba su habitación.

Cuando bajaba por el muro, oyó sonar las tropetas de Laitmeng. Las trompetas que solo sonaban cuando iba a suceder una guerra.

La última vez que sonaron fue cuando ocurrió la guerra de los mundos, y no acabó muy bien.

Layla se deslizaba en silencio, por la pared.

Su respiración era entrecornada.

Se concentró en no caerse, y en no mirar abajo, mientras pensaba en que estaría ocurriendo en el campo de batalla. A pesar de que no podía ver lo que estaba sucediendo en aquel enfrentamiento, podía oír el dolor en su cabeza, un dolor que la atormentaba.

La princesa apoyó el pie en un saliente del muro, y este se resquebrajó.

Apartó el pie de aquel saliente, y mantuvo la pierna en el aire, es decir, solo apoyaba un pie, y se agarraba con las dos manos a otros dos salientes que se encontraban por encima de su cabeza.

Layla miró el peldaño, y a la vez el suelo, en ese momento se paralizó, y volvió a mirar a la pared.

Tragó saliva.

Continuó respirando entrecortadamente.

" debes hacerlo " - comenzó a murmurar Layla para sí misma- " para luchar ".

La joven apoyó su pie sobre otro peldaño que se encontraba más lejos.

Pero, al apoyar su peso sobre el saliente , este cedió.

Y su mano resbaló, provocando que solo pudiera agarrarse con una mano, y solo pudiera apoyar un pie.

Se oyó un sonido, como si algo se estuviera rompiendo.

Layla miró a su peldaño, a su único sustento, y vió que estaba a unos segundos de despedazarse.

Los trocitos de peldaño cayeron al suelo.

Layla se agarró, con las dos manos, como pudo, al saliente que estaba encima de su cabeza.

Tenía los pies colgando, y sus manos comenzaron a sudar, provocando que se resbalara.

Cada vez se agarraba con menos dedos: 5, 4, 3, 2, 1, 0.

Layla se precipitó al vacío.

Una altura de aproximadamente 10 metros de altura.

La princesa veía la tierra acercarse más y más.

Cerró los ojos y se preparó para una muerte inmediata.

***

Layla notó el tacto y el olor de las flores del jardín. Eran suaves, y olían muy bien, sus tallos pinchaban.

La joven abrió los ojos.

Estaba viva, la armadura había parado la mayor parte de la caída. Estaba viva.

Tomó aliento, y se levantó.

Cogió su espada, que había soltado durante la caída, de un arbusto, y se dirigió a donde se originaba en ruído de las trompetas.

***

Layla llegó al campo de batalla.

Una llanura llena de verde, y con millones de flores de todos los colores, aunque estaba teñido de rojo, sangre.

Los Cuatro Elementos: La Guerra UniversalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora